“Biológicamente es un hombre. Yo no soy médico, pero si tiene alguna enfermedad creo que le tienen que dar la medicación correspondiente a un hombre”. Con estas palabras, el periodista deportivo Walter Queijeiro abrió un debate que Argentina se debe.
En el marco de la entrevista donde brindó estas declaraciones, el comunicador estaba haciendo referencia a la actiz y conductora Flor de la V, una transexual muy popular de su país. Aunque suenen absolutamente lógicas sus palabras, Queijeiro tuvo que enfrentar un impensado debate.
La primera en responder fue la misma Flor de la V, que aseguró haber sido víctima de un ataque de “violencia de género”. Es decir que, en su opinión, el hecho de que una persona diga que es biológicamente un hombre (que lo es) significa una agresión del estilo de las que sufren, por ejemplo, las mujeres golpeadas.
Pero más allá del intercambio de los interesados, la gravedad escaló con la intervención de la directora del INADI (Instituto Nacional contra la Xenofobia y el Racismo), Victoria Donda. La funcionaria, que volvió al kirchnerismo con el armado del Frente de Todos, tildó de “abusador” al periodista, en otra acusación delirante del nivel de la de Flor de la V. Parece ser que en la Argentina de hoy, una persona que diga que un transexual es biológicamente un hombre merece compartir el rótulo de los golpeadores y violadores.
“Queijero cuestionó la identidad sexual de Florencia desconociendo la Ley de Identidad Sexual”, argumentó Donda desde sus redes sociales confirmando el peligrosísimo mensaje. Hay una ley aprobada por el Congreso y, sin importar lo estúpida que sea, si se cuestiona pueden haber problemas con las autoridades.
En la misma semana de esta discusión se confirmó que la provincia de Buenos Aires “implementará” formalmente el denominado “lenguaje inclusivo” y la bola de nieve es cada vez más grande, pesada y peligrosa.
Lo grave es que este avance que viene consolidándose desde el Estado no tiene voces que respondan desde la arena política. En España, a pesar de que Podemos haya formado gobierno con el PSOE y Pablo Iglesias sea vicepresidente, el referente del chavismo español al menos tiene que debatir con otros referentes políticos que le dicen las cosas en la cara. Recientemente, el titular de VOX, Santiago Abascal, le manifestó que ni él ni los de “su secta comunista” van a educar a sus hijos.
El macrismo en su paso por el poder, en lugar de discutir esta visión que buscó imponer el kirchnerismo, se dedicó a complacer al progresismo políticamente correcto y hoy estamos peor que antes. No hace falta ser gobierno para poder discutir estas cuestiones y se puede empezar a la brevedad. De no hacerlo, la dictadura del pensamiento único puede echar raíces aún más fuertes y la salida será muy difícil.