Ser desempleado en EE. UU. hoy es más rentable que trabajar. La cifra de desempleos supera la Gran Recesión del 2009 y el Partido Demócrata pide abiertamente que la gente no vuelva a trabajar, y se mantenga mediante fondos entregados desde el Estado. La cura podría ser peor que la enfermedad.
El gobierno federal ha entregado más de 26 mil millones de dólares a las personas que reclaman no tener ingresos. Alrededor de 4,4 millones de personas pidieron compensación económica por desempleo esta semana en EE. UU., 5 millones la semana anterior.
En promedio, gana $500 dólares por semana una persona que trabaja en la industria de la comida en EE. UU. Ahora, recibe el doble del Estado, como mínimo, por no trabajar.
Algunos legisladores republicanos, en particular del ala libertaria, advirtieron sobre esta consecuencia del proyecto de ley de socorro lograda junto al partido demócrata que propuso duplicar el monto que ya se entregaba. Ahora cada desempleado recibe $600 por semana, que equivale a más del doble del salario mínimo federal. Esto se suma a los beneficios de desempleo de cada estado que oscilan entre $235 por semana en Mississippi hasta $795 por semana en Massachusetts.
En vista de la poca liquidez por parte de los estados, ante la falta de recaudación, lo más probable es que el Estado federal deba pagar también los beneficios de desempleos entregados por los gobiernos locales, lo cual cuadruplicará el déficit nacional.
El Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB, por sus siglas en inglés) publicó que el presupuesto fiscal 2021 alcanzaría los $2,1 billones en 2021, y un promedio de $1,3 billones hasta 2025 a medida que la economía se recupere del daño causado por la paralización del coronavirus.
Bajo la gestión de Donald Trump el desempleo en EE. UU. cayó a un nivel histórico, menos del 3,5 %. Los más beneficiados fueron los más pobres. Pero ese fenómeno de éxito, logrado mediante la reforma de impuestos que redujo gastos para los empleadores y permitió la contratación masiva, podría verse reemplazada por un Estado agigantado que ofrece más dinero por no trabajar que el sector privado por producir.
Marietta Sky, copropietaria de un café junto a su esposo, dijo ante NPR (la radio pública de EE. UU.) que meses atrás ofreció una decena de trabajos y tuvo 100 aspirantes. “Las mismas personas que contratamos ahora nos han pedido que las despidamos”, lamentó, pues asegura que sus empleados ganarán más dinero al quedarse en casa que en el trabajo.
“No es que no deseamos poder pagarles a nuestros empleados a ese nivel todo el tiempo. Siempre quieres pagar a tu personal lo mejor que puedas. Pero estar en una posición en la que no puedes competir con ellos en casa, desempleados. Es realmente complicado. Es una situación realmente difícil”.
Con la crisis inmobiliaria que se avecina, el monto sería suficiente para comprarse una vivienda. Por año, una pareja desempleada ganaría 104 mil dólares en conjunto.
Demócratas llaman a no trabajar después que termine la cuarentena
La parlamentaria Alexandra Ocasio-Cortez, socialista declarada, dijo a sus votantes en redes sociales “solo en este país libertad es sinónimo de trabajar para tener seguridad” e instó a no volver a trabajar, aun cuando se levanten las restricciones.
AOC says people should refuse to go back to work.
Not because of COVID-19.
Because… well, listen to it yourself.pic.twitter.com/aQjTDYma9v
— Liz Wheeler (@Liz_Wheeler) April 22, 2020
El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentación de la ONU, que recién se recuperó tras salir positivo con COVID-19, ya anunció que la pandemia del hambre será más mortífera que el coronavirus. Estima que morirán 300 000 personas al día a lo largo de tres meses, debido a la paralización económica.
Claro está que EE. UU. no está entre los países de riesgo. No obstante, su impacto en la economía mundial, sí lo agrava. Si baja la producción, no solo escasean los productos que exporta sino también la ayuda humanitaria que entrega a los más necesitados.
Bernie Sanders radicalizó a los demócratas
El precandidato Bernie Sanders abandonó la carrera presidencial pero su presencia en las últimas contiendas electorales ha dejado una huella profunda en el partido demócrata y por tanto en el que ha sido el país más rico del mundo, que ahora está en riesgo dejar de serlo.
Hasta Hillary Clinton lo reconoce. “Perdí porque Bernie Sanders ofrecía ponis gratis para todos”, confesó en su autobiografía cuando perdió frente a Donald Trump en el 2016 . El ejemplo pintoresco alude tanto a la infantilización de la política (que incluye al público joven al que apelaba Sanders) como al hecho que el foco de la campaña de Sanders era todo lo que ofrecía “gratis”, financiado por los impuestos de los demás.
El Estado agigantado suple el rol de la familia
Si bien el aspecto económico está en riesgo, el mayor peligro es el nivel de intervención y control por parte del Estado. Ya ha sido acusado el partido demócrata de mantener una “política de plantación” en alegoría a la esclavitud transatlántica donde esclavos africanos cosechaban algodón en plantaciones. El concepto alude al hecho que los demócratas han convertido al Estado en el amo que restringe la libertad. En la población negra se ve con claridad, el Estado ocupó el rol de la familia, en particular del padre proveedor, mediante las ayudas económicas a madres solteras.
Lo que parecía ser una ayuda humanitaria terminó siendo un incentivo a la irresponsabilidad paterna. Hoy el 68 % de los niños negros vive en un hogar sin figura paterna, mientras que antes de dichas políticas la ausencia paterna rondaba el 22 %, así lo señala el economista libertario Thomas Sowell.
El quiebre de la institución familiar ha significado todo tipo de problemas sociales para esta comunidad, sobre todo la incidencia de criminalidad.
Ahora el partido demócrata busca extender la plantación a toda la nación, como tal muestra su radicalización hacia la izquierda.
La destrucción de la familia y su suplantación por parte del Estado es una de las premisas fundamentales de Karl Marx, según lo expresa el Manfiesto Comunista.
Pero mientras la izquierda política llama a no volver a trabajar y aumenta el presupuesto del gobierno para paliar el desempleo, la derecha ha tomado las calles y los capitolios de cada estado, hasta armados, para exigir la reapertura económica y sobre todo el respeto a la Constitución. Incluso hay policías que se han sumado a la iniciativa. Pues no están dispuestos a reprimir derechos fundamentales.
Las acciones de ambos polos del ámbito político remontan a la frase de Ronald Reagan, presidente de los EEUU cuando cayó el muro de Berlín: «Los socialistas ignoran el lado del hombre que es el espíritu. Pueden brindarte refugio, llenarte la barriga con tocino y frijoles, tratarte cuando estás enfermo, todo lo que se garantiza a un prisionero o esclavo. Ellos no entienden que también soñamos».