Luego de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, el papa Francisco se refirió a la difícil situación por la que atraviesa Venezuela, pero se negó a reconocer la autoridad del Gobierno de transición encabezado por Juan Guaidó. Luego de varios días de cuestionado silencio, el argentino decidió hacer un breve comentario desde su cuenta de Twitter, donde dijo que ha pensado mucho en el pueblo venezolano ante la “grave situación por la que atraviesa”. Sin mayores reflexiones, Francisco invitó a “rezar para que se alcance una solución justa y pacífica”.
Pocos mensajes de usuarios se hicieron eco del pedido del pontífice para sumar sus oraciones, pero varios alertaron sobre la ambigua posición de Francisco. Varios, como era de esperar, fueron críticos que repudiaron la actitud por considerar que la perspectiva del papa está relacionada con una supuesta afinidad ideológica con el régimen chavista. Pero también se pudieron leer mensajes de fieles que le piden a Bergoglio que por favor comprenda que no se está ante un conflicto entre partes. Sino ante víctimas y victimarios.
“Querido papa Francisco: hoy los violentos promaduristas tomaron un templo con feligreses, hicieron disparos, profanaron el Santísimo, agredieron a una niña y a varios adultos. Sangre de los hijos de Dios en el templo. La represión de la dictadura del señor Maduro debe acabar ya”, le comentó una seguidora desde Venezuela.
Aquí en Panamá he pensado mucho en el pueblo venezolano, al que me siento especialmente unido en estos días. Ante la grave situación por la que atraviesa, los invito a rezar conmigo para que se alcance una solución justa y pacífica.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) January 27, 2019
Le asusta un derramamiento de sangre, pero ya existe
En la jornada de ayer, durante el vuelo de regreso al Vaticano, Francisco habló con los periodistas acreditados, que le pidieron mayores definiciones sobre la situación política de Venezuela. El papa manifestó que teme un “derramamiento de sangre” y dijo que estaba a disposición de las partes si deciden consultarlo para alcanzar una solución “pacífica”.
Bergoglio se refugió en el debate internacional como para no tomar partido, ya que varios países defienden el gobierno de transición y otros, de nula institucionalidad, respaldan al régimen de Nicolás Maduro:
“Yo apoyo a todo el pueblo venezolano, que esta sufriendo. Si yo entrara a decir hagan caso a estos países, o a estos otros me metería en un rol que no conozco. Sería una imprudencia pastoral de mi parte y haría daño”.
La falacia de las dos partes en conflicto
Más allá de las supuestas afinidades ideológicas que puede llegar a tener Francisco, que a veces quedan en evidencia con relación a la política doméstica argentina, lo cierto es que el argumento que utiliza para referirse al conflicto venezolano es una falacia total.
No existen en Venezuela dos bandos que luchen por el poder con agendas similares. Lo que hay es una mafia que busca mantener una dictadura a cualquier precio y un intento de devolverle la institucionalidad al país mediante un gobierno de transición. En esta circunstancia ni siquiera es demasiado importante la extracción ideológica del presidente encargado de encabezar el proceso, sino que es momento de establecer prioridades de extrema importancia. La salida de la dictadura del Estado, la transición y elecciones libres, sin candidatos presos ni proscritos. El debate de ideas y de rumbo se dará luego. La situación hoy es preideológica y debemos estar todos del mismo lado.