En Argentina la jornada de ayer tuvo dos momentos plagados de incertidumbre. El primero, durante el período de operaciones cambiarias, entre las 10 de la mañana y las 3 de la tarde, y lo que vino después. En lo que quedó del día realizar algunas compras fue casi tan difícil como conseguir un dólar en la última media hora del horario bancario.
Producto del salto de la moneda americana y de la fiebre cambiaria, en cuestión de minutos desaparecieron los precios. Las distribuidoras y los negocios entraron en pánico por no saber a que precio liquidar los stocks. ¿Se frenaría la corrida en 40? ¿Saltaría a 80? ¿Bajará? ¿Estamos ante un principio de hiperinflación? Nadie sabía nada y ante la incertidumbre, mejor no vender hasta que se calmen las aguas.
Con el correr de la tarde, los proveedores de todos los servicios convirtieron sus presupuestos en dólares, aunque se trate de trabajo manual sin insumos. Las casas de electrodomésticos y telefonía se encontraron con una demanda importante que lo único que quería era comprar algo para sacarse los pesos de encima. No todos tuvieron suerte. Varias persianas se bajaron y otros precios se dolarizaron. Esto les hace recordar a los argentinos el final del gobierno de Raúl Alfonsín, cuando se vieron imágenes similares, por lo que tuvo que entregar el mando antes de tiempo a Carlos Menem.
En la mañana de hoy, el mercado abrió sin grandes sobresaltos y el dólar comenzó a venderse alrededor de los 40. El Banco Central ofreció al mercado 675 millones de dólares y pudo, por ahora, estabilizar la demanda. Llegando al mediodía incluso se registró una baja de dos pesos y centavos, y se registraron ofertas por 37,80. Pero el pánico no se fue del todo y hay personas que hasta el momento no pudieron retirar sus depósitos de los bancos. Según las entidades esto se debió exclusivamente a la falta de liquidez y será corregido en los próximos días.
Se esperan anuncios para la mañana del lunes y un fin de semana de decisiones para el presidente Mauricio Macri.
Crisis de confianza
La jornada negra en Buenos Aires tuvo su lógica respuesta en Wall Street. Durante el día de ayer, las empresas argentinas que cotizan perdieron 4.000 millones de dólares. La compañía más castigada fue la eléctrica Edenor, que sufrió una caída del 18,2 %. Por su parte, el JP Morgan recomendó a sus clientes vender las acciones argentinas. El influyente banco de inversión degradó el estatus de “neutral” al de “underweight” de los papeles nacionales.