Se duplicó la cantidad de víctimas de disparos en el último año, como consecuencia directa del desfinanciamiento de la policía exigido por Black Lives Matter en la ciudad donde se desataron las protestas de 2020.
Lo que empezó como una marcha contra la violencia policial, supuestamente agravada por el odio racial, se convirtió en un movimiento mundial que permitió marchas multitudinarias aún en medio de la cuarentena, donde los demás civiles permanecían encerrados.
Las ciudades gobernadas por la izquierda en EE.UU., el Partido Demócrata, han sufrido las peores consecuencias. Y en especial, en los barrios de población mayormente negra. No solo en el auge de la violencia armada sino también en los destrozos de sus negocios.
Solo en la ciudad de Minneapolis, donde empezaron las manifestaciones de 2020, 120 policías se han dado de baja, muchos alegando estrés post-traumático.
Fueron recortados 7,7 millones de dólares de los 179 millones de presupuesto para el departamento de la policía. Vale mencionar que el presupuesto ya había sido reducido 14 millones de dólares a causa del coronavirus y los problemas para la recaudación.
Incluso los medios con tendencia más hacia la izquierda reconocen el impacto social. El País de España reportó que el robo vehicular se ha incrementado 331 % respecto al mismo periodo del año anterior y los delitos violentos casi 26 %.
¿Dónde está la indignación de BLM por los tiroteos en Chicago?
En teoría Black Lives Matter lucha por las vidas de las personas negras. En la práctica, limita esa lucha a las personas muertas en manos de la policía, nada más.
No enfrenta la violencia barrial, donde mueren jóvenes afroamericanos abatidos entre sí. Mucho menos el flagelo del aborto que ha matado más 19 millones de negros desde 1973. Al contrario, Black Lives Matter, un movimiento fundado por ‘transfeministas’, promueve no solo matar al integrante más pequeño de la familia sino también fragmentar a la familia nuclear, pues lo considera una imposición occidental.
Por eso, el 6 de julio de 2020, el afroamericano Nathan Wallace, exclamó: «¿Dónde está la indignación? ¿Dónde está BLM?».
Pues su hijo de apenas 7 años murió de un impacto de bala mientras jugaba en la vereda frente a su casa. El niño perdió la vida por quedar en medio de un tiroteo entre pandillas locales.
La tía del niño fallecido exclamó ante los medios: “Hablamos sobre las vidas de los negros, pero al final del día nos estamos matando unos a otros, estamos matando a nuestros bebés”.
El inicio de la violencia
Chicago está gobernada por una mujer, Lori Lightfoot, lesbiana, negra, de izquierda, todo lo que Black Lives Matter alega es necesario para que la sociedad avance fuera de la hegemonía heteronormativa patriarcal y supremacista blanca.
Sin embargo, su anhelo es lo opuesto a lo soñado por el activista de los derechos civiles Martin Luther King Jr, que un día sus hijos sean juzgados no por su color de piel sino por su carácter.
Solo el primer día de las protestas de Black Lives Matter, a mediados de 2020, provocó medio centenar de heridos, 17 muertos y alrededor de 700 arrestos.
En Chicago fue capturado —en video— cómo los manifestantes arrastraban a los policías por las calles, en particular miembros de Antifa.
La alcaldesa denunció la presencia de infiltrados en las marchas pacíficas.
«No hay duda de que tanto las personas que estaban golpeando como las que trajeron las armas fueron absolutamente organizadas y coreografiadas», insistió. «También parece claro que los incendios que se provocaron, tanto en los vehículos como en los edificios, fueron organizados por oportunistas, así como el saqueo», agregó.
En el este, centro y oeste del país las metrópolis gobernadas por la izquierda mostraron acciones similares. Seattle, por ejemplo, logró evacuar a la policía y declaró una zona autónoma conocida como Chop, bajo el control de Black Lives Matter y Antifa, donde varios adolescentes terminaron muertos y heridos.
En los primeros días de la toma de la ciudad, un adolescente de 16 años fue asesinado a tiros, al igual que otro de 19 (con necesidades especiales) y uno de apenas 14 años estuvo entre la vida y la muerte por días.
Horace Anderson, el padre del joven de 19 años (Lorenzo) lloró en televisión nacional ante el silencio por la muerte de su hijo.
Demandó a la ciudad por 3000 millones de dólares, acusando al gobierno de izquierda de fomentar una ciudad sin ley.
Por casos como este, Carmen Best, la jefe de policía de Seattle, dijo que la situación en Chop “no era segura para nadie”.
“Como mujer afroamericana con tíos y hermanos, no me gustaría que estuvieran en esta zona”, dijo.
A su vez Best rompe la falsa dicotomía de la policía contra la población negra. Pues ella es parte de las fuerzas de seguridad.
Como ella hay muchos. El más destacado es el oficial Tatum, un expolicía que se ha destacado por marchar hacia la Casa Blanca en respaldo al presidente Donald Trump junto a miles de negros, hispanos y migrantes de todo el mundo bajo la bandera de Blexit (negros hartos de ser instrumentalizados por la izquierda).
Black Lives Matter, hasta ahora, ha demostrado que así como divide a la sociedad por raza y sexo, también jerarquiza la vida y la muerte.
No solo no ha mostrado interés en las vidas de los negros que mueren por causas fuera del ámbito policial sino que fomenta la mayor causa de muerte en la comunidad, llamándolo derecho.