Luego de las últimas cuestionadas elecciones regionales que sirvieron para consolidar el régimen autoritario de Nicolás Maduro y el desmembramiento del frágil espacio opositor, el chavismo, desesperado por representatividad e imagen, volvió a hacer uso de una de sus figuras de frecuente alquiler: Diego Armando Maradona.
Al igual que en 2014, el exjugador campeón del mundo con la selección argentina en 1986, firmó un contrato con Telesur para comentar el torneo que se disputará en Rusia el próximo año. En el mundial pasado, Maradona difundió un video antes de firmar el vínculo comercial, pero sus palabras poco tuvieron que ver con lo deportivo. En esa ocasión Maradona se dedicó a hacer un discurso político en favor del gobierno de Maduro, que cada vez tenía un poco más de dictadura.
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Con la lentitud que caracterizan sus palabras en los últimos años, Maradona en esa oportunidad dijo una serie de tonterías como que estaba listo para alistarse como soldado para luchar contra el imperialismo.
Para este nuevo mundial, la dictadura venezolana decidió volver a contar con los servicios, nada baratos, del astro que, contrato y dinero por medio, volvió a defender lo indefendible.
Al igual que en 2014, las palabras de Maradona no tuvieron nada que ver con el fútbol. En esta oportunidad decidió recordar el acto político en Mar del Plata con Chávez hace 12 años: “Le metimos un trenillo, llené un tren y nos fuimos. Tenía a Fidel al teléfono y me dijo que no le dejara solo. Nuestro comandante me agarró del brazo y entramos. El estadio estaba lleno, terrible. Le ganamos 10 a 1 a los que fueron a aplaudir el ALCA”, resaltó.
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Las palabras de Maradona durante la confirmación de los dos contratos no hicieron otra cosa que confirmar que, lejos de estar empleando a un especialista o a una figura, se está comprando a un militante político. A un personaje rentado que deja en evidencia que sus confusiones ideológicas, y sus beneficios económicos, pueden mucho más que cualquier empatía que pueda sentir por un pueblo sometido al hambre, la miseria, la violencia y el autoritarismo.
La impúdica contratación con las divisas internacionales que cuenta el régimen, para contratar a un vocero político que ni disimula su rol, y es cómplice del desastre que el chavismo ha impuesto a Venezuela, debería generar el repudio del mundo deportivo, en la dirigencia política internacional y la opinión pública.