Nicolás Maduro, sumergido en una crisis hiperinflacionaria, decidió meter mano a una vieja receta muy conocida en Argentina: la quita de ceros de la moneda megadevaluada. El dictador venezolano, como anticipó PanAm Post, anunció que a partir del próximo 20 de agosto el bolívar soberano tendrá cinco ceros menos que la moneda actual en circulación.
Los cambios monetarios, para que funcionen, tienen que estar acompañados por reformas de fondo. Las quitas de ceros o los cambios de nombre, de permanecer los vicios político económicos que llevaron al colapso monetario anterior, anticipan un nuevo fracaso.
La experiencia argentina
Argentina hasta 1935 no tuvo Banco Central. Es decir, que el Estado debía arreglársela con lo que recaudaba, ya que no tenía la herramienta inflacionaria de la impresión de billetes. Luego de la nacionalización del BCRA en el primer peronismo comenzó la debacle total, las quitas de ceros, los cambios monetarios y el empobrecimiento de un país. Argentina, que en 1895 tuvo el PBI per cápita más alto del mundo (sin Banco Central y con las cuentas en orden) hoy es un triste caso de estudio de desdesarrollo. Es decir, un país que en su momento fue desarrollado, pero ya no lo es.
El “peso moneda nacional” fue la primera víctima del déficit fiscal y la impresión de billetes por parte del Estado. Este billete perdió dos ceros para convertirse en el “peso ley”. Pero éste, a pesar del nombre rimbombante, también perdió ceros: cuatro. Allí apareció el “peso argentino”, con ribetes nacionalistas y la cara de José de San Martín. Pero el libertador no tuvo la misma suerte en el papel impreso que combatiendo a la realeza española hace dos siglos. Perdió tres ceros rápidamente para dar paso al “austral” de Raúl Alfonsín. Este billete fue la víctima de la última hiperinflación argentina. Comenzó valiendo algo más de un dólar por unidad el día de su lanzamiento, pero terminó con una convertibilidad de 10 000 a 1 con el peso de Carlos Menem. Cuatro ceros más a la basura.
El desastre monetario alfonsinista es el primero del que personalmente fui testigo. Cuando fue anunciado, mi golosina preferida costaba 0,05 centavos. Para cuando llegó la ley de la converibilidad costaba 500. Gracias a la magia monetaria fui millonario por primera vez a los 10 años. Pero como verán… debo seguir trabajando.
Carlos Menem fue quien decidió terminar con la máquina impresora de billetes y fijó por ley que el nuevo peso convertible iba a estar respaldado por un dólar en el Banco Central. Cualquier persona tenedora de pesos podría cambiarlos “uno a uno” cuando desee. Pero la “solución” no atacó el problema de fondo: Argentina siguió con déficit fiscal y lo que se dejó de imprimir se reemplazó por deuda externa. ¿Cómo terminó la “solución a medias”? Confiscación de los depósitos de los ahorristas, salida de la convertibilidad, devaluación y media argentina debajo de la línea de pobreza. Ya con el kirchnerismo la convertibilidad pasó a ser de 4 a 1. Cuando se fue Cristina Fernández dejó una inflación reprimida, control de cambios y estadísticas falsificadas. El mercado negro, es decir, el verdadero, indicaba que el dólar ya costaba 14 pesos argentinos.
Con Mauricio Macri llegó la corrección de tarifas, volvieron las estadísticas confiables y se liberó el tipo de cambio. Pero el problema del déficit fiscal no se solucionó y la “devaluación macrista” ya es del 100%. Inclusive en los últimos meses se está registrando una fuerte caída en la demanda de dinero, además del problema del déficit y la emisión. Eso quiere decir que aunque el Estado corrija las cuentas, si la gente ya no quiere pesos y se los saca de encima, la inflación no se detiene.
Al día de hoy, y resumiendo, el peso actual vale 30 veces menos que el presentado por Menem, que a su vez fue la encarnación de la pérdida de 13 ceros en la moneda nacional.
Las mentiras de Maduro
Aunque el discípulo de Hugo Chávez prometa que el nuevo bolívar estará “anclado” a la pseudocriptomoneda estatal, “petro”, no se pueden tener buenas expectativas. A diferencia del bitcoin, de sistema abierto y descentralizado, el engendro chavista está sujeto a las trampas del régimen. Además, esta convertibilidad, en el caso insólito que el chavismo no decida hacer “trampa”, tiene todas las de fallar como vimos con la convertibilidad argentina. Si no se solucionan los problemas de fondo, todo tarde o temprano vuela por los aires. Y el problema de fondo es el programa económico estatista del régimen. El problema es el Gobierno ilegítimo de Venezuela y bajo su mandato, y su fracasado socialismo, no habrá solución alguna para la moneda o la economía.