El expresidente argentino Fernando de la Rúa murió a los 81 años por una complicación cardíaco renal, luego de una larga internación. Se encontraba en la clínica Fleming desde enero y su salud se deterioró pronunciadamente durante el último fin de semana. Luego de una serie de rumores en las redes sociales en la tarde de ayer, fue el mismo Mauricio Macri el que confirmó la noticia desde su cuenta oficial de Twitter.
El Jefe de Estado lamentó el fallecimiento de uno de sus antecesores y pidió que se lo reconozca por su trayectoria en la democracia argentina. De la Rúa fue diputado, senador nacional y también Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires antes de llegar a la presidencia en 1999, luego de los dos mandatos de Carlos Saúl Menem.
Lamento el fallecimiento del ex presidente Fernando de la Rúa. Su trayectoria democrática merece el reconocimiento de todos los argentinos. Acompañamos a su familia en este momento.
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) July 9, 2019
Tras una austera e interesante intendencia porteña, que debería ser reivindicada luego de los despilfarros descomunales que tuvieron lugar despues -sobre todo desde el desembarco del macrismo-, de la Rúa fue electo presidente con el 48% de los votos en primera vuelta. El candidato peronista, Eduardo Duhalde, quedó atrás con 10 puntos menos, pero fue el que terminó poniéndole la banda presidencial a Néstor Kirchner en 2003. La crisis de 2001 se llevó puesto al gobierno radical y el justicialismo terminó ocupando el Poder Ejecutivo por la línea de sucesión del senado.
Aunque la imagen que quedó grabada en las retinas del mundo fue el colapso total: el estado de sitio, los 39 muertos en las protestas y la huída en helicóptero desde la terraza de la Casa Rosada; vale la pena revisar aquellos años. El balance que quedó en el inconsciente colectivo argentino respecto a su presidencia, no es del todo acertado.
Cuando el Fondo Monetario Internacional decide soltarle la mano al Gobierno argentino por aquellos años, todo se desmoronó como un castillo de naipes. Pero si tenemos en cuenta la gestión austera del dirigente radical en la Ciudad de Buenos Aires previa a su presidencia, podemos llegar a la conclusión que los desajustes fiscales y el endeudamiento no eran de la preferencia de Fernando de la Rúa. Sin embargo, el último presidente radical no pudo desarticular la bomba de tiempo que le dejó Menem luego de sus dos mandatos.
En la década del noventa, a pesar de haber implementado reformas positivas como la convertibilidad o la privatización de las empresas del Estado; el gasto público y el endeudamiento se fueron de las manos. Con respecto al menemismo también quedó un juicio desacertado: se le culpa de sus aciertos y se subestiman las cuestiones que finalmente desembocaron en la crisis 2001-2002.
Pero si tuvo una responsabilidad concreta el dirigente radical fallecido el día de ayer, sin dudas tuvo que ver con el retiro del respaldo a Ricardo López Murphy, al que nombró como ministro de Economía el 5 de marzo de aquel 2001.
Sin respuestas y con una crisis inminente, de la Rúa decidió pedirle al “bulldog” que abandone el ministerio de Defensa para hacerse cargo de la cartera económica. Murphy aceptó el hierro caliente y juntó al último gran equipo económico que tuvo Argentina para diseñar un plan. Cuando el programa estuvo listo, el flamante ministro lo presentó por televisión. El economista anunció que el Estado debía equilibrar sus cuentas y propuso una corrección ínfima en comparación a lo que se debería de arreglar, hoy: 3 mil millones de dólares.
Los sectores de la izquierda radical se horrorizaron luego de unas manifestaciones de estudiantes y comenzaron a insistir con la necesidad de remover al nuevo ministro. Como ocurrió en más de una oportunidad en Argentina, se eligió por una salida mágica, esas que siempre terminaron mal. En el peor error de su carrera política, Fernando de la Rúa cedió ante las presiones y le pidió la renuncia a López Murphy a dos semanas de haberlo nombrado ministro. Asumió Domingo Cavallo y se confió que su imagen internacional sería sinónimo de inversiones y financiamiento automático. Nada de eso pasó. El resultado fue la crisis, el corralito, la renuncia, el retorno del peronismo, la confiscación de los depósitos de los ahorristas y la victoria del kirchnerismo poco tiempo después.
Increíblemente, aunque el estatismo generó un problema de deuda y se desechó la solución racional, el populismo se las rebuscó para responsabilizar de todo al clásico “neoliberalismo”.
La última aparición pública del expresidente fue durante la gala del G20 realizada en Buenos Aires. Allí, como en otras circunstancias recientes donde algún curioso de la historia se acercó a conversar con él sobre su fallida presidencia, de la Rúa reconoció su error. Lo hizo en vida y ante muchos testigos que hoy pueden dar fe.