Hoy Argentina amaneció con dos noticias relacionadas con el contrabando y el presidente Mauricio Macri aprovechó la oportunidad para mostrar las virtudes del Estado para lidiar con el “problema”.
Por un lado, se desbarató una asociación ilícita en la Aduana que cobraba coimas para no revisar valijas provenientes del exterior. También repartieron el contenido del material incautado que fue encontrado en containers y los bienes importados fueron entregados a familias de escasos recursos por medio de parroquias. “Se terminaron los kioskitos”, dijo Macri con referencia a los negociados detrás de la mercadería.
Vista gorda: 400 dólares por valija
Una banda formada por jefes y personal de la Aduana y un oficial de la Policía de Seguridad Aeroportuaria fueron condenados por la justicia por hacer la “vista gorda” ante determinadas valijas que entraban al país provenientes del exterior.
Estos funcionarios cobraban entre 400 y 500 dólares por valija, que venía marcada y no era revisada al entrar al país. Dentro de estos bultos entraban generalmente ropa, relojes, carteras y tecnología. La investigación incluyó varias escuchas telefónicas y se comprobó que se llegaron a negociar 100 valijas diarias. Los jefes de la Aduana recibieron 5 años de prisión, los funcionarios de menor cargo 3 y el policía uno, por encubrimiento.
Mil contenedores para “caridad”
Se realizaron 411 entregas mediante el Ministerio de Desarrollo Social, organizadas por parroquias de la Iglesia católica, con el contenido de mil containers de mercadería ingresada irregularmente al país. Este material estaba incautado por la justicia por irregularidades impositivas.
La “mafia” estatal en este caso demoraba el papeleo burocrático y luego se dedicaba a vender los productos importados en el mercado negro. El mismo Macri participó en las entregas y defendió el procedimiento que “recuperó” para el Estado los productos incautados que fueron repartidos en la provincia de Buenos Aires.
Las causas que no menciona Macri
Aunque el presidente argentino se alegre por estos operativos menores, lo cierto es que en Argentina el contrabando seguirá siendo una realidad, porque el mismo Estado es el que lo fomenta.
Mientras el país siga siendo absolutamente hostil a la importación y mientras que la Aduana se dedique a abrirle de forma violenta las valijas a las familias que regresan de vacaciones, estas organizaciones se replicarán una y otra vez. Argentina debe abandonar esta perspectiva cerrada y proteccionista en el ámbito de la política internacional y el Estado debe desbaratar todos los “kioskitos”, incluso los que recaudan para el Estado, que son también caldo de cultivo para las coimas y la corrupción.
Macri debe decidirse si desea dejar un país más civilizado y abierto, o si se conforma con estos logros efímeros e intrascendentes, que no son otra cosa que el resultado que los incentivos que genera el mismo Estado argentino proteccionista y abusivo.