El espacio de Mauricio Macri ejerció una especie de monopolio muy cuestionable y cuestionado: la representación de la centroderecha en la política argentina. El kirchnerismo hegemónico y el peronismo corrido hacia la izquierda en la última década dejaron al macrismo usufructuando un espacio vacante. Sin embargo, primero en la Ciudad de Buenos Aires y luego en el país, el actual oficialismo no hizo nada para cuidar al votante “conservador”.
El PRO homenajeó al Che Guevara, a Perón, incluso rindió tributo a los líderes extintos de la China comunista. Cedió ante todas las exigencias de la izquierda en materia de educación y fingió un progresismo infantil exacerbado, que muchas veces indignó a sus propios votantes. El asistencialismo estatal aún más grande que en épocas del kirchnerismo y la continuidad del modelo estatista en lo económico fue algo que desencadenó en lo inevitable: nuevas ofertas políticas que hablen de otra cosa. Más precisamente, de temas que el macrismo no quiso hablar nunca.
Hay una razón por la demora de tantos años de personajes como José Luis Espert o Juan José Gómez Centurión. Desde el oficialismo se hizo todo lo posible para que no surgiera una oposición “por derecha”, para así mantener a un sector del electorado cautivo ante la amenaza constante del kirchnerismo. Probablemente el macrismo cruzó todos los límites este año cuando abandonó la estrategia de la disuasión y de las prebendas para correr a alguien de la cancha. La cooptación del “dueño” del partido que llevaba al economista liberal de candidato, al que le “regalaron” un lugar en la lista de diputados, fue un acto desesperado del macrismo que no supo qué hacer con un opositor incómodo.
La jornada de hoy arrojó otra noticia que como mínimo podría catalogarse de “curiosa”. Los apoderados locales del partido Conservador Popular de Santa Fe no pudieron presentar la boleta de legisladores del exmilitar porque “llegaron tarde”. En el caso del impune cooptamiento de Alberto Asseff no hay nada para decir, ya que fue ante los ojos del país. Pero lo ocurrido con la boleta legislativa del frente NOS santafecina resulta llamativo. Sobre todo teniendo en cuenta que en esa provincia el voto antiaborto es muy fuerte.
Con el derechista Centurión y con el liberal Espert en el debate, el oficialismo tuvo que apelar a la última herramienta disponible: convencer al electorado que cualquiera de esas opciones era funcional al retorno del kirchnerismo. Aún con esa amenaza, ambos candidatos sumaron un 5 % del electorado. El caudal que representan ambos es sin dudas mayor, ya que muchísima gente reconoció que se hubiera volcado por una de esas opciones en las primarias, pero que votaron por Macri para “frenar a Cristina”. ¿De qué porcentaje del electorado estamos hablando? Eso sí que no lo sabemos hoy, pero como mínimo se trata de un espacio digno de un pequeño, pero ruidoso, bloque legislativo propio.
A Macri ya no le alcanza ni con todos los votos de Lavagna, Espert y Gómez Centurión juntos para revertir la situación, así que el voto útil hoy tiene otra alternativa: ¿vale la pena votar por un Macri que no llega o es preferible reconocer la victoria de Alberto, pero otorgarle el sufragio al espacio que uno quiere que se perfile como principal oposición? Luis Rosales, candidato a vicepresidente de Espert, asegura que el voto a su frente es el fortalecimiento del referente liberal, para potenciarlo como un opositor de peso al neokirchnerismo.
Lo importante es que quedó refutada la teoría que planteó el macrismo de la inutilidad o la perjudicialidad de un frente alternativo. Espert y Gómez Centurión demostraron que ni siquiera son candidatos testimoniales. Su irrupción en las elecciones dejaron más que el “testimonio” de sus candidaturas. También impactaron en los discursos de las fuerzas políticas mayoritarias. Alberto Fernández se tiene que separar cada vez más de la izquierda dura que representa el kirchnerismo y Macri tuvo que modificar seriamente su discurso. Se terminó el cheque en blanco para correr hacia la izquierda porque, en algún punto, los votantes podrían decidir sufragar por otro espacio.
Más allá del resultado del 27 de octubre, es sano que cada espacio tenga sus referentes naturales. Esto no quita que no se puedan formar alianzas y coaliciones en búsqueda de mayores espacios de poder. Pero sin dudas es necesario que cada votante tenga un espacio político que lo identifique, para evitar el voto extorsivo y el desagrado de votar por alguien que no lo representa en lo más mínimo, por temor a un supuesto mal mayor.