En Argentina casi todo el sector político, por convicción o por conveniencia, es defensor del proteccionismo. Hay un acuerdo general de que una apertura comercial significaría una tragedia irremediable para los trabajadores locales, más allá de los siglos de experiencia que evidencian todo lo contrario.
El fracaso total y absoluto del modelo de sustitución de importaciones en el país es tal que ya los candidatos entendieron que sería un fracaso político cuestionar a los argentinos que se van de compras a los países limítrofes. Las diferencias de precios, en muchos casos, superiores el 100 %, indultan de cualquier culpa a un ciudadano que vuelva de un viaje con lo que no se puede comprar en su país. Para ilustrar la magnitud de este problema, vale recordar que la semana pasada el ministro de Ambiente, Sergio Bergman, volvió de Chile con un televisor plasma de 55 pulgadas.
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El frente 1País, de Sergio Massa, probablemente sea el espacio más proteccionista de la política argentina. En sus filas están los dirigentes prebendarios de la Unión Industrial Argentina, enemigos por excelencia de la apertura comercial y el mercado libre.
En la Ciudad de Buenos Aires, el candidato del massismo, Matías Tombolini, decidió hacer un spot con un viaje a Chile para tratar de canalizar el descontento de los consumidores argentinos. En la publicidad política cuenta que desea que “el dinero argentino pague trabajo argentino”, pero reconoce que los precios que se ofrecen en el país son inviables.
El spot muestra las diferencias abismales de precios de uno y otro lado de la Cordillera de los Andes, y el candidato deja un mensaje, que es cierto, pero olvida un punto fundamental para que en Argentina se consigan los mismos precios que en Chile.
Tombolini cuenta que “comprar cosas en Chile sale mucho más barato que en Argentina”, y propone para mejorar la situación: “bajar impuestos a pequeñas y medianas industrias y comercios”. Lo que dice es absolutamente cierto y Argentina lo tiene que hacer a la brevedad.
Chile puede ofrecer lo que ofrece a los precios que tiene, por más bajos impuestos, claro, pero también por tratados de libre comercio con países que le aportan un flujo de bienes de excelente calidad a precios módicos. El candidato es economista, así que probablemente entienda esta cuestión, pero su espacio político es el representante del proteccionismo más rancio.
Viajar hasta Chile para decir que Argentina tiene que bajar los impuestos, sin hacer ninguna mención a la necesidad de una apertura comercial, es un mensaje incompleto e hipócrita. Tombolini lo sabe, ya que los productos que mostró en su publicidad, lo más probable es que sean todos importados.