El candidato a presidente y compañero de fórmula de Cristina Kirchner, Alberto Fernández, se encuentra de visita en España. Además de charlas en universidades y un discurso en el Congreso, estuvo reunido con Pedro Sánchez, por lo que la visita tuvo un caracter casi oficial. Casi, porque vale recordar que Fernández no ha sido electo. Hasta el momento solo fue el candidato más votado en las primarias, pero la diferencia fue grande y todo da a entender que será el próximo presidente argentino.
Sus intervenciones públicas en Europa han sido una muestra de lo que fue el discurso general hasta este momento: la indefinición total. Moderación, por momentos sobreactuada, y guiños sistemáticos a izquierda y derecha que buscan entusiasmar a dos públicos antagónicos. Aunque, en lo concreto, uno exprima las declaraciones sin sacar una gota de jugo, las capacidades retóricas del exjefe de Gabinete de Néstor Kirchner lo hacen salir con éxito de cada desafío.
Los medios españoles compraron el discurso del argentino y reflejaron positivamente sus palabras, sin hacer demasiado reparo en la falta de rumbo específico. El País lo presenta directamente como “el candidato peronista” y La Vanguardia lo señala como el postulante de la coalición “Frente de Todos”. La referencia al kirchnerismo se puede leer en el portal de eldiario.es, pero se aclara que la alianza es un espacio más grande que el de la expresidente:
“Frente de Todos es el espacio político que ha logrado agrupar a casi todo el amplio espectro peronista. Ha conseguido unir en una coalición a los peronistas del Partido Justicialista, a los kichneristas liderados por Cristina Fernández de Kirchner, a la mayoría de los gobernadores peronistas, y el Frente Renovador de Sergio Massa”.
Ya desde la presentación, Fernández logró mostrarse más como “peronista” que como “kirchnerista”.
Aunque sus definiciones sobre el acuerdo de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea fueron vagas, el diario La Vanguardia tituló que Fernández y Sánchez “subrayan necesidad de apoyar libre comercio”. Esa podría ser una lectura, es cierto. Pero también hay otra, claro. En esta campaña hay un Alberto para todos los gustos.
Yendo a lo concreto, en su charla del parlamento, Fernández, como un buen marxista (de Groucho) que puede tener varios principios, incluso simultáneos, dijo que es necesario ser parte del mundo globalizado y que hay que comerciar con Europa. Incluso dijo que el viejo continente debe ser un destino prioritario para el comercio argentino.
Pero también dijo que hay que evaluar las “condiciones” en las que se pone en funcionamiento el acuerdo impulsado por Mauricio Macri. Si pesan más los reparos del Alberto kirchnerista o se impone la versión del Alberto aperturista queda a la interpretación del menú. Sería tan lógico y esperable que a partir del día uno se decida a impulsar el tratado, apelando a su coherencia, pero también que tire todo para atras. El archivo que está dejando da para todo.
Pero los temores que inspira la dupla de los Fernández, sobre todo por la candidata a vice, van lejos y existen temores de posibles expropiaciones a empresas multinacionales. A la hora de opinar sobre el petróleo, Alberto continuó en la misma línea y señaló:
“No tiene sentido tener petróleo si para extraerlo hay que dejar que las multinacionales vengan y se lo lleven. No tengo problemas con las multinacionales, pero mi principal preocupación es generar riqueza para Argentina y los argentinos”. Una vez más, en la misma oración hay interpretaciones de todos los colores.
Dada la gran diferencia de votos que hubo el 11 de agosto entre Fernández y Macri, las dudas parece que no pasarán por el resultado de las elecciones de octubre. Pero lejos de la certidumbre de un país normal, las dudas están a flor de piel y generan desastres diarios en la economía argentina.
Uno de los grandes misterios es cuál de los dos Albertos será presidente. Pero ante el hipotético caso de que la balanza se incline por el menos malo, todavía queda una gran duda por dilucidar: si podrá ir por ese lado con el kirchnerismo en la coalición gobernante. Pero eso ya es futurología y para Argentina, diciembre es el próximo siglo.