Dady Brieva no es malo. Es estúpido. Antes de abrir debates acalorados sobre el término vayamos al significado en cuestión. “Que muestra torpeza o falta de entendimiento para comprender las cosas”, los dos aspectos se cumplen a rajatabla. No entiende y es torpe. No es personal, todo lo contrario. Sin conocerlo me atrevería a decir que debe ser un gran tipo… tiene toda la pinta. Su militancia no hace otra cosa que dejar en evidencia el compromiso con sus ideas, lógicamente equivocadas.
Lo mismo le pasa a su compañero de Midachi, Miguel del Sel, macrista convencido. El trío cómico ha sido muy exitoso en el mercado y se posicionó, junto a Les Luthiers, como uno de los espectáculos humorísticos más importantes de la historia argentina. Brieva y del Sel, con la cuestión política, perdieron más de lo que ganaron.
Aunque el macrista fue embajador en Panamá y el kirchnerista tiene un espacio radial para los oyentes cristinistas, ninguno de los dos necesitaba de esto para vivir, ni por asomo. Es más, sus perfiles políticos no hicieron otra cosa que limitarles audiencia. El Chino Volpato, compañero de ambos en Midachi, debe lamentarse por toda esta cuestión. Seguramente no pasa día que a Dady o a Miguel lo insulten en la calle por “macrista” o “kirchnerista” cuando antes todo eran besos, abrazos aplausos y autógrafos.
Haciendo esta aclaración de que no merecen ser juzgados de “artistas militantes”, como tantos que se acercan al oficialismo de turno para las prebendas del poder, cabe criticar la estupidez, aunque tenga la mejor intención y venga desde el compromiso más íntimo y real.
Brieva tiene sentimientos encontrados con la gestión de Alberto Fernández. Siente que el Gobierno actual no es todo lo que debería ser y se lamenta. Quiere más kirchnerismo puro y duro como otros tantos y la realidad no cumple con sus expectativas. No lo va a tener y va a sumar su desilusión a la larga historia de peronistas de izquierda que alguna vez se decepcionaron con el mismo Perón.
“Cuando volvimos, creí que no iban a estar más los que estaban. Creí que se iba a investigar. Me dio ilusión eso. Yo sé que no es fácil, pero no me quiero quedar con que no es fácil. Tengo la sensación de que si no investigamos, no juzgamos, no encarcelamos, no intervenimos a evasores, medios, fugadores, comunicadores, justicia y entidades financieras, fuimos”, señaló ayer desde su programa radial.
¿A qué se refiere Brieva? Al golpe de gracia a un sector del establishment que el kirchnerismo de base sueña con ver liquidado. No va a ocurrir. Algo le tendría que haber dicho al popular humorista la amistad entre el CEO de Clarín, Héctor Magnetto, y el actual presidente de Argentina. Antes de asumir ya se trataban públicamente de “Héctor” y de “Alberto”.
En otro momento de su editorial le señaló a Fernández que puede ir más lejos con sus políticas: “Vos fuiste elegido, amigo, vos sos el responsable. Sé que estás haciendo muchas cosas y todos los dirigentes están haciendo muchas cosas, pero se puede más”.
El humorista argentino, en su delirio revolucionario, teme que se pierda la oportunidad y que, una vez más, como ocurrió en 2015, regresen los malos. Muchos kirchneristas tienen la alocada teoría de que la opinión pública argentina se equivocó al elegir a Macri y que nada de eso hubiese pasado si Cristina Fernández de Kirchner (CFK) iba más a fondo con sus políticas. Claro que no advierten dos cosas: que si la expresidente iba más profundo, el desastre económico iba a ser peor y que Cambiemos no hizo otra cosa que continuar con el modelo fracasado del kirchnerismo. Pero sus cuestiones culturales, porque más que partidarias, políticas o ideológicas son culturales, les impide y les impedirá ver todo esto.
En el momento más comentado de su intervención, Brieva le pide a Alberto que si vamos a ser Venezuela, “ya está, seamos Venezuela ahora y listo”. El macrismo, básico y atolondrado, salió a responder superficialmente, atacando al supuesto promotor de una dictadura. Claro que podemos quedarnos en esa instancia, pero para hacer un análisis más serio hay que interpretar al personaje y ahondar en lo dicho.
No Dady, dictadura no, por favor. Eso no se debería ni pensar, nunca más. Nunca más. https://t.co/gQuEFTgz4m
— Federico Pinedo (@PinedoFederico) May 28, 2020
Para el comediante, todos nosotros, los que señalamos el rumbo equivocado del Gobierno, siempre vamos a decir que estamos yendo rumbo a Venezuela. Entonces Brieva considera que esto es algo que haremos indefectiblemente, Fernández debería hacer lo que tiene que hacer y listo. En su equivocado razonamiento tiene razón.
Lamentablemente para él, el peronismo no tiene una revolución socialista en la cabeza. Nunca la tuvo y nunca la tendrá. Claro que esto no es consuelo, el modelo peronista es una desgracia para los argentinos de a pie. Un esquema corporativista de privilegios que tiene su columna vertebral en la casta política, la burocracia sindical y el capitalismo nacional prebendario. Todos ellos son socios de un modelo que se vestirá de izquierda, centroizquierda, centro, centroderecha o derecha según lo que requiera el electorado. Pero si alguien sueña con otra cosa, que espere sentado.
El peronismo tiene en sus filas a nacionalistas ultraderechistas e izquierdistas utópicos que incluso alguna vez se armaron y murieron por la revolución que el viejo Perón no quiso hacer. Paradójicamente, estos entienden menos del peronismo que nosotros. Fueron, son y serán la carne de cañón. Despiértense muchachos.