Pasaron cuatro días de la elección de Alberto Fernández como presidente de Argentina y poco a poco se van acomodando algunas piezas como para comenzar a interpretar lo que viene. Aunque no se respira un clima de pánico y hay más cautela que otra cosa, el optimismo y la esperanza son materia pendiente. Desde el lunes, las señales tanto de Mauricio Macri como del próximo presidente han sido positivas, pero todo sigue tendiendo de un hilo.
La foto de los presidentes del lunes a la mañana fue el primer paso en búsqueda de una transición ordenada, pero nada más que eso. Las acciones argentinas en Wall Street que se derrumbaban un 12% mostraban que, dada la situación, el país requiere más certidumbre de lo que pueda brindar una imagen y una reunión cordial.
Aunque trascendieron solamente dos fotos de la reunión, donde hubo café y acuerdo sobre el “gabinete” de transición económica, las imágenes mostraron algo curioso y llamativo, pero también previsible: al presidente saliente se lo vio más relajado y tranquilo, como si se hubiera sacado una enorme preocupación de encima. Sin embargo, el gesto más serio, que hasta el día anterior habitaba la cara de Macri, parece haberse mudado a la de Fernández, que de a poco deja de lucir la enorme sonrisa de campaña que mostró hasta el domingo.
Esta mañana recibí en la Casa Rosada al presidente electo, Alberto Fernández. Mi equipo y yo estamos a disposición para trabajar juntos y lograr una transición democrática que beneficie a todos los argentinos pic.twitter.com/3lOTlNufdG
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) October 28, 2019
En el cierre de la jornada bursatil del miércoles en Buenos Aires apareció el primer dato positivo: el Merval revirtió la tendencia, luego de una caída del 1,9 el martes, con un alza del 4%.
“A pesar de un Wall Street aún positivo de fondo, ya que la Fed cumplió y recortó una vez más la tasa, los activos locales rápidamente volvieron a exhibir un tono más expectante, todavía dentro de un clima de elevada volatilidad al ritmo de las señales políticas y económicas durante la transición. Es por ello que el S&P Merval avanzó en pesos un 4%, influenciado por el repunte del tipo de cambio implícito”, señaló en su informe del día Gustavo Ber, de la consultora Estudio Ber.
En el mercado cambiario las cosas se tranquilizaron un poco, pero hay varios factores detrás de una calma que podría terminar en cualquier momento. Cabe recordar que el gobierno, el lunes a la mañana impuso un durísimo control de cambios, con tope de compra de 200 dólares por persona por mes para depositar en cuenta y de 100 para retiro en efectivo. La divisa norteamericana al momento de la intervención estaba en los 63,5 pesos y, a pesar del cepo, subió hasta los 66. Durante la primera jornada, como era de esperar, el dólar libre (blue) trepó por encima con un spread de 10 pesos: Llegó a cotizar 77, con un “contado con liqui” (dólar depositado en el exterior) por encima de los 80. Sin embargo, promediando la semana bajó la fiebre y frenaron el alza los tres dólares: el oficial volvió a 63,5, el blue cayó a los 67 y el contado con liqui a 78.
Aunque la semana termine en calma y Fernández pueda dar algunas señales que sirvan para calmar los ánimos del mercado, la bomba definitivamente no está desactivada. El Banco Central confirmó que para noviembre habrá una expansión monetaria del 2,5% de la base. Ante la delicada situación, cualquier incremento en la oferta de pesos parece ser un riesgo más que considerable. A esto hay que sumarle que para diciembre terminan los “congelamientos” de precios en sectores como el de los combustibles y también finaliza el quite del IVA a varios alimentos de la canasta básica. Alberto sabe lo que se viene y reconoció en un acto esta semana que “no será fácil” la tarea.
En materia política
Dentro del frente oficialista, que pasará el mando el 10 de diciembre, hay una puja de poder, al igual que en el peronismo. Mauricio Macri pudo tener una salida decorosa de la mano de las masivas marchas del “sí se puede” y del repunte electoral que consiguió entre las primarias y el 27 de octubre. Aunque perdió las elecciones y no le alcanzó para el balotaje, los dos millones y medio de votos más que consiguió el actual presidente le levantaron sus acciones. Hasta hoy Macri dice que quiere ser el líder de la oposición pero hay que esperar. A partir de 2020 hay que ver qué ocurre con el radicalismo, que quedará con más poder que el PRO macrista de la mano de sus gobernadores vigentes. En la UCR piensan que se puede mantener la unidad de lo que fue hasta ahora Cambiemos, pero están dispuestos a discutirle el liderazgo a Macri.
En el universo peronista ya tuvieron lugar dos actos que anticipan los conflictos de dos espacios que no se sienten del todo cómodos en la convivencia: el kirchnerismo duro y el PJ tradicional. La presentación que se realizó luego del resultado fue toda cristinista. La expresidente eligió a la gente que subió al escenario, el ambiente fue el que primó en Argentina entre 2003 y 2015 y Axel Kicillof dio un extenso discurso. El exministro de Economía y gobernador electo de la provincia de Buenos Aires se despachó con un discurso populista, donde arremetió contra la vigencia del “neoliberalismo”. Muchos analistas consideraron que se trató de una advertencia al presidente electo. En el acto K al presidente electo no se lo vio del todo cómodo. Sin embargo, otra fue la situación del acto de ayer en Tucumán.
Alberto Fernández viajó a la asunción de “su amigo” Juan Manzur y la presentación tuvo un color diferente: el clásico acto peronista conservador, que nada tiene que ver con la liturgia kirchnerista. Justamente es en los gobernadores justicialistas donde Fernández tiene más respaldo a la hora de la pulseada con CFK. Por ahora, la historia se escribe día a día y habrá que esperar para conocer al futuro gabinete y al plan económico.