La acusación de “negacionista” por parte de la fundadora de Madres de Plaza de Mayo para el presidente argentino, Alberto Fernández, fue demasiado. Aunque no dijo nada incorrecto ni fuera de lugar, el jefe de Estado ofreció sus disculpas y pidió perdón al que se haya podido sentir ofendido por sus manifestaciones.
Pero ¿Qué dijo Alberto?
El último viernes, Fernández participó de un acto junto a su ministro de Defensa, Agustín Rossi, donde despidieron a un contingente de Cascos Azules, que partía a una misión de paz en Chipre. Aunque no tenía motivo para hacer ninguna mención a los setenta, ya que nada tenía que ver con el acontecimiento, el complejo (o el temor de estar rodeado por el kirchnerismo) pudo más:
“Es un día especial porque procedemos a la renovación de quienes han estado al mando de nuestras Fuerzas Armadas, que hoy están totalmente integradas a la sociedad argentina. Quiero darles la bienvenida a los nuevos jefes y manifestar mi alegría por el hecho de que hoy todos los oficiales y suboficiales son hombres de la democracia, egresaron de sus escuelas en democracia y esto amerita que de una vez por todas demos vuelta la página y celebremos”, dijo Fernández. Pero su pedido, que suena absolutamente lógico, trajo consecuencias políticas.
“Pienso que es un negacionista. No podemos aceptar dar vuelta la hoja ni cerrar la exigencia de que se abran los archivos y que nos digan qué pasó con todos y cada uno de los detenidos desaparecidos”, señaló la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas.
Más allá de la opinión que tenga cada uno sobre la década del setenta, lo cierto es que Fernández no hizo referencia a nada de lo que señala Cortiñas. Sus palabras tenían que ver con una nueva generación de militares, producto del proceso democrático argentino. Su “dar vuelta la página”, claramente se relaciona con el presente y el futuro y no con ninguna propuesta de impunidad para los hechos individuales o institucionales del pasado.
Pero en lugar de señalar el error, Fernández eligió las disculpas:
“He visto que mis palabras han herido la sensibilidad de las víctimas de la dictadura. Nunca quise causar en ellas el más mínimo dolor”, aseguró. “Veo que no usé las palabras pertinentes. Disculpas por ello. No quiero que nadie dude de mi compromiso en favor de la verdad y la justicia”, señaló el presidente argentino.
Más allá del intercambio, lo cierto es que se abren un par de cuestiones para analizar con respecto al entredicho. ¿Nora Cortiñas se expresó por voluntad propia o sus palabras fueron sugeridas por el espacio político de la vicepresidente Cristina Kirchner? ¿Esto profundiza las diferencias entre el peronismo y el kirchnerismo de cara a futuro, en el marco de una crisis económica? La primera pregunta quedará a la interpretación de cada uno. La segunda puede tener respuesta en cualquier momento.