La jueza María Servini de Cubría dio lugar a la intervención del Partido Justicialista y nombró como encargado al sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo que anunció que en la tarde de hoy se presentaría en la sede central de Buenos Aires para comenzar su tarea.
Pero las autoridades partidarias, lideradas por el exgobernador de San Juan, José Luis Gioja, manifestaron desde temprano que no le darían el control de la sede al interventor y anunciaron una manifestación en la puerta del partido para oficiar de “resistencia” ante las autoridades designadas por la jueza.
Pero en sintonía con la tradición peronista, el sindicalista gastronómico respondió con otra manifestación para respaldar su entrada, que resultó más numerosa y vigorosa que la resistencia oficial, que perdió el ingreso al edificio.
Sin embargo Gioja no se fue “por las buenas” y se encerró en su oficina, negándose a realizar el paso de mando a Barrionuevo.
Mientras esto ocurría, en la sede partidaria se vivían momentos de tensión entre ambos grupos que, paradójicamente, gritaban “‘viva Perón!”, como manifestación de combate.
La excusa de Gioja para resistir la intervención por la fuerza es que la resolución de la jueza, no es una decisión de una justicia independiente, sino que se trata de una jugada política a merced del presidente Mauricio Macri. “Vamos a apelar”, resaltó el sanjuanino.
Por el lado de Barrionuevo, en la puerta de la sede dijo que “el compañero” se encontraba “atrincherado” y que si quería podía apelar, pero que a este momento, el interventor oficial era él.
“Compañeros” separados hace tiempo
La figura de Cristina Fernández de Kirchner separó al sindicalista del exgobernador dentro del ámbito del peronismo. Barrionuevo nunca estuvo dentro del kirchnerismo, espacio que sí contó con la presencia de Gioja, como del resto de los gobernadores, con excepción de los hermanos Rodríguez Saa (uno de ellos, ahora alineado con Cristina).
La última vez que estuvieron del mismo “bando” fue durante la década del noventa, cuando Barrionuevo saltó a la fama por su célebre frase: “Tenemos que dejar de robar por lo menos por dos años”, al principio del gobierno de Carlos Menem. En la actualidad, la esposa de Barrionuevo es diputada por el espacio de Sergio Massa.
La unidad: la deuda del peronismo post Perón
Si vamos a la historia, el único momento en que el peronismo se mantuvo unido, fue en su primera versión (1946-1955). A partir de ahí todo fue una historia de guerras y traiciones, que a la hora de ejercer el poder, con la billetera del Gobierno, todo se apacigua.
Pero a la hora de estar en la oposición, la frase del General que fundó el movimiento, que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista, parece no aplicar. El último gran quiebre que tuvo el peronismo data de 2003, cuando Menem, Rodríguez Saa y Néstor Kirchner fueron separados a las elecciones residenciales.
El estilo violento de los Kirchner impidió que la totalidad del partido se encolumne detrás del proyecto, por lo que el kirchnerismo hizo una alianza con sectores de izquierda. Esa división todavía permanece y al día de hoy la idea de la unidad parece una utopía. Este panorama arroja un gran beneficiado: el presidente Macri.
Macri, agradecido
Si hay un beneficiado en los quiebres del peronismo es Mauricio Macri y su coalición de Gobierno Cambiemos. A tan sólo un año de la elección presidencial de 2019, hasta ahora, hay un único candidato presidencial y es el actual jefe de Estado. Por el lado de la oposición, Sergio Massa aparece golpeado luego del tercer puesto en las elecciones de 2016 y el peronismo está más dividido que nunca. Ahora hasta mantienen un combate cuerpo a cuerpo por la ocupación de la sede partidaria…un escenario difícil para imaginar la irrupción de un candidato a presidente.
Si el peronismo va a llevar diferentes facciones a las elecciones del año próximo, Macri deberá jugar para posicionar como contrincante al hipotético representante kirchnerista, ya que le será más fácil para derrotar en una segura segunda vuelta.