
Argentina en los últimos años ha llevado al extremo, y con las peores consecuencias, el fracasado modelo de sustitución de importaciones. Comprar en el país ropa o electrónica requiere pagar grandes sumas de dinero, en muchas oportunidades, para adquirir productos de mala calidad.
Sin duda los más perjudicados por esta política prebendaria, que lo único que hace es enriquecer a un grupo de empresarios privilegiados, son los argentinos de menores ingresos. Aquellos que no tienen oportunidad de viajar al exterior.
Esta distorsión en materia económica generó que mucha gente con posibilidades de pasar sus vacaciones en otros países aprovechen sus viajes para comprarse la ropa para todo el año y para traerse también algo de tecnología a precios razonables. Ya no es una novedad que los argentinos salen del aeropuerto con sus maletas completamente vacías y que el primer día de vacaciones suele estar dedicado a comprarse la ropa, no sólo para usar durante el viaje, sino para traer de vuelta a casa.
Es claro que el gobierno de Mauricio Macri no ha sido el culpable de generar este modelo de privilegios para pocos y de perjuicios para muchos, pero sí está siendo responsable por mantenerlo. Es por esto que la actitud de ayer del ministro de Medio Ambiente es cuestionable.
Sergio Bergman, titular de la cartera de Ambiente y Desarrollo Sustentable, regresó de Chile con un enorme paquete: Una televisión plasma de 55 pulgadas más grande que él. La escena en el aeropuerto, lógicamente, no tardó en aparecer en las redes sociales.
La actitud de Bergman no hace otra cosa que poner en evidencia que la política proteccionista argentina es un completo fracaso. Si bien un ministro de Medio Ambiente no es quien tiene las herramientas para cambiarla, lo cierto es que sí considera que se necesita un cambio de rumbo en este sentido debería alzar su voz en contra del modelo de sustitución de importaciones.
Si la clase política no discute estas cuestiones, y luego se trae televisores de países donde existe mayor apertura comercial, no sólo se mantendrá vigente un modelo fracasado, sino que la ciudadanía tendrá cada vez menos respeto por sus representantes.