
El día de lucha contra la violencia hacia las mujeres se estableció hace 40 años en el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Se escogió el 25 de noviembre en homenaje a las hermanas Mirábal (Minerva, Patria y María Teresa) en República Dominicana.
Las activistas feministas han intentado convertir la muerte de las hermanas en sinónimo de su causa, acusando que las mataron por ser mujeres para así alegar que las mujeres corren peligro en nuestra sociedad. Pero la historia demuestra todo lo contrario.
Como es usual, el feminismo hegemónico silencia e invisibiliza la muerte de los hombres y este caso no es la excepción.
La Izquierda Diario, portal afín a sus ideas, retrata que las hermanas Mirábal fueron asesinadas y sus cuerpos arrojados a un barranco para simular un accidente automovilístico, junto a su chofer, un hombre, cuyo nombre ni siquiera se menciona.
Tampoco resalta el hecho de que las revolucionarias tenían chofer. Pues eran hijas de un terrateniente perjudicado por el dictador Rafael Leónidas Trujillo. A los promotores de la redistribución de la riqueza se les pasó por alto ese detalle.
A diferencia de sus esposos, hombres detenidos y torturados en prisión, las hermanas Mirábal fueron liberadas. Pues daba muy mala imagen a la dictadura reprimir a las mujeres.
Pero finalmente, al ser cómplices directas de los revolucionarios, el 25 de noviembre de 1960 las hermanas Minerva, María Teresa y Patria (que se identificaban como Mariposa 1, 2 y 3, respectivamente) fueron asesinadas cuando regresaban de visitar a sus esposos en prisión. Cuando volvían de la cárcel, el jeep en el que viajaban fue interceptado en la carretera por fuerzas militares del dictador dominicano.
#25Nov #JusticiaParaTodasLasMujeres
Rendimos tributo a las tres valerosa y aguerridas mujeres Comunistas, asesinadas brutalmente hace 60 años. Honor y Gloria imperecedera a las hermanas Mirabal.#NiUnaMenos pic.twitter.com/kltE5CvoLk— Movimiento de Mujeres Clara Zetkin (@mmczoficial) November 25, 2020
Según la página oficial del municipio Licey al Medio, los esposos de las activistas eran afines a Fidel Castro.
Minerva, cuyo nombre completo era María Argentina Minerva, estaba casada con Manolo Tavárez Justo, presidente del Movimiento 14 de Junio, un grupo clandestino dominicano de izquierda en contra de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.
La agrupación política 14 de Junio, abreviado 14J (y 1J4), llegó a cubrir casi todo el territorio nacional, con unos 6000 comprometidos de todos los sectores sociales, informa el portal.
El nombre y la fecha aluden al desembarco del 14 de junio de 1959 de dominicanos que volvían de Cuba, donde se entrenaron en la guerra de guerrillas apoyados por Fidel Castro. Pero fueron derrotados por el ejército dominicano al llegar.
Finalmente, Tavárez fue asesinado por la dictadura militar junto a otros 28 izquierdistas, luego de levantarse en armas en 1963.
La lucha de clases llevada a la guerra entre sexos
Dieciocho años después, en 1981, el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá, Colombia, convirtió la muerte de las esposas de los líderes de la revolución en una fecha que lleva la lucha de clases a la guerra entre sexos, presentando a las hermanas Mirábal como “mujeres ejemplo de organización y lucha”.
Esto es lo que la nueva izquierda, el neomarxismo, llama interseccionalidad. Así como históricamente dividieron la sociedad entre pobres y ricos, proletarios y burgueses, la caída de la Unión Soviética requirió un nuevo enfrentamiento: hombres y mujeres.
Por medio de la dialéctica del oprimido y opresor, el activismo feminista, mediante el Estado y con el apoyo de organismos supranacionales como la ONU, ha sembrado una retórica donde el hombre oprime a la mujer y la cultura supuestamente valida la violencia hacia ella.
Lo cierto es que para reducir la violencia en una sociedad la clave está en llegar a la raíz de los conflictos, condenar a los violentos y resguardar a las víctimas, lo opuesto a negar la presunción de inocencia al hombre por ser varón y victimizar de manera perpetua a la mujer.
De lo contrario pagan justos por malhechores y las víctimas reales no obtienen la atención ni la justicia que merecen.