Luego de 16 días de paralizaciones, saqueos, disturbios e incluso emboscadas contra las Fuerzas Armadas, Ecuador logró vencer un intento de Golpe de Estado al gobierno de Guillermo Lasso. Las iniciativas que iniciaron con protestas indígenas y desembocaron en una iniciativa para destituir al jefe de Gobierno promovida por la bancada al servicio del expresidente Rafael Correa fracasaron. No lograron los votos suficientes, ni siquiera con irregularidades.
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Este episodio que se percibe como un robustecimiento en la imagen de Lasso frente a los manifestantes, también da un mensaje importante a países vecinos, así como a mandatarios que rodean a esta nación suramericana: Ecuador se mantiene firme a los intentos de la izquierda por desestabilizar a un país.
El libreto que promueve a la izquierda como solución al caos se ensayó en la región durante mucho tiempo. Su fuerza se amplificó en países como Colombia, con el paro nacional que impulsó Gustavo Petro y sus seguidores en 2021; en Chile con el estallido social del 2020 que causó grandes destrozos a la nación austral, y en Perú que tuvo a un seguidor de esta corriente de pensamiento, cuyo discurso populista sirvió para llevarlo al poder el año pasado.
No obstante, Ecuador, a pesar de los choques que se evidencian en las calles, ha sabido sortear las irregularidades de una iniciativa que anteriormente era tildada como protesta justa ante el panorama socioeconómico que se vive en el país. También se repuso a la serie de irregularidades que se detectaron en el proceso de destitución que pretendía urdir el correísmo.
Amenazas y sobornos: las tácticas para lograr la destitución de Lasso
Hubo una serie de irregularidades que los legisladores del Congreso de Ecuador denunciaron de forma reiterada. Al menos cuatro de ellos indicaron que su voto se cambió el voto que emitieron. Aparecía públicamente que apoyaron la destitución pero, ellos aseguran que no.
A su vez, están las amenazas contra los legisladores, al igual que el uso de sobornos de hasta medio millón de dólares. La vicepresidente de la comisión de fiscalización, Ana Belén Cordero, lo declaró en Radio Sucesos. También hay denuncias de acoso en los domicilios particulares de estos funcionarios.
Acaban de manipular el sistema de votación en mi curul. pic.twitter.com/dgL8HrUBG7
— Dalton Bacigalupo (@DBacigalupoB) June 29, 2022
Sumado al reclamo de la legisladora oficialista está el de varios de sus pares de distintos partidos, que han sido objeto de persecución. Vale resaltar el ejemplo del audio que circuló el portal 4pelagatos. En el clip se escucha a una persona indígena, quien no ha sido identificada hasta ahora, dando órdenes sobre cómo amedrentar a la legisladora Consuelo Vega de la bancada indigenista Pachakutik.
“Hay una estrategia, una forma de poderle convencer a la Consuela Vega. Ella tiene una gasolinera, tiene su casa al lado… Amenácenla diciendo que si no se anima a la muerte cruzada, se van a tomar la gasolinera, que se van a tomar la casa, los bienes”, relata la voz en el clip.
A su vez, había otro mensaje de audio dirigido al asambleísta indígena del pueblo shuar y la bancada Pachakutik, Celestino Chumpi, para que vote a favor de la destitución: “Si no votas a favor del pueblo, el pueblo te va a hacer pendejadas”.
La “muerte cruzada” para conseguir un nuevo presidente
A medida que las protestas iban tornándose cada vez más violentas, también se dieron a conocer “alternativas” sobre las posibles soluciones al conflicto. Entre las nombradas estuvo la destitución de Lasso, que ya fracasó, y era sostenida por el artículo 130 de la Constitución, que prevé que la Asamblea Nacional puede destituir al presidente en caso de “grave crisis política y conmoción interna” con el voto de dos tercios de los miembros de la Asamblea a favor de la iniciativa.
En caso de que dicha iniciativa prosperara, tendría lugar una “muerte cruzada”. Este concepto, que se incorporó en la Constitución, es el que establece que, ante una destitución del presidente, el Consejo Nacional Electoral debe convocar a nuevas elecciones presidenciales pero también legislativas, por lo que ambos poderes deben ser renovados juntos.
La aplicación de este recurso permitiría comicios presidenciales adelantados y reorganizar el Poder Legislativo, donde la oposición tiene mayoría (sobre todo la bancada correísta, UNES).
La tendencia a utilizar esta artimaña, posterior a la aplicación de un estado de excepción, viene en pie desde que Lenin Moreno, que fue el primer vicepresidente de Rafael Correa y cuando llegó a la presidencia le dio la espalda.
En 2019, Lenín Moreno enfrentó diez días de protestas a causa de la eliminación del subsidio a los combustibles, decretado en el marco de un acuerdo crediticio con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Después de paralizaciones, disturbios y el colapso de la economía ecuatoriana por causa del cierre de carreteras de las movilizaciones indigenistas, se logró la paz.
La Iglesia Católica tuvo un rol clave en la pacificación con el gobierno de Lenin Moreno, al igual que ahora con Guillermo Lasso. Esto no ha pasado en Colombia y Chile, donde la destrucción y la posterior cosecha política fue superior.
Líderes cristianos aseguran que el “cambio de sistema” que impone la izquierda en la región, al ser socialista en esencia, no admite la competencia. Por eso ataca toda institución que ofrece una base moral opuesta a su revolución.
Se ganó una batalla, la guerra continúa
La lucha que ha dado Ecuador frente a la ola desestabilizadora ha sido en el plano político, social, cultural y moral. Solo así ha podido detener la marea que ha teñido el subcontinente de rojo. Hoy en Ecuador el peligro es inminente, pues faltaban apenas un puñado de votos para lograr la destitución de Lasso y muchas de las manifestaciones en su contra siguen en pie.
Asimismo, el propio Lasso, con su discurso del “gobierno del encuentro”, ha integrado en su fórmula a personas que lo han traicionado, comenzando por el presidente de la Asamblea Nacional, Virgilio Saquicela, que votó para destituirlo.
No obstante, ha podido, al igual que su predecesor, detener el intento de derrocamiento. Una vez más Ecuador frena a la izquierda desestabilizadora. Se ganó una batalla pero, la guerra continúa.