Esta semana las FARC entregaron 119 menores, según el comunicado emitido por el Comité de la Alta Consejería para los Derechos Humanos, pese a esto las dudas persisten. Una de las razones es por la práctica habitual de esta organización de emplear marketing ideológico para encubrir la verdad, especialmente si se tiene en cuenta el informe de la Dirección Análisis y Contexto (DINAC) de la Fiscalía General de Colombia, en donde se determinó que los mayores reclutadores de niños de este grupo fueron Iván Márquez, Isaías Trujillo, Rubín Moro y alias Sargento Pascuas. Esto significa que el segundo al mando de esta estructura es el autor intelectual de un crimen de lesa humanidad, lo que debería impedirle tener elegibilidad política. También revela las falencias que cometió el equipo negociador del Gobierno colombiano al permitir ganar en la mesa de diálogo, posiciones políticas a pesar de la debilidad militar de las FARC.
Discriminando el reclutamiento forzado por estructura criminal, según la DINAC, el Bloque Oriental reclutó 7.897 niños, eso quiere decir que Mauricio Jaramillo y Carlos Lozada, comandantes de esa estructura, son responsables de una infracción grave al Derecho Internacional Humanitario (DIH). A pesar de estas graves conductas delictivas, en la actualidad asumen el debate político en diversos medios de comunicación, tal vez esperando que no les recuerden el pasado criminal, y así alcanzar cargos políticos. La figura 1 indica cómo se distribuyó el reclutamiento de niños por parte de las FARC.
Figura 1. Reclutamiento de menores de edad según estructura de las FARC (cifras en miles)
El reclutamiento de niños es una línea roja, incluso dentro de la guerra, ya que rompe la unidad familiar afectando la formación de los menores. Debido a su proceso de maduración cerebral, los menores aún están en desarrollo, lo que los hace fácilmente influenciables, y esto termina degradando la confrontación bélica porque a través de la inoculación de odio y retaliación empleada por los ideólogos, la violencia termina amplificándose y transmitiéndose de generación en generación. Es por ello que grupos terroristas como Hezbolá y Hamás son repudiados por emplear niños quienes en su adolescencia acabarán transformándose en bombas humanas teniendo como único objetivo de vida asesinar la mayor cantidad de seres humanos por su etnia, religión o inclinación política, es decir, objetivos militares válidos dentro de una lógica estratégica perversa.
Las FARC no se diferencian en ese punto de estas organizaciones terroristas. Por eso es inadmisible la elegibilidad política de ideólogos como Carlos Lozada, Iván Márquez y Pastor Alape, que a través de su retórica revolucionara transformaron generaciones de niños campesinos en personas resentidas contra la sociedad que justifican cualquier acto violento o expropiación de los derechos de propiedad, como acto de justicia. Esta situación explica por qué jóvenes que nacieron o fueron moldeados al interior de las FARC no desean salir de las zonas de transición veredal o retornan a estas después de haber sido entregados a la Cruz Roja Internacional o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
Es cierto que debía abrirse una mesa de diálogo para detener las acciones bélicas, lo que implica mostrar la realidad del conflicto, con el objetivo de obtener verdad, justicia y reparación. Es por lo anterior que el Centro Nacional de Memoria Histórica elaboró un informe llamado “Basta Ya”, donde pretendía abordar la investigación de la guerra de forma objetiva. El capítulo uno, en relación con el tema de reclutamiento de niños, indaga sobre quiénes fueron los principales reclutadores, siguiendo una metodología de entrevistas en profundidad a las víctimas en hechos representativos, lo que dio como resultado que las FARC son responsables del 60 % de los casos, seguido de grupos paramilitares con el 20 % y, finalmente, el ELN con responsabilidad del 15 % de los hechos; confirmado la investigación judicial de la DINAC. Lo novedoso con el reporte del Centro de Memoria Histórica es que al emplear inteligencia artificial para analizar el contexto de lo escrito por esta institución, arroja una nube de palabras como se puede apreciar en la figura 2, revelando que el reclutamiento forzado de menores era una práctica que tenía como meta forzar el desplazamiento de población que no fuera afín al objetivo de la organización criminal, además, de emplearse para la esclavitud sexual y como una forma de obtener favores sexuales de las mujeres que quería evitar el reclutamiento siendo menores. Igualmente se encuentra la palabra discurso, es decir, lo empleaban para adoctrinar menores, situación que corrobora el hecho de que los menores no desean abandonar las zonas veredales, confirmando la responsabilidad ante la justicia internacional de los líderes de las FARC.
Figura 2: Análisis Informe “Basta Ya” sección Reclutamiento de Niños
Un informe como estos no es solo manejo de cifras o el tipo de metodología empleada, también juega la narrativa que moldean los investigadores. Es curioso que a pesar de que las FARC son el principal grupo reclutador, la sigla de este grupo armado no aparece mientras que el vocablo paramilitar si esta referenciado en el reporte. La inteligencia artificial para analizar texto tiene en cuenta frecuencia de las palabras y relevancia dentro del documento, ¿acaso el Centro de Memoria Histórica, a pesar de poseer cifras concluyentes, es tendencioso en la construcción del discurso tal como lo revela el análisis de minería de texto?
Los líderes de las FARC son responsables del reclutamiento masivo de niños, lo emplearon como estrategia sistemática bajo una estructura de mando y control con el objetivo de desplazar población incomoda a sus objetivos, además de usarla como una forma de esclavitud sexual moderna. Ahora, el Estado debe recuperar mediante política de intervención a estos jóvenes, de lo contrario, el discurso de lucha de clases, odio y crimen justificado puede resultar nefasto para su reincorporación a la vida civil, pues sería una bomba de tiempo que amenazaría el gran objetivo de la no repetición.