
Más allá de que en la actualidad los términos “derecha” e “izquierda” no digan nada en lo concreto, existe una especie de manto sagrado cultural que cubre todo lo relacionado con el izquierdismo. Mientras la derecha se convirtió en la representación del mal, ser izquierdista es sinónimo de persona bien intencionada. Ante cualquier señalamiento de las barbaridades cometidas por las dictaduras socialistas, también se puede sacar la credencial de “centro izquierda”, que significa, en el mundo de lo políticamente correcto, que uno no se hace cargo de los fracasos del socialismo, pero que en el fondo de su corazón mantiene como horizonte moral el igualitarismo fracasado.
En Argentina, tanto la izquierda como el kirchnerismo viven atribuyéndole a Mauricio Macri su pertenencia al espectro derechista. No importa que haya aumentado los planes sociales o lleve a cabo un estatismo culposo, sobre él ya se ha ungido la acusación y para todo el espectro opositor el presidente argentino es “de derecha”.
Su estratega estrella, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, que reconoció que la última campaña en la provincia de Buenos Aires fue la más difícil de su carrera, salió con una teoría alternativa de lo que significa ser izquierdista, en búsqueda de combatir la terrible acusación que cae sobre el presidente argentino.
Para el prestigioso y exitoso consultor, ser de “izquierda” es mirar hacia el futuro, mientras que pertenecer al ámbito de la “derecha” es pensar en el pasado. Dentro de su marco ideológico propio, que no hace otra cosa que sumar confusión al debate de ideas políticas, Durán Barba manifestó:
“Nada puede ser más de derecha que ser trotskista hoy. Yo creo que Macri es la nueva izquierda”.
El analista y consultor no da “puntada sin hilo” y cada definición que ofrece a los medios de comunicación está pensada y las posibles reacciones de las probables respuestas analizadas. Con estas palabras, Durán Barba decide aceptar las etiquetas preexistentes de “izquierda=bueno” y “derecha=malo”, y en sintonía con su trabajo como estratega, trabaja con lo que hay sin buscar cambiar el escenario para cumplir con su objetivo.
Claro que sus palabras generaron la indignación total de la izquierda (tradicional, como la conocemos) y se lo acusó de querer utilizar el manto sagrado de la izquierda para limpiar al supuesto maleante derechista.
Más allá de que el especialista esté haciendo bien o no su trabajo (que no es aportar al debate de ideas, sino posicionar positivamente a Mauricio Macri), sus palabras no deberían pasar sin algún cuestionamiento. Dado que los términos izquierda y derecha no representan ideas claras en la actualidad, es necesario comenzar a hablar con definiciones más claras como libertad, coerción, individualismo o colectivismo si queremos tener un debate más fecundo y posicionar las ideas de la sociedad abierta sobre los dogmas socialistas, sean denominados de derecha, izquierda, centro, arriba o abajo.