EnglishEn un intento fútil para contrarrestar la mala publicidad obtenida por la ola de protestas en el país, la Embajada de Venezuela en Washington ha emitido un comunicado a través del cual intenta vender la idea de que hay tantas personalidades apoyando al régimen de Maduro, que habilitarán un espacio en su sitio web donde publicarán la lluvia de declaraciones de solidaridad que reciben a diario. ¿Por qué un régimen, que se ha caracterizado por ser “anti-yankee”, de repente le importa tanto lo que el exterior piense de él? ¿Por qué necesita de extranjeros para legitimar lo que no puede lograr con con sus propios ciudadanos?
Si hay una lección que Maduro pudo aprender de Chávez es la importancia de la publicidad del Socialismo del Siglo XXI. El fallecido presidente supo mercadear la revolución bolivariana y vender la idea de la demagogia y el populismo como “reflejo de reivindicación de los pueblos”, la perpetuación en el poder como “la continuación del proyecto” y el autoritarismo como “la defensa de la patria frente a grupos fascistas”. Todas estas banderas no fueron creadas de un día para otro, tomaron tiempo, mucho trabajo, y sobre todo, mucho dinero.
Sin embargo, a veces no se necesita tanto esfuerzo para vender el socialismo. Siempre hay aquellos que dentro de una burbuja del desarrollo ven el socialismo como la equivalencia a ayudar a los pobres, el Che como el símbolo de rebelión y a Marx como aquel señor con barba que hablaba de lucha de clases. Jamás se imaginan que socialismo significa literalmente lo que Churchill calificaba como “el reparto equitativo de la miseria”.

Celebridades como la supermodelo Naomi Campbell, cuya fortuna se aproxima a los US$46 millones, han venido a Caracas a ver de cerca el experimento socialista y mostrar expresamente apoyo a su creador.
Campbell, quien tuvo la oportunidad de entrevistar a Chávez, salió encantada con lo que había visto. En su conversación, el fallecido presidente le insistía: “No tenemos un solo prisionero político. No hemos matado a nadie. Hemos prohibido que se detenga a la gente por motivos políticos (…) Aquí se respetan los derechos humanos. No creo que haya ningún país del mundo con mayor libertad de expresión” que Venezuela.
Evidentemente Campbell no pasó por el Helicoide a visitar a Iván Simonovis, preso político de hace diez años, o a todos aquellos que han sido encarcelados sin el proceso judicial “garantizado” por la Constitución, sólo porque representan una oposición que podría implicar una amenaza a la estabilidad del régimen.

Danny Glover, otro actor ya casi retirado del mundo del cine, ha decidido visitar en varias ocasiones el “paraíso” socialista, para luego regresar a su cómoda vida en los Estados Unidos.
En su última visita, Glover hizo un llamado a respetar el gobierno de Maduro, en medio de todas las protestas, porque éste había sido elegido a través de un “proceso democrático, transparente y justo que Venezuela ha venido perfeccionando durante más de una década”. ¿No le parecerá a Glover un poco sospechoso que el mismo proceso “democrático” y “transparente” que ha ido perfeccionando el régimen chavista los ha mantenido en el poder por 15 años? ¿Será que Glover no se preguntará por qué la gente protesta tanto si todo es bueno en socialismo?
Celebridades como éstas no se reunieron con la otra mitad del país, si acaso habrán dado dos pasos fuera del hotel donde se hospedaron y los tours dirigidos por el gobierno. Estas personalidades salen a apoyar un socialismo desde las comodidades de la cuna del capitalismo, el mismo que tanto critica el gobierno venezolano, viendo desde lejos las maravillas de vivir en un país “socialista” pero en el cual ni pensarían mudarse.
Sin embargo, la publicidad que Michael Moore, Oliver Stone, Sean Penn, Glover o Campbell puedan aportar a este régimen no importa porque ya la máscara se ha caído. La reciente sacudida de protestas en Venezuela ha significado una alta dosis de mala publicidad para Maduro, y no hay visita de celebridad que pueda esconder esto. La comunidad venezolana y los medios internacionales en el exterior han logrado informar sobre la represión y el colapso económico que vive el país, logrando mostrar una versión muy distinta a la pintada por estos artistas “amantes del socialismo”.

¿Cómo se puede tomar en serio la opinión de alguien cuya fortuna ha sido lograda a través de las maravillas del capitalismo y venga a Venezuela, un país con nula libertad económica o política, a dar lecciones de socialismo?
Son personas que no tienen idea de lo que es hacer una cola de horas para poder conseguir leche o harina, no saben lo que es ser víctimas de la delincuencia y descubrir que son los mismos policías “garantes de la seguridad” quienes están detrás de todo, y mucho menos saben lo que es vivir bajo la incertidumbre de no saber si su propiedad privada será despojada al día siguiente. ¿Qué pensaría Naomi al ver su casa de la playa ser invadida por damnificados?
La visita de por sí es contradictoria, y pierde cualquier efecto de legitimidad que el régimen pretenda conseguir. Maduro necesitará, además de unas cuantas lecciones de economía, mucho más que una buena foto para convencer al resto del mundo que en Venezuela sí se vive democracia.