Raúl Eugenio Zaffaroni es uno de los hombres más controversiales de Argentina. Si bien es un jurista de prestigio internacional (para la perspectiva más “progresista”), es repudiado por medio país debido a su postura ideológica frente a la delincuencia. El exministro de la Corte Suprema de Justicia es de los magistrados que suelen poner todas las virtudes del garantismo a favor de quienes cometen delitos. Para el kirchnerismo es el jurista de máxima referencia, claro.
Sin embargo, muchos colegas suyos que discrepan con su postura ideológica coinciden en que, más allá de su perspectiva política cuestionable, Zaffaroni es un intelectual sólido de gran formación académica. Bueno, en la jornada de ayer se fue al pasto y dijo una barrabasada que lo dejó en ridículo.
En el marco de una entrevista radial, el garantista predilecto del kirchnerismo y la izquierda dijo que los medios de comunicación son una especie de “partido único” que “crean la realidad que se percibe”. Esta situación, para Zaffaroni, recuerda mucho a la información en la época del régimen nazi de Adolfo Hitler.
En su opinión, absolutamente equivocada, pero un poco más compleja e interesante que la de sus repetidores, estos medios son una especie de monopolio o, mejor dicho, generan un discurso “monopolista”. Mientras los kirchneristas no pueden explicar bien los motivos por los cuales consideran que Clarín, por ejemplo, es un monopolio (cuando es una empresa más en el mercado), Zaffaroni sí brinda una tesis: como el discurso (supuestamente) de los grandes medios es único, hay monopolio que romper. Esta posición “hegemónica” sería una amenaza para las democracias.
Para el exjuez de la Corte, los autoritarismos ya no son con “camisas pardas” o “camisas negras” como en la época del Tercer Reich. Ahora esas cuestiones, y el libro Mi lucha, están representadas por las ideas de Milton Friedman o Friedrich Hayek. Para Zaffaroni, el discurso ya no es la virtud de la raza aria del nazismo o el hombre nuevo de Stalin. El “cuento” de estas supuestas dictaduras actuales es la promesa “que nunca se cumplió” que la “concentración de riqueza luego se derrama”.
Las burradas de Zaffaroni
Explicar las diferencias conceptuales entre el pensamiento de Friedman, Hayek y Hitler sería un absurdo, una pérdida de mi tiempo y una subestimación total del lector. Lo único que nos da Zaffaroni para desmenuzar y discutir es el argumento del Estado como solucionador de los problemas de la concentración empresarial que supuestamente genera el mercado.
Para empezar, cabe destacar que los grandes medios argentinos (bastante oficialistas por estos días) no han sido el resultado de la competencia del capitalismo salvaje. El multimedios Clarín, enemigo preferido de los kirchneristas de paladar negro, bastante enojados por las vinculaciones de la empresa con Alberto Fernández, hoy debe su existencia y vigencia al Estado. “El gran diario argentino” fue uno de los principales beneficiarios de la gran devaluación de Eduardo Duhalde allá por 2002. La deuda en dólares de la empresa, que en una situación de mercado podía poner en jaque a la compañía, se convirtió en un accesible pasivo en pesos devaluados luego de la catástrofe que dejó a la mitad del país por debajo de la línea de pobreza. Hayek decía que el dinero no debía estar en manos del Estado. Sería interesante imaginar cómo este fraude descomunal, que “concentró” aún más los medios en Argentina, podía suceder bajo un esquema como el que propuso el austríaco. Todo lo contrario. Esto pasó por el “Estado presente” que Zaffaroni quiere utilizar para solucionar los problemas que el mismo Estado genera.
Vayamos al caso de La Nación, el otro gran diario nacional. La empresa fue cuestionada, sobre todo por el kirchnerismo, de recibir el papel prensa subsidiado, a precios más altos que el de los competidores en el mercado. Resulta que el Estado empresario argentino, con acciones en Papel Prensa permitió que unos medios tengan papel artificialmente barato. Cabe recordar al primer Página/12, cuando era un lúcido periódico de izquierda y no un panfleto kirchnerista, y el motivo de su nombre. El joven Jorge Lanata, fundador del diario, se decidió en este sentido, ya que no tenían recursos para imprimir con más páginas. Otra vez el Estado haciendo lo que a Zaffaroni le gusta. ¿Hubiera pasado esto bajo la dictadura “nazi” de Friedman? No, el Estado no tendría acciones en una empresa de papel que terminó otorgando beneficios a unos en detrimento de otros.
Resumiendo, el mapa de medios actual, con todos los defectos que puede tener, no es otra cosa que el resultado de las ideas de Zaffaroni en funcionamiento. Si quiere más diversidad y libertad, que piense en otras opciones. Mal no le vendría leer a Friedman y a Hayek otra vez, sin prejuicios ideológicos y con la mente más abierta.
Repudio de la tropa propia
Victoria Donda, titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, Xenofobia y Racismo (INADI), espacio que no se caracteriza por estar alejado de los pensamientos de Zaffaroni, tuvo que salir a tomar distancia del exministro de la Corte. La funcionaria dijo que Argentina ya tiene demasiados problemas y angustias con las cosas que pasan en la actualidad, por lo que “agregar las declaraciones de Zaffaroni es muy triste”.
Luego que los medios y las redes sociales hicieran eco de las declaraciones del jurista kirchnerista, Donda manifestó que no son prudentes estas analogías, ya que comparar al nazismo con “cualquier cosa” termina banalizando la idea de los procesos autoritarios que sufrió la humanidad.