English Después de más de medio siglo en el aislamiento, el pasado 3 de junio fue la primera vez que a la disidencia cubana se le permitió asistir a la 44ta Asamblea General de la Organización de Estados Americanos en Asunción, Paraguay.
Entre ellos se encontraba el abogado Veizant Boloy, que trabaja en La Habana trabaja para Cubalex, organización sin fines de lucro que ofrece asistencia legal gratuita a los ciudadanos de la isla. Esta semana PanAm Post pudo entrevistar a este activista, cuya lucha por la democracia y los derechos humanos en Cuba lo ha llevado a ser vocero de la oposición política, aun cuando en ocasiones le ha costado su propia libertad.
Entendemos que tuvo la oportunidad de intercambiar algunas palabras con José Miguel Insulza. ¿Cómo fue su encuentro con él?
Tuve la suerte, luego de intentar hablar con José Miguel Insulza, Secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), de encontrármelo en el pasillo ante la prensa extranjera, y con premura, de improviso le dije:
—Señor Secretario, usted nos abandonó en La Habana —él se viró de frente.
— ¿Por qué?
—Cuando usted estuvo en La Habana, a finales de enero en la Cumbre de la CELAC, yo estuve detenido por celebrar un evento como este sobre Derechos Humanos.
—No te conozco. No te vi —me respondió.
—Claro que no, si yo estaba preso.
—Es un placer. Luego, si deseas, podemos seguir conversando —me dijo.
Paralelo a la cumbre de la CELAC, en enero, pensábamos celebrar en La Habana el II Foro Democrático de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos, evento que se promocionó bastante y por el cual se realizaron más de 200 detenciones en la isla.
Entre los detenidos estuve yo, que era uno de los organizadores. Fui secuestrado en medio de la calle, sin darle información a mi familia de mi paradero, me privaron del derecho a una llamada telefónica, me amenazaron, intentaron desnudarme, me tomaron las huellas, me grabaron, me fotografiaron y me levantaron un expediente de criminalidad.
Nuestro equipo de Cubalex envió inmediatamente la información de mi desaparición a los representantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), para aprovechar que Insulza se encontraba de visita en la isla por el evento de la CELAC, pero nunca se pronunció sobre mi detención.
¿Cómo ha sido su experiencia como representación de la disidencia cubana en la Asamblea de la OEA?
La sociedad civil cubana durante años ha sido olvidada, tanto por su gobierno que no la “reconoce”, como también por una parte importante de la comunidad internacional que no cree que la oposición en Cuba ha madurado.
Por razones obvias, el gobierno cubano siempre ha intervenido en eventos sobre derechos humanos, apela a derechos como la soberanía de los pueblos y su autodeterminación, y denuncia la injerencia de países extranjeros que según ellos “financian proyectos mercenarios a disidentes, para desestabilizar su economía y a su seguridad nacional”.
Con viajes como este el gobierno de la isla paga un costo político irreversible, porque la oposición de la isla demostró que vive, respira y le puso voz a su reclamo. Dejó en evidencia que creció cualitativa y cuantitativamente.
Al participar en la 44° Asamblea de la OEA en Asunción, después de más de 50 años de ausencia, nos legitimamos como sociedad civil, pues alcanzamos ganarnos la confianza de otras naciones que esperan un cambio democrático en la isla, y a la vez obtenemos un reconocimiento social de otras organizaciones.
Yo, por ejemplo, conté con el apoyo de mi amigo Gabriel Salvia, a quien agradezco por haberme inscrito en la Asamblea a través de su organización, el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) (*).
¿Hay un mensaje en particular que desea enviar a la comunidad internacional con su participación?
El tema de la democracia se pierde cada vez más entre gestos evasivos de los políticos. Los que aplauden a países como Cuba es porque le ponen un valor económico y un interés financiero a su mal llamada democracia. El respeto a los derechos humanos y la honestidad de estos gobiernos se ve condicionado a intereses burgueses y a favor de las oligarquías.
Existen democracias reales, representativas, modernas, gobiernos suaves, autoritarios, totalitarios, pero no podemos hablar de democracia sin hablar de respeto real a los derechos humanos.
¿Cómo percibe la efectividad de la OEA como organización internacional frente a dictaduras y violaciones de derechos humanos?
Creo que hasta ahora la OEA no ha sido tan efectiva. No por ella misma, sino por los gobiernos dictatoriales que no respetan leyes, ni tratados, ni la Carta Democrática Interamericana. Creo que la OEA debe revisar sus leyes, pero no dejar de existir; es lo único que tenemos, es lo único que nos queda a todos los países de la región.
Por ejemplo, la CIDH ha emitido más de 10 medidas cautelares a favor de ciudadanos cubanos que residen en la isla, entre ellas una grupal a favor de más de 200 Damas de Blanco. Sin embargo, en estos momentos persiste la situación de riesgo para todos ellos porque el gobierno hace caso omiso a estas medidas.
(*) Nota del editor: CADAL auspiciaba el II Foro Democrático en Relaciones Internacionales y Derechos Humanos organizado por Boloy. Su director, Gabriel Salvia, iba a asistir a este evento, sin embargo, fue detenido en el aeropuerto de La Habana por los agentes de seguridad del Estado, y se le prohibió la entrada a Cuba. Salvia fue inmediatamente deportado a Argentina.