Lucía Galán, cantante del dúo Pimpinela, (grupo que fundó junto a su hermano Joaquín en 1981) realizó incómodas declaraciones que escandalizaron a los voceros de lo “políticamente correcto” en Argentina.
En el marco de una entrevista televisiva, Galán manifestó que existen mujeres que se embarazan para cobrar la AUH (Asignación Universal por Hijo), ante la mirada atónita de la periodista Nancy Pazos, que no supo más que responder: “¿En serio crees eso?”.
Lo incómodo para la izquierda horrorizada es que las palabras de la cantante no son una opinión política, sino un comentario fundamentado. Galán fundó junto a su hermano en 1996 un hogar de niños, por lo que está en contacto permanente con estas difíciles situaciones.
La Asignación Universal por Hijo entró en vigencia en 2009 y es uno de los tantos subsidios que se multiplicaron desde la crisis política y económica de 2001 en Argentina. En este caso madres desocupadas o con ingresos mínimos lo cobran hasta que sus hijos alcancen los 18 años de edad. Es compatible con otros subsidios por desempleo y tiene como requisito obligaciones mínimas, como que los hijos estén anotados en una escuela y tengan las vacunas al día.
Más allá de las intenciones de los legisladores que impulsaron medidas semejantes es necesario hacer un análisis concreto y desapasionado: La implementación de estos subsidios…¿Qué impacto tuvieron en la sociedad?
Podría decirse que es de sentido común asumir dos cuestiones:
1) Que no es bueno tener que necesitar un subsidio del Estado (ya que asumimos que una persona no puede valerse por sus propios medios y esto no puede ser positivo).
2) Que de haber tenido éxito la implementación de estos subsidios en medio de una crisis, con el tiempo las asignaciones tendrían que haber mermado y transitar hasta una eliminación.
Lo cierto es que en los últimos años los subsidios no pararon de aumentar y lo que comenzó como unas excepciones ante necesidades urgentes terminó en ridículos insólitos como el “Fútbol para Todos“.
Pero si el incremento de subsidios viene en aumento, generando más presión impositiva y más dificultades de despegue de la economía, y los subsidiados no logran salir de la pobreza…¿Quiénes sí se benefician con este sistema que sigue en aumento? Simple, la clase política.
Sin importar el partido, todos los políticos aparecen como los salvadores de los más humildes promentiendo mantener o incrementar las asignaciones, dependiendo si se encuentran en el oficialismo o la oposición.
Este camino no es neutral en la economía real (además de haber sido ineficiente para solucionar el problema de la pobreza) ya que a más Estado menos posibilidades de empleo y desarrollo en la economía privada, que al fin y al cabo es la que mantiene al mismo Estado.
La locura de los subsidios ya no se limitan a los más necesitados. El kirchnerismo dejó un país subsidiado con “beneficios” para diversos grupos que van desde empresarios industriales a productores cinematográficos. Hoy todos hoy requieren vivir de la teta del gobierno que no parece dispuesto a poner un límite, aún ante el cambio de gobierno y supuesto signo político.
El país requiere desesperadamente una dirigencia que proponga la osada idea de terminar con todo esto. Abandonar el esquema de subsidios no solo generaría en el corto plazo un incremento de productividad en toda la economía, sino que las personas más necesitadas multiplicarían sus chances de ingresar a un trabajo formal.
Cambiar al subsidio por el trabajo y recuperar el valor moral de alimentar a la familia con el sudor de la frente cambiaría la mentalidad de un país que ya tiene casos de tres generaciones que nunca han tenido un empleo. Lo paradójico es que el mismo esquema de asistencialismo es uno de los mayores responsables de esta tragedia.