Pocas cosas son tan trascendentes en Argentina como lo que ocurre dentro del mundo futbolístico. El fanatismo que genera el deporte de patear la pelota en este lado del mundo, sólo es comprensible para el que lo haya vivido o visto de cerca.
Lo que pasa con la selección nacional suele ser de una importancia comparable a un asunto de Estado. Todavía se discute la influencia del gobierno militar en el mundial de 1978, el gol con la mano de Diego Maradona a los ingleses en 1986, o el penal inexistente sufrido ante Alemania en la final de 1990, como si fuesen hechos ocurridos la semana pasada.
Por estas horas la preocupación respecto al mundo de la selección es total. Es que a dos fechas del final de las eliminatorias para la Copa del Mundo de Rusia, Argentina no sólo no tiene garantizada la clasificación, sino que corre riesgos reales de quedar afuera de la competencia.
Estos dos juegos no son nada fáciles, ya que primero Argentina se medirá con Perú, rival directo por la clasificación, y luego tendrá que ir a jugar a la difícil altura de Ecuador.
El tema ya excede a la sección deportiva de los medios periodísticos y todos los comunicadores, hasta en los programas de interés general o de política, se preguntan si es posible que pueda suceder la semejante tragedia de “quedar afuera”. En Argentina nadie se imagina lo que puede significar un mundial sin la participación albiceleste.
Dejando de lado los sentimientos y la camiseta (el que escribe estas líneas es tan argentino como el lector que puede sentirse ofendido por el contenido de las mismas) hay que reconocer que mucho del desajuste y atraso político y económico que sufre el país, también ocurre dentro del seno de la Asociación del Fútbol Argentino.
Haciendo un repaso de lo ocurrido en los últimos años, es imposible no hacer referencia en la figura de Julio Humberto Grondona, quien presidió la AFA durante más de 30 años. La presencia del “dueño del fútbol” en Argentina fue muy similar a la de los jefes de las agrupaciones sindicales que duran décadas en los tronos de sus gremios. Más allá de las victorias futbolísticas de 1978 y 1986, en el reinado de Grondona (quien falleció en el cargo) imperó el caudillismo, la arbitrariedad, y según muchos especialistas en la materia, la corrupción.
En los últimos años la AFA fue socia de la decadencia política argentina, al aceptar la inmoralidad absoluta de la estatización de la transmisión de los partidos en el programa “Fútbol para Todos”. Por iniciativa del gobierno anterior, la AFA rompió el contrato con las transmisoras privadas y dejó la señal para que el kirchnerismo viva una de sus fiestas populistas más impúdicas: miles de millones de los contribuyentes destinados a un programa televisivo, en el que se hizo abuso total de la propaganda política a favor de Néstor y Cristina.
En el ámbito estrictamente deportivo también se vivió una especie de populismo improvisado, digno del mundo de la política local. Para el mundial de Sudáfrica 2010 las autoridades de la selección argentina confiaron en la dirección técnica de Diego Armando Maradona, quien a pesar de ser el mejor jugador que vistió la celeste y blanca, demostró haber sido un mal entrenador, ya que fracasó en todas sus aventuras previas.
La designación basada en la mística y lo emotivo terminó en el predecible fracaso y desde ahí, la selección no ha tenido ningún proceso de continuidad en los últimos años. Ejemplo de esto es la flamante dirección técnica de Jorge Sampaoli, que es el tercer DT que la AFA contrata a lo largo de las eliminatorias (mientras continúa con problemas legales por sueldos impagos a las anteriores gestiones de anteriores cuerpos técnicos).
Mientras que hoy en lo único que se piensa es en la clasificación a la copa, lo cierto es que una fuerte decepción parece ser la única oportunidad para repensar un proyecto desde cero. En lo futbolístico y en lo político. Para ejemplificar el nivel de la problemática que aqueja a la Asociación de Fútbol Argentino, vale recordar que su presidente interino fue sorprendido ofreciendo entradas de reventa. Sí…el presidente.
En el caso de no clasificar a la copa del mundo, la AFA deberá aprovechar la circunstancia para pensar una refundación, alejada del conventillo político del país y dedicada a la construcción de un proyecto de largo plazo.
Y los hinchas también podríamos reflexionar sobre la problemática de esperar buenos resultados en las “soluciones mágicas” y ver que lección deja todo esto para pensar al país, más allá de la pelota de fútbol.