Mauricio Macri encabezó un acto por el Día de la Mujer donde reiteró algunas de las consignas que comentó en su último discurso del Congreso, donde se mostró decidido a ir hacia una mayor “igualdad” entre hombres y mujeres. Para el presidente argentino existen diferencias salariales y de empleo registrado e informal entre hombres y mujeres y se propone utilizar al Estado para “resolver” esta situación “desigual”.
“Como dije hace una semana en el Congreso, tienen mi compromiso absoluto para avanzar en este tema porque hoy son más las mujeres que no tienen trabajo comparado con los hombres. Son más las que no tienen un empleo registrado, las mujeres dedican el doble de tiempo a trabajos no remunerados, y esto obviamente limita sus posibilidades para desarrollar un proyecto de futuro”, advirtió el presidente argentino.
Lo extraño de la situación es que, a pesar de sus palabras hoy, a la hora de elegir colaboradores el presidente argentino se decidió por una gran mayoría masculina.
Aunque pueda sonar muy atractivo generar medidas para concretar una mayor igualdad, al analizar en concreto y en el llano esas cuestiones ya desaparece el idealismo y aparece el autoritarismo.
Cuando un presidente o un parlamento indican que se deberá generar una igualdad, por ejemplo, de contratación, no se advierte ningún aspecto negativo. Sin embargo, cuando un empleador decide contratar a una persona para su negocio, pero no puede hacerlo, ya que una ley de cupo lo obliga a tomar otra decisión, la cosa ya cambia.
Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago
Mientras que el líder de Cambiemos le indica a la sociedad como debe comportarse y relacionarse en ámbitos que no son de su incumbencia –como la cantidad de varones y mujeres dentro de una empresa privada– en la elección de sus ministros, Mauricio Macri ha sido un fiel referente de lo que el sector con que hoy busca congraciarse denominaría “patriarcado”.
Cuando Macri terminó su mandato de Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, su cartera de ministros estaba conformada por 12 personas, de las cuales solamente 2 eran mujeres. Los 10 restantes eran hombres.
En la actualidad, el presidente argentino cuenta con 21 ministros. El porcentual de mujeres dentro de sus elegidos no es del 50%, ni del 40% ni del 20%. Hoy en Argentina hay solamente 2 ministras mujeres en el ámbito nacional. Como si esto fuera poco, Carolina Stanley, de Desarrollo Social, era una de las dos ministras de la Ciudad.
Si contamos todos los ministros que Macri “contrató” como intendente y presidente (la suma general, incluyendo los que dejaron sus cargos) la suma da un total de 47 personas. ¿El número de mujeres sobre esa cifra? 6.
Cabe destacar que Mauricio Macri tiene todo el derecho de contratar a las personas que considera más aptas e idóneas para ejercer los roles de ministro. Y por lo que se ve en su carácter y su trato, no es una persona a la que se le perciba ningún comportamiento machista, ni mucho menos. Es un hombre educado, de mundo, sin prejuicios, que tomó las decisiones que consideró oportunas a la hora de elegir sus colaboradores.
Sin embargo, esa libertad que el tuvo, no puede prohibírsela al dueño de una empresa o un comercio, que quiera elegir en libertad y bajo su responsabilidad, los empleados que necesita.
Un tema que sí puede corregir una política pública
En la única cuestión concreta donde existe un incentivo, sobre todo en los pequeños comercios, para volcarse por la contratación masculina, es en la que refiere a los “derechos laborales” de una mujer embarazada. Dado lo rígido de las regulaciones laborales argentinas, los pequeños negocios que no pueden desvincular, al menos por un tiempo a una mujer en el final de su embarazo y los primeros momentos de la vida de su hijo, suelen preferir hombres a la hora de contratar. Inclusive las mujeres suelen ser víctimas de preguntas invasivas en estas entrevistas de trabajo como “¿tenés pareja?”, “convivís con tu novio?”.
Pero para los burócratas pareciera preferible una legislación laboral rígida que garantice de ciertos “derechos sociales” que finalmente no se traducen más que en desempleo. Si los resultados negativos no buscados de la legislación se intentan corregir con nuevas regulaciones, el resultado es el desastre total, como ya advirtió Ludwig von Mises, autor que debería leer el presidente argentino.