El mundial de fútbol Catar 2022 ha sido sin duda el más polémico de la historia. Las violaciones a los derechos humanos, las restricciones civiles por interpretaciones extremas del Islam y la muerte de al menos 6500 trabajadores durante la construcción de los estadios –la gran mayoría inmigrantes sometidos a abusos y explotación laboral– han sido realidades difíciles de ocultar. Sin embargo, para intentar minimizar esta lista de cuestionamientos y anotarse un punto en materia de inclusión, los organizadores del evento apostaron por visibilizar en la ceremonia de inauguración un caso de discapacidad que además desmonta el relato “progresista” sobre el aborto como un “derecho”. Se trata del joven catarí Ghanim al Muftah, a quien sus padres se negaron a abortar pese a las recomendaciones médicas por no tener piernas, pero hoy es un gran emprendedor, influencer y coach motivacional que ha dejado claro que «nada es imposible».
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Con ese lema lleva adelante su propia página web y la campaña mediante la cual alienta al mundo a no limitarse. Cuando muchos ya se hubiesen rendido, él, sin piernas, se ha convertido en el emprendedor más joven de Catar y en inspiración para sus tres millones de seguidores en Instagram. Pero ahora el mundo entero conoce su historia al haber aparecido en la inauguración del mundial junto al actor estadounidense Morgan Freeman.
Tras superar el bullying en su infancia, Ghanim al Muftah se dedicó a dar charlas motivacionales a personas con alguna discapacidad, montó su propio emprendimiento, la empresa de helados Gharissa Ice Cream, y estudia Ciencias Políticas en Reino Unido.
El Síndrome de Regresión Caudal
Desde que estaba en el vientre, su familia ya sabía que no se iban a desarrollar sus piernas y los médicos aconsejaban abortarlo y preservar a su hermano gemelo. Pero sus padres se negaron y decidieron tenerlos a ambos. «Yo seré su pierna izquierda y tú serás su pierna derecha», le dijo la madre al padre del joven.
Como un equipo, la familia salió adelante. El 5 de mayo de 2002, Ghanim al Muftah, el joven sin piernas que inauguró el mundial, nació con un raro trastorno congénito llamado Síndrome de Regresión Caudal que afecta el desarrollo de la mitad inferior del cuerpo, incluyendo parte de la columna vertebral. Entre otras anomalías, los huesos de la parte inferior de la columna pueden ser anormales o incluso pueden faltar, como es su caso.
A lo largo de su vida, el joven aprendió a centrarse en lo que tiene; no en lo que le falta. Por eso, Ghanim eligió mostrar su fortaleza física y espiritual y salir a la cancha con la fuerza de sus brazos y no en una silla de ruedas.
Cristiano Ronaldo, salvado del aborto
La historia de Cristiano Ronaldo tuvo un inicio similar, pero con el guion al revés. La madre de la estrella de la selección de Portugal quiso abortarlo, debido a sus carencias económicas, pero en este caso fue el médico quien lo impidió.
En su autobiografía publicada en 2014 titulada: Madre coraje: la vida, la fuerza y le fe de una luchadora, Dolores Aveiro confesó que cuando quedó embarazada de Cristiano Ronaldo su idea era abortar, ya que sería su cuarto hijo y su situación económica era precaria. Pero el médico la persuadió para que no lo hiciera: “¡De ninguna manera! Usted tiene solo 30 años y ninguna razón física por la cual no pueda tener ese bebé. ¡Ya verá cómo es la alegría de la casa!”. Ella incluso probó con un remedio casero que le aconsejó una vecina pero no funcionó, lo que la convenció de tenerlo. “Si la voluntad de Dios es que este niño nazca, que así sea”.
Ahora, el niño que nació en la pobreza es millonario y el gran amor que tiene por su madre lo ha expresado afirmando: “Donde yo esté, ella estará siempre conmigo“. Madre e hijo son ahora destacados defensores de la vida desde la concepción.
El aborto en Catar y la doble moral progresista
Cristiano Ronald y Ghanim al Muftah protagonizan dos historias de éxito que están presentes en este mundial y que se pudieron haber visto frustradas con lo que hoy se ha querido imponer como el “derecho” al aborto. El primero por carencias económicas y el segundo por malformaciones genéticas. Con sus grandes diferencias, ambos nacieron y han logrado lo que muchas personas con recursos económicos y en perfectas condiciones físicas no han conseguido.
El aborto en Catar está permitido hasta los cuatro meses de gestación solo bajo dos circunstancias: cuando el embarazo ponga en riesgo la vida de la madre y cuando exista evidencias de que el niño nacerá con malformaciones físicas o deficiencias mentales y ambos padres estén de acuerdo. Los abortos deben ser recomendados primero por una comisión médica compuesta por tres especialistas y deben realizarse en un hospital gubernamental. La segunda causal aplicaba para el caso de Ghanim al Muftah y contaba con la recomendación médica exigida por la ley, pero ambos padres decidieron traerlo al mundo.
Para la Organización de Naciones Unidas (ONU) no es suficiente con el hecho de que en Catar se permita abortar hasta los cuatro meses de gestación –cuando incluso es posible conocer el sexo del bebé– bajo las mencionadas circunstancias contempladas en su Código Penal, pues se incluye en la lista de países restrictivos por el hecho de que no es legal abortar por simple voluntad y sin limitaciones, como exigen movimientos feministas.
Sin embargo, parece que se ignora el hecho de que en Catar hay mujeres que se ven obligadas a abortar por haber quedado embarazadas sin estar casadas y bajo el extremismo islámico se considera ilegal tener un hijo fuera del matrimonio. De esta manera queda en evidencia la doble moral progresista ante la parcialidad por la defensa del “derecho” al aborto cuando no se defiende el derecho a la vida, pues hay mujeres que así quieran tener a sus hijos deben abortarlos por motivos religiosos.
Un ejemplo de superación en un país con grandes deudas
Catar no es firmante de la Declaración de consenso de Ginebra, creada por EE. UU. y Brasil bajo las gestiones de Donald Trump y Jair Bolsonaro, junto con el Grupo Africano, para enfrentar la agenda de la ONU de imponer el aborto como un derecho.
El caso de Ghanim al Muftah, el joven sin piernas que inauguró el mundial, muestra que niños como él que son perfilados para ser abortados por médicos que juraron salvar vidas, pueden terminar demostrando que “nada es imposible” en un país que alberga las mayores esculturas en el mundo que relatan la gestación de un bebé, pero que aún tiene una gran deuda en materia de derechos humanos, incluso de los no nacidos.