Tras 24 horas de convulsión, otra noticia le pega a una Argentina que le cuesta levantar cabeza. Según estadísticas oficiales, durante el pasado mes de agosto la actividad económica interanual arrojó una caída del 1,6%. Estos números confirman que se trata de la quinta medición en baja consecutiva. Cabe destacar que este mes se asumió una inflación del 6,5% en septiembre y una tasa de pobreza del 8,5%.
En cuanto a la misma medición de agosto, pero de 2017, la realidad era otra: se había registrado un 3,7% de suba para con 2016. Pero claro, era otro país. Estaban en el horizonte por hacer su aparición las corridas cambiarias, las devaluaciones y el pedido de auxilio al Fondo Monetario Internacional. Por esos días lo único que parecía claro era la reelección de Mauricio Macri. En las turbulencias de hoy, no queda ni eso.
Entre los sectores que aportaron a la baja se destacan los que poseen insumos importados, como también los que dependen del nivel de ingreso y la capacidad adquisitiva. La industria de manufacturas fue una de las más castigadas.
Visita suspendida
Los incidentes de ayer, que lógicamente tuvieron repercusión internacional, ya tuvieron importantes consecuencias. El presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, debía llegar al país para brindar una disertación que tenía agendada para las próximas horas. Desde el otro lado del charco pidieron disculpas, pero indicaron que el Jefe de Estado suspendió su viaje “por razones de seguridad”. Desde la embajada uruguaya reconocieron a la prensa argentina que “al no haber garantías para la seguridad presidencial” se decidió cancelar el evento.
El pobre discurso oficial y la oposición incendiaria
Durante los discursos de ayer, en pleno debate por el presupuesto y con las calles en campo de batalla, los legisladores de Cambiemos no hicieron más que expresar sus deseos de que la recesión sea lo más corta posible. Ante los malos índices, de a poco dejó de ser excusa que el INDEC al menos, ahora dice la verdad.
Pero el problema es que a un oficialismo con pocas respuestas (que recurre constantemente a la suba de impuestos para poder cubrir el déficit, mientras la inflación sigue haciendo la licuación y el trabajo sucio) se le opone una propuesta política que es aún peor. El kirchnerismo, que dejó un país al borde del estallido, busca venderse impunemente como la solución. Cuando no consigue los votos, manda a romper todo. Como ayer.
Pero si el Gobierno de Macri ha fracasado y el kirchnerismo es peor ¿Qué nos queda? Definitivamente que una vuelta al pasado sería lo peor que le podría pasar a la Argentina. Desde el espacio de Cristina Fernández ya aclararon que pretenderán volver con una reforma constitucional bajo el brazo. Ya todos sabemos como termina esa película. Por el lado del “peronismo no k” hay silencio de radio. No hay candidato a la vista ni tampoco una clara idea de lo que podría suceder. Pero el justicialismo da para todo: de ahí puede surgir un nuevo Carlos Menem u otro populista del nivel de los Kirchner. En cuanto al macrismo hay dos opciones claras: o el presidente, en el caso de contar con un segundo mandato, comprende que es momento de reformas urgentes (no tendría nada que perder ya que no hay posibilidades de un tercer mandato) o se somete a los deseos de sucesión de sus laderos, que buscarán no tocar privilegios ni pelearse con nadie. El resultado de ese camino sería la profundización de la decadencia.
Por ahora falta mucho, pero lo único concreto es que la situación es cada vez más complicada.