“Pienso que tuvieron tres años para decir lo que tenían que decir y no lo dijeron. Prometieron un montón de cosas y no cumplieron ninguna, pienso que están mintiendo…son unos grandes cínicos. Quiero que se queden hasta el final para que la gente nunca más vuelva a votarlos. No quiero que se vayan, quiero que se queden. Como esos jugadores que juegan mal y que putean al árbitro para irse silbados y ninguneados, y el árbitro le dice ‘quedate hasta el final, así la gente se da cuenta que jugás mal’. Quiero que se queden hasta el final y que realmente la pasemos mal para que no nos compremos más espejitos de colores“.
Las palabras del actor Dady Brieva generaron indignación general, tanto dentro de los espacios oficialistas como independientes. Su deseo de que los argentinos “la pasemos realmente mal” fue motivo de repudio por parte de dirigentes, periodistas y analistas. Sus dichos convirtieron a las redes sociales en una caldera. Mientras que el kirchnerismo guardaba silencio, otra gran parte del país lo insultaba sistemáticamente. Hasta el diputado macrista Fernando Iglesias le dedicó el triunfo electoral de Cambiemos en Córdoba el día de ayer.
Vayamos a la tesis del actor. En su opinión hay un gobierno malo, muy malo. Producto de esa gestión, el país atraviesa por serias problemáticas económicas. El partido gobernante mintió en la campaña para ser electo y luego tuvo un pésimo desempeño que castiga a los argentinos, sobre todo a los sectores medios y de bajos ingresos.
Entonces, ante la posibilidad de derrumbe y que el presidente deba irse de manera anticipada, Brieva desea dos cosas: que se quede hasta el final y que el sufrimiento de la gente se haga carne, para que, en sus palabras, la gente no vuelva a comprar “espejitos de colores”. Es decir, promesas de imposible cumplimiento. Si los argentinos la pasamos realmente mal, aprenderemos y un día votaremos mejor, lo que nos daría una futura prosperidad y tranquilidad.
Mientras que todos los cañones se apuntaron en su contra, por reconocer que desea que la pasemos mal, creo que es justo reconocerle al actor su lógica y sus buenas intenciones. Siempre es necesario un proceso educativo para progresar y evitar males peores en el futuro. Como todos tuvimos una vez que pasar una noche con la cara de frente al inodoro para aprender que no hay que mezclar vino con cerveza, Brieva nos dice a los argentinos, casi con tono paternal: “¿La están pasando mal? Bueno, este es el precio del grave error electoral. Van a tener que sufrir un poco más y a ver si aprenden”.
El problema no es su concepto ni su deseo. Su problema es su premisa. La idea de que este gobierno es malo, que el anterior era mejor y que debe regresar el kirchnerismo para superarnos. Ahí es donde, el que compró espejitos de colores, es el mismo Dady Brieva.
Si algo de culpa tiene Mauricio Macri, justamente es por no haber roto de cuajo con el modelo fracasado de Cristina Fernández. Su visión gradualista para salir de la tragedia heredada no solucionó problemas, sino que los agravó. Muchos incluso quedaron en evidencia luego de diciembre de 2015. Seguramente la última corrida sobre el dólar no hubiese existido si se mantenía el control de cambios. Ahora ¿hay alguien con dos dedos de frente que piense que un país puede progresar con cepo? Haber hecho lo que se tenía que hacer (levantarlo) pero sin solucionar los problemas de fondo, como el déficit fiscal, explica lo que nos pasa hoy. Pero en este caso el problema de fondo es el heredado del kirchnerismo, y que Macri no quiso o no pudo solucionar. Es infantil pensar que esto “con el kirchnerismo no pasaba”.
Claro que se podía seguir manteniendo los subsidios sobre la energía, evitando pagar los costos de lo que se consume. ¿Pero cuál hubiera sido el resultado? Un apagón total inevitable y un país paralizado con muertos todos los días. Pensar que por arte de magia podíamos seguir pagando por la luz eléctrica menos que por una pizza (y que seguiríamos teniendo luz indefinidamente) es inadmisible.
La enseñanza que los argentinos debemos comprender es que el modelo kirchnerista, atado con alambres por el macrismo, fracasó. Lo que se tiene que hacer carne es que seguimos en el mismo modelo. Claro, se paga menos por la obra pública y no le llevan al presidente bolsos con dólares de coimas, pero no hubo un cambio de rumbo. No tiene sentido cargar contra el actor por sus manifestaciones, sino que hay que aprovecharlas para analizar la situación.
2015 no nos daba otra opción y había que dejar atrás a un modelo fracasado, encarnado por una banda de ladrones. Hoy nos queda el modelo fracasado y hay que superarlo. Creer que ante las opciones que tuvimos hace tres años, la formula Scioli-Zannini ofrecía un modelo superador es, como dice Dady, “comprar espejitos de colores”.