Las declaraciones de los foros, que cuentan con diversas representaciones (salvo excepciones) suelen ofrecer resoluciones “lavadas” que conformen a todos los miembros firmantes. Sin embargo, en el G20 organizado por Argentina, la resolución tuvo un momento bastante concreto a la hora de criticar a las criptomonedas.
Los titulares de los bancos centrales y los ministros de finanzas de los países miembros reconocieron que el Bitcoin (y afines) ha logrado instalarse, por lo que pasaron de la subestimación a la agresión.
En el punto dedicado a las criptomonedas, el texto comienza reconociendo las virtudes de la innovación, pero termina asociando a “los cripto-activos” con el mundo del lavado de dinero y el narcotráfico:
“Reconocemos que las innovaciones tecnológicas, incluyendo aquellas subyacentes a los cripto-activos, tienen el potencial de mejorar la eficiencia y hacer más inclusivo el sistema financiero y a la economía en su conjunto. Sin embargo, los cripto-activos carecen de los principales atributos que tienen las monedas soberanas y pueden generar ciertas inquietudes en cuanto a la protección de los consumidores e inversores, la integridad de los mercados, la evasión impositiva, el lavado de dinero, y el financiamiento al terrorismo”.
¿Preocupación ante el delito o por la pérdida de los privilegios?
El precio del Bitcoin, que más allá de sus fluctuaciones cotiza por unidad miles de veces más que las monedas más fuertes del mundo, no ha necesitado de los “atributos que tienen las monedas soberanas”. Es más, su existencia es el resultado del fracaso de los signos monetarios emitidos por los bancos centrales.
Las críticas de la burocracia del G20 están mucho más relacionadas con el temor de perder el increíble poder que otorga “la máquina de hacer billetes” (que al fin y al cabo es la posibilidad de robar poder adquisitivo a los tenedores forzoso de esas monedas) que en los malos usos que se les pueda dar a las criptomonedas.
En diálogo con Pablo Guido, economista de la Fundación Progreso y Libertad (Neuquén, Argentina), el especialista advirtió que “la competencia de monedas es siempre beneficiosa para la gente”.
Según Guido, si las criptomonedas avanzan con más usuarios se generarán barreras claras a los abusos de las monedas estatales. “Los grupos que hoy muestran preocupación saben que el éxito de las monedas alternativas significa para ellos la pérdida de clientes cautivos”, sostuvo.
El mito de la independencia de la banca central
PanAm Post también conversó con Adrián Ravier, autor y economista argentino, quien advirtió que “todos los tratados sobre moneda y banca exclaman la importancia de la independencia de los bancos centrales del poder político” pero que sin embargo, “esto nunca ha sido más que un deseo”.
Para Ravier, este fracaso del dinero tradicional puede ser resuelto por la nueva tecnología descentralizada. Para el entrevistado, uno de los grandes desafíos de las monedas como Bitcoin es sortear los obstaculos gubernamentales.
“Dado que las criptomonedas amenazan una de las fuentes de financiamiento de la política, era lógico que tarde o temprano se ajustarían las regulaciones para obstaculizar su desarrollo”.
En la opinión de Ravier, el gran desafío de mostrar la estabilidad necesaria para convertirse en dinero, sigue siendo más importante de sortear que las manifestaciones políticas como la del documento del G20.