El perito informático Diego Lagomarsino es, hasta este momento, el único imputado por la muerte del fiscal Alberto Nisman. Su proceso está vinculado al arma que, según consta en la investigación, terminó con la vida del hombre que denunció a Cristina Fernández de Kirchner por encubrimiento, cuando ella todavía era presidente.
Según su versión, Nisman, preocupado por su seguridad personal (aunque contaba con custodia), le habría pedido un arma para una hipotética situación de necesidad de defensa. Hasta el día de hoy, Lagomarsino asegura que le dio inocentemente en su departamento de Puerto Madero la pistola calibre 22 que realizó el disparo fatal. “Puedo ser un pelotudo, pero no soy un asesino”, repite una y otra vez el perito que trabajaba con Nisman.
Pero la defensa de Lagomarsino no se termina en el intento de desligarse de una supuesta responsabilidad en un hipotético homicidio. El especialista en computación asegura que el fiscal se quitó la vida. La familia de Nisman no compra la versión y cree que tiene algún tipo de responsabilidad mayor, en lo que consideran que se trató de un homicidio.
La tesis del suicidio fue defendida sistemáticamente por Lagomarsino en la justicia y en los medios. Sus abogados y peritos también repitieron una y otra vez la misma versión. Sin embargo, este fin de semana el imputado se contradijo en el marco de una acalorada discusión y explotaron las suspicacias.
Irritado y nervioso, el excolaborador de Nisman cometió lo que más de uno considera que fue un terrible acto fallido: “Hace cinco años nadie conocía a Nisman. ¡No seamos así. ¡Digamos la verdad! A Nisman lo conocieron cuando lo mataron”, dijo Lagomarsino en la vorágine del debate. Claro que apenas terminó de decir “cuando lo mataron” agregó de corrido “o cuando se suicidó”.
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En el debate alrededor de la muerte del fiscal muchos aseguran que Nisman fue asesinado (la pericia de Gendarmería avala esta tesis y asegura que el hecho estuvo vinculado con la denuncia que hizo horas antes del fatídico suceso). En el campo del kirchnerismo insisten con el suicidio y aseguran que el fiscal se quitó la vida al verse traicionado por los servicios de inteligencia que no le dieron las pruebas que le habían prometido para avanzar con la investigación. Pero nadie, de un bando u otro, se ha movido un ápice de su posición. Las palabras de Lagomarsino en medio del apasionado debate televisivo el fin de semana pone sobre la mesa una pregunta inevitable: ¿lo traicionó el subconsciente?
Por estas horas, la justicia argentina está investigando sus vínculos con los servicios de inteligencia y el mundo del espionaje.