El ambientalismo ha demostrado ser una moda. Fiel a esa esencia, Greta Thunberg aparece en la portada de la revista Vogue, manteniendo a flote la tendencia. Esta vez denunciando a la industria de la moda por su rol en la contaminación ambiental.
“La industria de la moda es un enorme contribuyente a la situación de emergencia climática y ecológica”, es su mensaje.
Por décadas, la revista Vogue ha vivido de la moda a la cual hoy denuncia para abrirse a un nuevo mercado: Escandinavia. Con la joven sueca, esta edición se lanzó a la causa ambientalista.
La cultura “woke” –despierto, en inglés– se ha convertido en una tendencia, donde las marcas no venden por su calidad sino por su “conciencia” alineada a las causas “progresistas”. Y Vogue ha sabido capitalizarlo en un mercado que es de su interés.
Paradójicamente, la publicación hace lo mismo que reclama Thunberg. Señala en el artículo que las grandes compañías textiles gastan «ingentes cantidades en campañas para venderse a sí mismas como sostenibles, éticas, verdes y justas», pero son solo «lavado de imagen».
Según Thunberg: «No puedes producir moda de forma masiva y consumir de modo sostenible, tal y como el mundo está moldeado hoy en día. Ese es uno de los muchos motivos por los que necesitamos un cambio de sistema».
De la misma manera, Vogue, que vive de la industria de la moda, hoy pretende hacer un lavado de cara en una era donde lo que vende es la “conciencia ambiental”.
Asimismo, Thunberg cuestiona la explotación de los trabajadores por parte de la industria de la moda y no ve cómo ella misma ha sido explotada, siendo menor de edad, por una industria que cuenta no solo con el auspicio de grandes corporaciones sino también de gobiernos y organismos internacionales con el poder de crear leyes.
La joven activista reprocha el «impacto en incontables trabajadores y comunidades explotadas por todo el mundo para que algunos disfruten de moda rápida que muchos tratan como objeto desechable».
Como alternativa, propone la ropa reciclada. Declara que hace tres años que no compra ropa y que la última vez que lo hizo fue usada. Aplica esa misma lógica para reciclar su imagen y adaptarla a su causa.
Teen Vogue sexualiza a menores de edad
No es la primera vez que la revista Vogue lleva la moda a causas “progresistas”. En una edición de Teen Vogue, diseñada para adolescentes, se publicó un manual para el sexo anal, lo cual causó indignación en padres de familia.
En lugar de cuestionar los contenidos de la revista, las principales redes sociales censuraron a la madre activista que los denunció. Twitter restringió el perfil de Activist Mommy y YouTube desmonetizó su página.
PanAm Post consultó con Gloria Bermúdez, doctoranda en psicología, sobre la exposición de adolescentes a estos contenidos. Ella sostuvo que decir «el sexo anal y la estimulación anal pueden ser increíbles, y si quieres hacerlo, hazlo. Más poder para ti» tiene una finalidad clara: dejar una huella en el adolescente. El enunciado opera como un imperativo categórico: si lo haces, tendrás más poder.
De este modo, indicó Bermúdez que deja de ser un texto expositivo. Cuando un postulado pretende ser informativo, no lleva al lector a coincidir con tu punto de vista, menos aún de convencerlo de que si hace algo, tendrá una ganancia; en este caso de poder. Es como la voz de una propaganda, no de un comercial, una propaganda.
Al tratarse de menores, esta insinuación cobra un carácter aun más complejo. El manual habla de la importancia del consentimiento. Pero, en el caso de una revista que apunta a adolescentes, la mayoría aún no tiene edad para consentir. Entonces, más allá de la moral de cada cual, entra en un territorio gris desde lo legal.
Ahora el ambientalismo usa a una joven para pregonar su causa. Greta Thunberg comenzó como menor de edad, sacrificando su escolaridad. Pero esa explotación no la ve ni denuncia. Tampoco cómo la industria de la moda cae en los mismos discursos que ella critica.