Probablemente la primera que dijo las cosas como son fue Angela Merkel. Con la frialdad alemana, que puede costarnos asimilar bastante a los latinoamericanos -cosa que tenemos que hacer inevitablemente-, la Canciller reconoció que hasta un 70 % de sus compatriotas podrían terminar contagiados por el coronavirus (Covid-19). Por estas zonas tenemos mandatarios más relajados a la hora de comunicar, pero que sin dudas no nos ayudarán a sobrepasar la pandemia. Ni los abrazos de López Obrador ni los consejos repetidos y el control de precios de Alberto Ferández van a contribuir a solucionar el problema.
En las últimas horas, varios especialistas fortalecieron la idea de Merkel: “ya es tarde para detener el contagio, probablemente la mayoría de nosotros terminaremos afectados por el coronavirus y deberíamos empezar a trabajar para mitigar el daño y evitar el posible colapso general”.
Un informe publicado hoy en el New York Times advierte que, de no tomar medidas radicales ahora, solamente en los Estados Unidos (pero la proporción aplicaría para cualquier país del mundo afectado) podría haber un pico de más de 100 millones de enfermos y de un millón de muertos.
El trabajo de Nicholas Kristof y Stuart Thompson, realizado con el asesoramiento de varios profesionales, paraliza, claro. Pero una vez que veamos los números y recuperemos el aliento tenemos dos posibilidades por delante: ver qué se puede hacer ante esa situación o analizar escenarios menos malos.
Según el estudio, de tomar medidas concretas ya mismo, como decretar el cierre de las escuelas, los eventos públicos, limitar los lugares de trabajo, etcétera, la cifra de muertes podría mermar considerablemente: de 1 millón a unas 300 mil para julio del 2021.
La conclusión del estudio es que hay que dejar de mirar el número de contagiados como única preocupación, ya que continuará incrementándose inevitablemente. En todo caso, habría que empezar a pensar en lo único que se puede hacer en esta circunstancia: demorar el impacto y evitar los picos de millones de enfermos al mismo tiempo, para poder tener mejores controles sanitarios.
Los sistemas de salud, ni en Estados Unidos ni en ninguna parte del mundo, están preparados para lidiar con el peor de los escenarios. Enfrentar un panorama donde todos nos contagiemos en poco tiempo haría colapsar el sistema, impidiendo que la población de mayor riesgo tenga acceso a los cuidados necesarios. Todo esto sin contar con las personas que presenten otros problemas, como ataques cardíacos, que no tendrán respuesta alguna por el impacto de la pandemia. El médico argentino Ruy Martínez Allende se expresó en este sentido, esta semana en una entrevista con PanAm Post.
Margarita del Val, científica española dedicada a muchos trabajos de divulgación, también considera que lo único que se puede hacer es “ganar tiempo”. En una carta publicada hoy, la especialista dijo que “nos iremos contagiando casi todos”, pero que hay que hacer lo posible para que esto ocurra “en 100 años”. En este sentido, llamó a las autoridades para tomar las medidas necesarias para “reducir la velocidad” del contagio.
Las advertencias de los especialistas están hechas y son claras. La política en general, sin importar el signo ideológico de los mandatarios, por ahora no ha estado a la altura de las circunstancias.