El peronismo, a pesar de ser el espacio político-cultural predominante en Argentina (no porque la mayoría sea peronista, sino porque es el mayoritario grupo organizado) tuvo problemas desde la desaparición de su fundador del plano terrenal. Bueno, lo de “desaparición” es relativo, ya que las imágenes de Perón y Evita tienen más uso y vigencia que cualquier otra cosa.
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Para 1983, con el regreso de la democracia luego del último Gobierno militar, Ítalo Luder se convirtió en el primer candidato a presidente del Partido Justicialista en perder una elección, ya que el fundador del movimiento se impuso en las tres que compitió. Cayó frente a Raúl Alfonsín que representó mejor para los argentinos los nuevos tiempos democráticos. Cabe destacar incluso que Luder fue el candidato de la “amnistía” para los militares y que Alfonsín los juzgó y los puso presos…momentos de la historia incómodos para el relato kirchnerista.
Con motivo de las elecciones de 1989 Carlos Menem, gobernador de La Rioja, y Antonio Cafiero, gobernador de Buenos Aires, se cruzaron en una interna interesante que se debatió en cada pueblo del país. El fenómeno jamás se repitió en el Partido Justicialista.
Cuando Menem terminaba su mandato, Argentina todavía no tenía habilitada constitucionalmente la reelección, por lo que Eduardo Duhalde aparecía como el número puesto como el candidato de un espacio al que le estaba yendo bien. El acuerdo Alfonsín-Menem denominado “Pacto de Olivos” permitió la reelección y Duhalde quedó fuera de juego. El enfrentamiento interno entre ambos fue tal, que hasta se comenta en los ámbitos políticos que Menem “ayudó” a Fernando de la Rúa con tal que Duhalde pierda la elección de 1999.
La cuenta se saldó en 2003 cuando Duhalde hizo lo posible para frenar a Menem partiendo al Partido Justicialista e impulsando a Néstor Kirchner, al que hizo presidente.
El día de hoy pocos recuerdan que la tragedia del kirchnerismo fue el resultado de una “interna” peronista.
Luego de los 12 años del kirchnerismo, el panorama del peronismo en las elecciones legislativas de este año es más complicado que nunca.
En la provincia de Buenos Aires, Cristina Kirchner, que maneja la estructura legal y formal del partido, decidió presentarse por “afuera”, ya que su ex ministro del Interior y Transporte, Florencio Ranazzo, se anotó para competir.
Luego de la confirmación de la candidatura de Cristina por el Frente Unidad Ciudadana (que generó bromas en redes sociales por la abreviación del “FUCK” (Frente Unión Ciudadana Kirchnerista), Randazzo se encontró con la sorpresa que el dirigente kirchnerista Mario Ishii se anotó para la primaria del justicialismo. La novedad haría que Randazzo tenga que compartir su espacio en radio y televisión, porque están regulados y divididos por espacio político. Hasta anoche el randazzismo, que hasta ayer pedía democracia y competencia, evaluaba también presentarse por afuera del partido, dejando (al igual que Cristina) el sello peronista para otro candidato.
En la Ciudad de Buenos Aires, donde el macrismo ganará seguramente el primer puesto, el espacio peronista tendrá una primaria con tres propuestas diversas: Un candidato K, un joven representante de un nuevo partido de izquierda y el partido del allegado al Papa Francisco. Como si el cocktail no fuese lo suficiente llamativo, en el grupo se encuentra el Partido Comunista, que a pesar de no presentar lista propia acompaña.
En el interior del país el panorama también es diverso: En Córdoba el kirchnerismo quedó afuera de la primaria entre peronistas tradicionales y massistas, y en Santa Fe sí debatirán la interna peronistas y kirchneristas.
Cabe destacar que en las primeras contiendas electorales del año, cuando el kirchnerismo fue por fuera del peronismo, obtuvo resultados deplorables. Definitivamente, la efectividad del peronismo en su conjunto como oficialismo es muy distinta que cuando le toca el rol de oposición.
Un temor de todos los protagonistas dentro del peronismo tiene que ver con los requisitos burocráticos en las presentaciones de listas, partidos y candidatos. Las lealtades de los apoderados son fundamentales y las inquietudes alrededor de los requisitos meramente formales son las protagonistas de la semana. Por ejemplo, en Buenos Aires el espacio de Randazzo debe enfrentar al entramado legal del partido que debe inscribir su candidatura, pero que responde políticamente a Cristina, que se presenta por otro frente. Más allá de con quien juega cada uno, que todavía no está claro, la cuestión es con quien jugará el día después de las elecciones.
Lo que quede en pie de este escenario encarará el rival del macrismo en 2019. La pregunta es si será la ex presidente con un kirchnerismo sobreviviente o si se repite la historia del partido que deglute y traiciona a los ex referentes que no desean jubilarse como pasó primero con Menem y luego con Duhalde.