Amaneció este lunes y pasó lo que tenía que pasar: acciones argentinas desplomadas en Wall Street, dólar pegando otro salto en las primeras operaciones y la incertidumbre en todos lados. El país enfrenta una complicada y particular transición: Mauricio Macri perdió por paliza, pero todavía faltan dos meses para las elecciones.
Resulta que lo que ocurrió ayer no fue más que las PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias), pero el Gobierno decidió encararlas como las elecciones verdaderas. Y perdió por escándalo. Lo cierto es que el hombre que sería el próximo presidente, Alberto Fernández, el compañero de Cristina Kirchner, no ha sido ni siquiera electo. Esto hace inviable cualquier tipo de adelanto de la fecha de la entrega del poder. Las elecciones reales tendrán lugar el 27 de octubre y es un total misterio el escenario para esa fecha tan lejana.
Viendo lo que ocurrió esta mañana, absolutamente predecible teniendo en cuenta los resultados de anoche, hay algunas cosas que el saliente y el entrante podrían hacer para apagar el fuego y mitigar un poco el daño. Sin embargo, no lo van a hacer.
Macri y la transición
Como dijo Ricardo López Murphy hace varios meses, la situación argentina “no permite a un presidente de campaña”. Lo cierto es que desde hoy eso ya no es una opinión, es un hecho. Sin embargo, el jefe de Estado no ha acusado recibo. En su primera presentación ante la prensa no hizo ninguna autocrítica y se limitó a lamentarse porque la mayoría de los argentinos “decidieron volver al pasado”.
El presidente, que debería haber tenido un gesto patriótico y no ser él el candidato para enfrentar al kirchnerismo, ahora debería ser consciente de que no será reelecto. Posponer el misterio dos meses y luego perder una elección cantada puede hacer que se termine alargando una agonía aún mayor, dejando al país en un peor escenario. Sin embargo, el macrismo insiste en competir y buscar revertir la situación en octubre. Pase lo que pase con Alberto presidente, lo cierto es que lo mejor sería que pase ya y no transitar un camino que no ofrecerá ninguna solución.
Alberto tampoco hará lo que debe
Por el lado de Fernández hay mucho que el hombre del momento podría hacer para frenar la crisis que comenzó esta mañana. El candidato del Frente de Todos podría dar una señal clara y presentar un equipo económico moderado y racional. Aunque su plan sea un misterio (llega de la mano de los legisladores cristinistas prochavistas, pero tiene asesores “ortodoxos” como Guillermo Nielsen), de comenzar a explicitar el programa se podrían calmar los mercados.
Pero el eventual Gobierno de Alberto es un misterio: o se impone Cristina y Argentina se prende fuego o llega la moderación por obligación (la economía, los vencimientos de la deuda y los balances del Banco Central no dan lugar al populismo). En el caso de que Fernández tenga pensado darle el mando a Kirchner, no hay nada que hacer. Pero si el programa es otro, Alberto podría hasta contar con los legisladores de Cambiemos para un programa de reformas y desarrollarlo más fácil que el mismo Macri.
El problema es que, dado el espacio político que lo lleva a la presidencia, en el caso de que esté pensando en un gobierno moderado, no lo podrá reconocer hasta el momento de la asunción. Para no tener problemas en el frente interno, Alberto deberá no decir nada, no solamente hasta octubre, sino hasta asumir el mando. Esto no hará otra cosa que complicar aún más las circunstancias.
Pero dejando de lado la futurología y yendo a lo concreto, los números de la primera media jornada “posalbertazo” son claros: el Gobierno subió la tasa al 74 %, el dolar se disparó un 32 % y los papeles argentinos en Nueva York se desplomaron un 65 %.
Continuará…