Argentina no tendrá “plan económico“, pero tiene algo parecido llamado “plan económico de emergencia”, que no es otra cosa que un primer paso en la dirección equivocada. Luego de la presentación del gabinete de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, se hicieron públicos los primeros lineamientos de un programa inicial que llega para solucionar los problemas de las herencias del kirchnerismo (2003-2015) y del macrismo (2015-2019). Como era de esperarse, se trata del bombero que viene a apagar un incendio con gasolina.
“Déjase sin efecto el límite de 4 pesos por cada dólar estadounidense, establecido en el artículo 2° del Decreto N° 793 del 3 de septiembre de 2018 y sus modificaciones”, con estas palabras, que figuran en el decreto 37/2019, el flamante presidente Alberto Fernández le aplicó un nuevo impuestazo al sector agropecuario. “La alícuota del derecho de exportación establecido en el artículo 1º del Decreto N° 793/18 y sus modificaciones será del 9 %”, señala el texto publicado en el Boletín Oficial.
En la normativa quedarán afectadas las exportaciones de carnes, la harina de trigo, el arroz, el maní, la leche en polvo, el maíz pisingallo y las legumbres. Con respecto a la soja, el “derecho de importación” pasa de 18 % al 30 %.
El exministro y economista liberal Ricardo López Murphy criticó duramente la medida ni bien trascendió en los medios de comunicación:
Si uno quiere volver a crecer no puede subir los impuestos al sector productivo, al sector que genera la riqueza en la Argentina. El tema central de las sociedades modernas es cómo se genera riqueza, la pobreza es lo natural. O sea, si nosotros no hacemos nada nos empobrecemos.
Por su parte, la mesa de enlace del sector agropecuario llamó a una convocatoria para la tarde de hoy, donde analizarán los pasos a seguir. El famoso “conflicto del campo” que ocurrió durante el Gobierno de Cristina parece estar al borde de reeditarse en una nueva entrega. En aquella oportunidad el kirchnerismo perdió la votación en el Senado y el proyecto de “retenciones móviles” que habían planteado quedó sin efecto.
La estafa del “impuesto para la compra de moneda extranjera”
A partir de este momento, si un argentino desea adquirir divisas para atesoramiento o viajes al exterior (lo que pueda conseguir ante el control de cambios vigente) deberá pagar un 30 % de “impuesto”. Lógicamente, también aplica a las compras realizadas afuera del país con tarjeta. La medida, que impactará seguramente en el tipo de cambio “blue” (dólar libre del mercado negro), no es más que otra estafa por parte del Estado. El impuesto a la compra no tiene otra finalidad que no sea desincentivar la compra de moneda extranjera, para que la gente deba quedarse con los pesos argentinos cada vez más devaluados.
Desde el nuevo Gobierno vendieron la noticia con el optimismo del impulso que supuestamente recibirá el turismo dentro del país… hubiera sido más honesto decir que a partir de ahora vacacionar en el exterior será un privilegio para el sector de altísimos ingresos. Otra de las trampas más importantes de esta medida aparece en el comercio internacional: los exportadores, a la hora de liquidar, además de las retenciones —que acaban de aumentar considerablemente—, lo que le queda de la transacción se pesifica a dólar oficial. Una estafa por donde se la mire.
El viejo delirio peronista de la “doble indemnización”
El costo de despedir a un empleado en Argentina es, sin dudas, uno de los principales motivos del desempleo y del trabajo precario en el país. En lugar de ir hacia una fuerte flexibilización laboral, que genere un shock de empleo formal, la dupla de los Fernández, en el marco de la “emergencia” estableció que por los próximos 180 días, si un empleador decide prescindir de un empleado, le deberá pagar el doble. La medida, que efectivamente puede posponer o evitar alguna desvinculación en el corto plazo, vuelve más inviable la contratación de nuevo personal, sobre todo en la pequeña y mediana empresa.
Sería interesante que el Gobierno aproveche para decir qué es lo que hará en 180 días, cuando estas medidas excepcionales (y contraproducentes) dejen de tener vigencia. Pero conociendo la historia Argentina, en lugar del programa definitivo, que proponga un cambio radical que libere las fuerzas de la producción, lo único que se verá será la “continuación” de la emergencia. Por ahora, el futuro (al menos en el corto plazo) es la profundización de la decadencia actual.