Como era de sospechar durante los últimos años del kirchnerismo, —apenas finalizado el segundo mandato de Cristina— voló por los aires.
Luego de la derrota de la fórmula Daniel Scioli – Carlos Zannini (el primero quedó como un diputado entre el montón y el segundo está preso) ante Mauricio Macri en diciembre de 2015, el espacio del Frente para la Victoria, hegemónico por 12 años, se esfumó.
Era notorio ya ante el colapso económico total del kirchnerismo, sumado a la delirante estrategia internacional de alineación Irán-Venezuela, que muchos dirigentes justicialistas esperaban el momento justo para distanciarse de la exmandataria.
El lanzamiento del frente kirchnerista Unidad Ciudadana por fuera del partido (Cristina no quiso enfrentar a nadie en una primaria) les dio la oportunidad que tanto buscaban muchos peronistas para blanquear la ruptura. La derrota de Kirchner a manos del delfín de Macri, Esteban Bullrich, no hizo otra cosa que alejar aún más al peronismo tradicional del kirchnerismo radicalizado.
Con el pasar de los meses del gobierno de Cambiemos, los distintos espacios peronistas alejados del kirchnerismo comenzaron a tender puentes. El misterio siempre fue si este armado podría incluir o no finalmente al kirchnerismo. Las últimas noticias del mundo peronista parecen indicar que no.
Sergio Massa, que abandonó el kirchnerismo antes de la muerte de Néstor, se reunió esta tarde con el senador Miguel Ángel Pichetto, que se mantuvo dentro del Frente para la Victoria hasta el final, pero que ya hace tiempo no soportaba el liderazgo de la expresidente.
En la tertulia, ambos dirigentes conscientes que necesitan sumar fuerzas si desean tener alguna chance de vencer al oficialismo, hablaron de “la reconstrucción del peronismo” y de la necesidad de “cuadros y líderes jóvenes”.
Pero probablemente la frase que dejó en claro el perfil no compatible con el kirchnerismo es que buscan un espacio “de centro” y “democrático”. Ambas referencias son un claro mensaje al kirchnerismo, considerado de izquierda y verticalista.
Mientras tanto el Gobierno sigue gozando los beneficios de una oposición atomizada con la presencia política de Cristina Kirchner, que continúa separando el voto antimacrista, pero que está lejos de poder ganarle una elección.
Si bien la intención de las reuniones como la cumbre Massa-Pichetto tiene una clara intención de unidad, es posible que estos planes no den fruto para las elecciones del próximo año y que la alianza de Mauricio Macri todavía cuente con un escenario ideal de cara a las presidenciales de 2019.