Tras ser declarado no culpable por homicidio, el joven Kyle Rittenhouse viajó a Florida para reunirse con el expresidente Donald Trump, que lo apoyó, mientras los grandes medios y la cúpula demócrata, encabezada por Joe Biden, le trataron como a un criminal e incluso como un supremacista blanco.
“Realmente es un buen joven. Por lo que pasó, debería haberlo hecho, fue una mala conducta del fiscal. No debería haber tenido que sufrir una prueba por eso. Iba a estar muerto. Si no apretaba el gatillo, ese tipo que le puso el arma en la cabeza, en un cuarto de segundo, iba a apretar el gatillo, Kyle habría estado muerto”, dijo Trump en la entrevista en la que reveló que Rittenhouse lo visitó en su residencia en Mar-a-Lago.
“Eso fue mala conducta de la Fiscalía, y está sucediendo en todo Estados Unidos ahora mismo con los demócratas”, continuó.
Desde el inicio del caso, Trump reconoció que el material audiovisual demostraba que Kyle se estaba defendiendo de un ataque violento. Así lo adelantó en una conferencia de prensa cuando aún estaba en el cargo de presidente.
Trump estaba clarito sobre Rittenhouse desde el primer día pic.twitter.com/TVZf0lobz3
— R.D. Branker (@RoryBranker) November 19, 2021
La izquierda política, de la mano de los medios masivos, han exacerbado el discurso racista en el país, pintando de blanco y negro una situación a la que no aplicaba este debate. Ninguno de los muertos ni el herido eran “de color”.
Sin embargo, Joe Biden, usó la imagen de Kyle Rittenhouse para retratar a los “supremacistas blancos” que supuestamente respaldan a Trump. Cuando la realidad es que Rittenhouse mató a dos personas con antecedentes penales que pusieron en peligro su vida.
Los fallecidos fueron Joseph Rosenbaum, condenado en 2002 por abuso sexual contra menores y Anthony Huber, quien cumplió un tiempo en prisión en 2012 por amenazar con «destripar a su hermano como un cerdo», luego de haberlo agarrado violentamente por el cuello, estrangulándolo por aproximadamente 10 segundos.
La ley y el orden vs. el caos y la violencia
Durante la campaña presidencial de 2020, Trump se declaró el candidato de la ley y el orden, respaldando a la fuerza policial, mientras Biden desacreditó en uno de los debates el hecho de que Antifa haya sido declarada como una agrupación terrorista. El entonces candidato demócrata dijo que Antifa era meramente “una idea”. No obstante, la turba que atacó a Rittenhouse estaba compuesta en su mayoría por integrantes de Antifa, supuestos “antifascistas” que pregonan un “socialismo racializado” de la mano de Black Lives Matter (BLM).
Luego del veredicto, Biden se mostró “preocupado” por el resultado pero llamó a la nación a aceptar la decisión para de esa manera calmar el ánimo de quienes estaban inconformes con el fallo, pero esto no ocurrió así.
Al contrario, en California, por ejemplo, se desató una ola de saqueos como “protesta”. Como se puede observar en el material audiovisual, pandillas de desadaptados robaron tiendas departamentales, carteras de lujo y se fueron en sus automóviles, evidenciando que no sufren las necesidades que pregonan en nombre de la “justicia social” y la “inequidad”.
Looting gangs in the Bay Area of California appear to have organized looting sprees on & after the #Rittenhouse verdict, believing they could take advantage of #BLM protests.
Looters in two dozen vehicles raid the Walnut Creek Nordstrom of designer bags: pic.twitter.com/nggdHqEksl
— Andy Ngô 🏳️🌈 (@MrAndyNgo) November 21, 2021
Un caso politizado
La indignación surgió por cómo se ha guiado la opinión pública. Kyle Rittenhouse acudió a la ciudad de Kenosha, Wisconsin, donde vive su familia paterna, para patrullar la zona, en medio de una ola de saqueos y disturbios en el marco de las protestas de Black Lives Matter que ocurrieron en 2020.
En vista de que el activismo de BLM debilitó a la policía, los uniformados no intervinieron. Quedó en manos de civiles el patrullaje de la zona en el que Rittenhouse participó. Durante el juicio, el joven dijo que disparó para protegerse después de ser atacado. Temía por su vida. Derribado en el piso apretó el gatillo contra quienes pusieron en riesgo su vida y el jurado determinó que efectivamente hizo uso de la legítima defensa.
La politización del juicio de Rittenhouse lo convirtió en un héroe de la derecha y un verdugo para la izquierda que pretende desarmar a los ciudadanos y usar casos como el de Kyle para justificarlo.
Como bien señaló el joven, no ganó él, ganó la legítima defensa, ganó la libertad de defenderse ante una agresión.
Ahora que Donald Trump ha manifestado su intención de volver a la Casa Blanca, respaldar a Kyle Rittenhouse muestra que preserva su posición de embanderarse como el candidato de la ley y el orden. Pues defiende la segunda enmienda de la Constitución que permite estar armado, sobre todo para luchar contra el autoritarismo.