
Kim Jong-un, líder supremo de Corea del Norte, ordenó el 5 de julio de 2017 el lanzamiento del misil Hwasong-14 con fines experimentales. Este artefacto recorrió 37 minutos y cayó en aguas del mar de Japón, aumentando la probabilidad que se desate una confrontación bélica.
Desde que inició este programa, en el periodo entre 2006 hasta 2016 se dispararon 15 misiles, sumado a 5 test nucleares, mientras que en 2017 se han realizado 11 pruebas con cohetes de largo alcance; lo que indica el avance balístico de Corea del Norte. Bajo estas circunstancias, surge la hipótesis de una guerra, lo que implica analizar potenciales estratégicos de las fuerzas militares de este país. Esto requiere revisar el arsenal convencional, la verdadera proyección del sistema de cohetes de largo alcance, así como la capacidad de producir guerra electrónica.
La fuerza aérea de este régimen está compuesta por aviones de combate MIG-29, MIG-23, MIG-21, SU-25 y SU-7 (ver reporte), estas son plataformas aéreas que nacen entre 1960 y 1980, es decir, tecnología obsoleta que no podría enfrentar cazas de combate F-18 de la armada de los Estados Unidos. Además, la crisis económica coreana permite inferir que parte de esta tecnología no debe tener un buen mantenimiento, sumado a la falta de experiencia de los pilotos en combate. Ahora, en relación con el sistema terrestre, posee 1.000 vehículos blindados T-55 y T-62 (ver video) que estarían en desventaja frente a los tanques de la caballería norteamericana M1-Abrams.
En cuanto a la protección del área norcoreana, esta posee una extensa red de radares creando una sombrilla electrónica que cubre todo el país (ver imagen), pero la capacidad de invisibilidad de los bombarderos B-2 y los cazas F-22 y F-35 anularían la red comunicaciones antes que los sistemas de alerta detectaran una invasión del espacio aéreo. Su infantería posee 1.200.000 soldados (ver reportaje), sin embargo, no conocen un campo de batalla real; además, esta tropa depende del comando y control, en un ataque a Corea del Norte estos serían el primer blanco eliminado, cortando la coordinación. De tal forma, las unidades terrestres quedarían expuestas a tecnología militar de punta y fuego de tropas fogueadas en teatros de guerra. A pesar de la debilidad del ejercito convencional, la artillería Koksan (ver video) y Tochka (ver video) es potente, lo que provocaría gran cantidad de víctimas fatales en Seúl, capital de Corea del Sur.
El programa balístico-nuclear está compuesto por una cadena de cohetes, que van desde el KN-02 que alcanza 120 km, hasta el KN-08, que podría llegar a 11.500 km (ver informe). Adicionalmente, no basta con lograr el recorrido, sino que además debe ubicar el blanco mediante sistemas de guía y precisión, algo que aún no adquiere el régimen de Kim Jong-un. Paradójicamente, el misil más peligroso es el KN-11, que solo alcanza 1000 km, pero podría ser operativo dentro de un submarino (ver video); si esto llegara a suceder, la estrategia norteamericana en el área estaría anulada, porque esta diseñada para destruir misiles en tierra, no dentro de una plataforma naval; sin embargo, los submarinos Gorae son experimentales (ver reportaje), no poseen defensa aérea y solo pueden lanzar misiles a 15 metros de profundidad, lo que provocaría su hundimiento antes de hacer efectivo un disparo de estas características.
Por otra parte, el programa de guerra electrónica de este país ermitaño, está altamente desarrollado y puede llegar a ser la parte más efectiva de su arsenal bélico (ver reportaje). A pesar de la desindustrialización, han construido un sistema electrónico con fines militares para crear bombas lógicas y virus informáticos que podrían atacar todo sistema conectado a un computador, por ejemplo, redes de agua, gas, electricidad, comunicaciones, torres de control aéreas, sistema de mando y control militares, entre muchos otros. De tal forma que, si lanzaran un ataque electrónico a gran escala, no habría qué neutralizar, porque Corea del Norte no posee una economía industrial ni tecnológica.
A pesar de la debilidad del régimen norcoreano, este ha logrado crear una estrategia que ha forzado a su contraparte a no atacar, en primer término, Kim Jong-un actúa de la mejor forma para mantener el régimen y disuadir un ataque o invasión, eso lo hace racional. según Daniel Kahneman, nobel economía, se valora más la pérdida que la ganancia (figura 1); es decir, que si está atrapado en un juego de poder interno o su régimen puede ser derrocado por una potencia extranjera, difícilmente cederá ante sanciones económicas, resoluciones de la ONU, ni tampoco aceptará el diálogo tal como lo propuso Donald Trump (ver nota).
Figura 1. Pérdidas y ganancias
Fuente: Tversky, A., & Kahneman, D. (1992). Advances in prospect theory: Cumulative representation of uncertainty. Journal of Risk and uncertainty.
Finalmente, se puede emplear la teoría de juegos (tabla 1) para realizar un escenario que permita predecir un escenario de confrontación. Corea del Norte posee 2 estrategias: seguir su programa balístico o detenerlo y negociar con la comunidad internacional, mientras la coalición puede tener paciencia estratégica, esto es, seguir recurriendo a la diplomacia o lanzar un ataque militar.
Tabla 1. Teoría de juegos: estrategias frente a Corea del Norte
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De acuerdo con este modelo, existen dos equilibrios de Nash, resaltados en naranja, que a la vez son posibles soluciones óptimas, pero para los confrontados, no para el resto del planeta. Aquí un país pierde y otro gana, según la decisión que tomen. Adicionalmente, los puntos dentro del juego son recompensas por reputación, cuando disminuye el valor, son pérdidas por bajas civiles o credibilidad de disuasión.
Este juego podría tener otro resultado, que es la celda azul, lo cual significa que podría darse una confrontación militar, ya que las pérdidas de Corea del Sur podrían ser minimizadas por la debilidad del ejército norcoreano. Esta probabilidad aumenta por las condiciones internas del régimen, así como por la estrategia de Estados Unidos de no permitir que Japón o Corea del Sur obtengan armas nucleares, situación que sucedería si Corea del Norte hiciera operativo su programa nuclear. En pocas palabras, el mundo está atrapado en un dilema donde no existen buenas opciones.