La escasez genera valor. Es un principio fundamental de la economía. Por ende, acorde más escasos estén los tests para detectar coronavirus, más costosos se harán. Ante el brote de la variante omicron, las pruebas rápidas de COVID se han agotado. Por ello, distintos locales comerciales en Estados Unidos empezaron a incluirlas en su oferta y el precio se ha disparado.
Restaurantes, licorerías, tiendas de dulces y cocinas fantasma (venta de comida exclusiva para delivery) están vendiendo pruebas rápidas de antígenos a través de aplicaciones de entrega a domicilio como Seamless.
Los precios son cada vez más altos. Hasta 124,99 dólares por un “Covid Fighter Pack” (paquete para luchar contra el Covid) que incluye 2 pruebas de iHealth, un termómetro digital, 32 onzas de Gatorade, una caja de 124 Kleenex, 1 paquete de 16 cápsulas DayQui, 1 paquete de 16 cápsulas de NyQuil, una caja de Emergen-C Drink Mix y 1 bolsa de 24 Ricolas. Esto implicaría casi 50 % de aumento del precio original, considerando que en conjunto estos artículos suman unos 90 dólares. Así lo reseñó el medio estadounidense Vice.
En Nueva York, donde las medias han sido más estrictas que en la mayor parte del país, una licorería de Manhattan vende dos pruebas rápidas de Binax en Seamless por 80 dólares, cuando su venta detallada ronda los 24 dólares.
Asimismo, Liquid Assets, una licorería en Brooklyn, ofrece 2 pruebas rápidas de COVID iHealth por 39,99 dólares, cuando el proveedor las vende a 14 dólares.
Hasta las tiendas de mascotas ofrecen pruebas para detectar coronavirus. El local Pet Foods de Village Farm vende comida para gatos, comida para perros y varios tipos de pruebas rápidas a través de Seamless y Grubhub. Cobra 49,99 dólares por 2 pruebas rápidas de iHealth que cuestan 14 dólares por separado y 59,99 dólares por 2 pruebas de Access Bio, que tienen un costo de 16,75 dólares en tiendas Target. Las pruebas QuickVue las vende a 49,99 dólares, mientras que su costo es de 23,99 en las farmacias Walgreens. Las FlowFlex las tiene disponibles a 29,99 dólares cuando su costo es de 9,99. La opción más popular, la prueba rápida BinaxNow, cuesta 49,99 en Pet Foods, muy por encima de los 23,99 dólares a los que se conseguía en farmacias. Pero la escasez hace de las suyas e inevitablemente incide sobre los precios.
Sadly, BinaxNOW is BinaxMAYBELATER. pic.twitter.com/VXVz7HfJs8
— David Axelrod (@davidaxelrod) December 21, 2021
Solo la cadena de farmacias de Walgreens reportó 3,5 mil millones de dólares en ganancias trimestrales por las pruebas de coronavirus que ofreció, aumentando la demanda durante el brote de la variante omicron.
En el trimestre que terminó el 30 de noviembre administró 15,6 millones de vacunas y 6,5 millones de pruebas. En total, Walgreens administró más de 56 millones de vacunas, incluidos “más de 9 millones de refuerzos”.
Gobierno de Biden rechazó un plan de expertos en salud pública
La falta de pruebas y la necesidad de suplirlas desde el sector privado surge en buena medida gracias al entorpecimiento del acceso por parte del Estado. Según reporta Business Insider, la Administración Biden rechazó el plan de expertos en salud pública a finales de octubre que pedía la fabricación y el envío de más de 700 millones de pruebas rápidas de COVID-19 a los estadounidenses antes de las vacaciones de Navidad.
De acuerdo con este informe, el 25 de octubre los expertos de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard se comunicaron con la Casa Blanca a través de la plataforma Zoom para presentar un plan que pedía un “lote de pruebas para prevenir la oleada de COVID durante las festividades”.
Los expertos le recomendaron al Gobierno federal que se debía producir al menos 732 millones de pruebas rápidas de antígeno COVID-19 al mes para que los ciudadanos estadounidenses tuvieran acceso antes de la temporada navideña.
No obstante, por medio de un funcionario, la Administración contestó: “No tenemos capacidad para fabricar pruebas de venta libre a esa escala”.
La rápida propagación de la variante omicron, las restricciones cada vez más estrictas y el bombardeo mediático están empujando al colapso de los laboratorios que intentan cubrir la demanda de pruebas. Este conjunto empuja a la necesidad de contar con pruebas rápidas, cada vez más escasas y costosas.
El mismo fenómeno en otras latitudes
No aplica únicamente en EE. UU. También en Australia, donde las pruebas cuestan normalmente entre 10 y 20 dólares, la escasez en curso ha provocado aumentos cada vez más exorbitantes. El martes, el Sydney Morning Herald informó que las tiendas de conveniencia, las estaciones de servicio y los restaurantes estaban cobrando hasta 50 dólares por prueba a través de la plataforma de entrega a domicilio UberEats. Los informes anteriores también han mostrado un incremento constante en los precios, como un kit de cinco pruebas que ha subido de 45 a 90 dólares en una semana.
Por su parte, Grubhub anunció lo siguiente por medio de un comunicado:
“Como mercado, permitimos que los comerciantes establezcan sus propios precios para los artículos que venden en nuestra plataforma. Alentamos a que utilicen precios similares a los que encontrarían los clientes si compran artículos en la tienda y que los precios de estas pruebas deben ser asequibles, justos y no exorbitantes, especialmente durante una pandemia (…) Contamos con un proceso para identificar y llegar a los comerciantes cuando encontramos posibles problemas de precios”.
De modo que se está generando un nuevo nicho de mercado, donde ante los confinamientos las empresas que brindan servicios a domicilio hacen llegar a los clientes aquello cada vez más necesario y difícil de conseguir.
A la par surgen reclamos para que el Estado sea el encargado, como si esto no tuviera un costo. Cuando la realidad es que el ciudadano lo paga mediante impuestos, cada vez más difíciles de recaudar por causa de la falta de empleo, impulsado por las restricciones de la pandemia que entra en su tercer año.