Durante el último fin de semana el nombre de Carlos Melconian estuvo en todas las noticias como posible reemplazo para el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Los trascendidos hacían referencia a una figura de “superministro” como para generar una señal fuerte y corregir el rumbo económico. Sin embargo, nada de esto pasó, pero hay mucha tela para cortar detrás del rechazo que sufrió el presidente Mauricio Macri.
Melconian, economista de fama “ortodoxa”, fue el hombre que Carlos Menem había elegido para ministro de Economía del tercer Gobierno, que finalmente le frustró Néstor Kirchner en 2003. En aquella campaña, el expresidente había manifestado que a pesar de que sus dos períodos tuvieron reformas exitosas, el problema a corregir y su peor error fue el descontrolado gasto público. Para esa tarea había elegido al “armenio”, pero al no poder imponerse en primera vuelta, Menem renunció al balotaje dejándole a Kirchner la presidencia.
Ya con la fundación del partido macrista, Propuesta Republicana, Melconian se animó a la política más explícita y hasta fue candidato al Senado, aunque no pudo acceder a la banca. Amigo personal del presidente Macri, el economista fue siempre parte de su círculo más íntimo, por lo que era de público conocimiento que tendría un rol en un posible Gobierno de Cambiemos. Posiblemente su destino era el Ministerio de Economía.
Los dos desaries de Macri
Cuando Macri fue electo presidente en diciembre de 2015 tuvo dos opciones para lidiar con el desastre total heredado por el kirchnerismo. Una de las posibilidades que se le presentó fue la de corregir el déficit, mediante una política de shock. El representante más claro para esta posibilidad era Melconian, por lo que su nombre sonaba para el gabinete.
El camino opuesto, y el que Macri lamentablemente eligió, fue el del llamado “gradualismo”. Este experimento (tantas veces fallido en Argentina) apostó a un crecimiento económico basado en inversiones que llegarían por la confianza en el nuevo Gobierno, aprovechando el financiamiento barato que había en el mundo hace tres años. De esta manera, el Estado corregiría “gradualmente” sus desajustes sin sobresaltos políticos. El problema fue que las inversiones jamás llegaron, se terminó el financiamiento barato y el gradualismo fue insuficiente. ¿El resultado? Las corridas contra el peso, la inflación descontrolada y el auxilio del FMI.
Al escoger el fracasado gradualismo, el Ministerio de Economía no fue para Melconian. El amigo de Macri quedó relegado al Banco Nación, casi como un premio consuelo.
Desde la entidad bancaria, Melconian tuvo varios roces con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, abanderado político del proyecto gradualista. Cuando la convivencia de ambos en el Gobierno se volvió imposible, Macri se quedó con Peña y Melconian se fue a su casa.
Las críticas desde el llano
Aunque nunca dejó de apoyar al Gobierno de su amigo, Melconian no se calló las críticas al modelo económico. Entre sus manifestaciones recogidas de conferencias, que siempre terminaban en las noticias, se destacan la de “boludeaste dos años” (haciendo referencia al tiempo perdido por el fallido modelo) y “ojo que se puede ir todo a la mierda”, cuando advirtió con total precisión lo que terminó pasando en Argentina.
Luego de estos titulares escandalosos no había espacio para roles secundarios. O volvía al Gobierno como ministro fuerte para apagar el incendio, con plenos poderes, o seguía mirando desde afuera. La crisis reciente precipitó los tiempos y este fin de semana llegó la propuesta y recapitulación de Macri.
La venganza de Melconian
Las mejores fuentes periodísticas coincidieron este fin de semana en asociar el nombre del economista con el rol de ministro. Lo único que estaba confirmado era un anuncio de Macri y lo que se rumoreaba era que había existido una propuesta formal. Lo que los medios que filtraron la noticia no sabían era que el amigo de Macri le había dicho que no.
De esta manera, el presidente argentino brindó ayer un anuncio deslucido, en su peor momento, donde solo confirmó que unos ministerios pasan a ser secretarías y que aumentaría los impuestos a las exportaciones. Dujovne seguía siendo el encargado de Hacienda, pero con todo el desgaste de la crisis y, desde ahora, como el plan B del presidente, que no pudo convencer al amigo al que desairó dos veces.
La negativa de Melconian a ocupar el rol de ministro puede indicar dos cosas. O no le ofrecieron un plan de Gobierno sólido y concreto (lo que no parece muy posible, ya que Macri sabe cuáles serían las condiciones del economista, que no aceptaría bajo ningún punto de vista seguir con este gradualismo) o algo mucho peor. Es probable que el presidente argentino le haya dicho a su amigo, “tenías razón, ahora te toca a vos”, pero que Melconian considere que ya es tarde. Si los hechos se dieron de esta manera, el economista piensa que Macri ya no tiene ninguna posibilidad de revertir la situación, y no desea, con justa razón, “quemarse” ante el fracaso inevitable de Cambiemos.