EnglishA los narcotraficantes “se les acabó la fiesta”, según el Presidente de Honduras Juan Orlando Hernández. Desde su investidura el pasado enero, Hernández ha concentrado todos sus esfuerzos para luchar contra el narcotráfico en su país. Honduras, como otros países de Centroamérica, se ha convertido en un centro logístico y en lugar de tránsito para el tráfico de estupefacientes, provenientes de Sudamérica con destino a México y a los Estados Unidos. Por esta razón, el primer mandatario ha accedido a trabajar de cerca con el gobierno de Barack Obama, a través de una operación de bloqueo naval y aéreo en las costas hondureñas.
El Ministro de Defensa de Honduras, Samuel Reyes anunció la semana pasada que el Comando Sur de los Estados Unidos reactivaría su servicio de guardacostas en aguas internacionales cerca de Honduras, y de esta manera, fortalecer el escudo naval hondureño. Desde esta semana, el gobierno estadounidense enviará cuatro buques armados, dos guardacostas y dos fragatas.
Estos barcos operarán como escudos en aguas internacionales cerca de las costas de Honduras y trabajarán en coordinación con la Fuerza Naval hondureña. Una fragata estaría situada en el océano Atlántico y otra en el Pacífico. Colaborarán en funciones de vigilancia, inteligencia e interdicción en aguas internacionales, ayudando a identificar los barcos sospechosos de transportar drogas y compartir esta información con las autoridades militares hondureñas para proceder con la “interdicción” — jerga militar para referirse a interrumpir las líneas de comunicación y aprovisionamiento del sospechoso.
Las operaciones navales contarán con el apoyo de aeronaves estadounidenses encargadas de patrullar el área, que sobrevolarán los espacios aéreos nacionales e internacionales con el permiso de las autoridades de Honduras. Los sospechosos aprehendidos en esta operación serán juzgados en Honduras o Estados Unidos, dependiendo del espacio marítimo donde sean capturados.
El Presidente Hernández ha mostrado una gran confianza en el éxito de esta operación. El pasado viernes reiteró que el problema del narcotráfico en Honduras «es de vida o muerte», en el cual, el escudo naval «va a ayudar mucho». Al mismo tiempo, el primer mandatario culpó a la población de consumidores estadounidenses, quienes alimentan el negocio del narcotráfico que tanto aqueja a la nación. «El apoyo debe ser integral, porque este no es un tema sólo de Honduras, nosotros sufrimos por los adictos (a la droga) de allá, de Estados Unidos», declaró Hernández.
Además de la cooperación estadounidense, el Congreso Nacional de Honduras aprobó la Ley de Protección de Espacios Aéreos que faculta a la Fuerza Aérea hondureña de derribar cualquier avioneta que ingrese de forma irregular a su espacio aéreo y sea sospechosa de trasladar drogas por el Caribe. La ley, que fue aprobada en enero, entró en vigor a principios de marzo; sin embargo, el Ministro Reyes ha admitido que a pesar de la legislación, las operaciones de narcotráfico han continuado.
Ante la amenaza de ser derribados, los capos han cambiado sus rutas transportando la droga por medios marítimos a través de contenedores que llegan al Puerto Cortés, el más grande del país; y a través de vuelos cortos con escalas en Panamá y en Nicaragua, que luego entran a La Mosquitia hondureña — bosque tropical húmedo entre Honduras y Nicaragua — en avionetas fumigadoras y así evitan ser detectados por radares. Según un reporte del Departamento de Estado, el 79% de los vuelos con drogas que salen de Sudamérica pasan por la zona de La Mosquitia ubicado en Honduras.
La ley de exclusión aérea también ha despertado preocupación por parte del gobierno estadounidense. En enero, William Brownfield, subsecretario de Estado de EE.UU. para Antinarcóticos y Seguridad y John F. Kelly, jefe del Comando Sur, han visitado a Hernández para expresar su inquietud con la legislación, alegando que en algunos casos de estas «narcoavionetas» podrían estar agentes encubiertos de inteligencia norteamericana.
No obstante, se llegó a un acuerdo con los funcionarios estadounidenses para reforzar la vigilancia en las vías marítimas del narcotráfico. Según fuentes de inteligencia del Comando Sur, el 80% de la droga proveniente de Sudamérica con destino a Estados Unidos pasa por mar, y solo el 20% por vía aérea.
La fallida Guerra contra las Drogas
El narcotráfico ha penetrado las instituciones públicas, hallando en el poder judicial y en la policía el amparo necesario para continuar con sus operaciones en el país. Igualmente, las consecuencias se reflejan en la violencia generalizada que aqueja a la sociedad hondureña. En una entrevista con el diario La Tribuna, el extitular de la Fiscalía General de la República Ángel Edmundo Orellana, consideró que “se ha ido creciendo el trasiego, al grado que hoy somos un país, prácticamente secuestrado por el narcotráfico”. Esta situación, según Orellana, “es responsabilidad del abandono que Estados Unidos ha tenido particularmente a Honduras”.
Sin embargo, hay quienes difieren y no consideran que el consumo de los Estados Unidos pueda de alguna manera contrarrestar o aumentar el narcotráfico en Honduras. Juan Carlos Hidalgo, analista de Políticas Públicas sobre América Latina en el Cato Institute, sostiene:
«Si bien el mercado estadounidense es el más importante, no es el único que cuenta. El consumo de drogas ha ido en aumento en otras regiones, como Europa del Este y Asia Central, incluso en el Medio Oriente. Esto indica que, aun si EE.UU. lograra controlar el consumo de sustancias ilícitas en su territorio (algo que no ha conseguido en más de 40 años de combate contra las drogas), otras regiones podrían cubrir cualquier laguna en la demanda. Habrá demanda para rato, y, por tanto, también habrá oferta».
En este sentido, parecería que el problema del narcotráfico no tiene salida; sin embargo, Hidalgo considera que sí hay una solución: la legalización. El analista explica que «al legalizar las drogas, los gobiernos tendrían más control sobre el mercado de estupefacientes; podrían regular y gravar su producción y venta, como ya hacen con el tabaco y el alcohol».
Honduras sigue siendo uno de los países más peligrosos del planeta, y el Presidente Hernández acusa al narcotráfico como culpable de esta violencia. Hidalgo opina, «la mayor ventaja de la legalización es que ahuyentaría en gran medida a los elementos criminales del negocio de las drogas, lo cual haría disminuir, si no erradicar, la violencia y la corrupción asociadas a la prohibición. Ningún defensor de la legalización ha dicho que ésta sea la panacea. Sin embargo, sí es sustancialmente mejor que la patentemente fracasada Guerra Contra las Drogas».