Madrugar para hacer fila en el supermercado solía ser un panorama familiar de Caracas, ahora lo es en Santiago de Chile. A raíz de los incendios que cobraron vidas durante los saqueos de fábricas y supermercados, en medio de las protestas contra el gobierno, se limitó el abastecimiento y también los horarios.
Bajo el clima de inestabilidad se convocó a “La marcha más grande de Chile” el viernes 25 de octubre. Fue multitudinaria. Comenzó en Plaza Italia, lugar céntrico donde se congrega la gente para las grandes celebraciones (deportivas) y protestas masivas y se expandió por cuadras y cuadras con consignas diversas, desde la paz y el cese de las protestas violentas, hasta la guillotina para el presidente Piñera y una nueva Constitución.
Al presidente y diversos sectores de centro-derecha les complació la marcha, al haberse desenvuelto en paz, resaltando que hay un reclamo legítimo en la necesidad de reducir la burocracia para abaratar el costo de vida.
Sin embargo, sí hubo violencia. Por ejemplo, los manifestantes quemaron la estación de metro de Baquedano. Hicieron eco de lo que pide la voz dominante, la “brisita bolivariana” que advirtió el número dos del régimen de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, que azota a toda la región.
De acuerdo con la OEA, las protestas vienen orquestadas desde Cuba y Venezuela. Exigen el fin de una economía libre en Chile y el principio de los “derechos sociales” que enmascaran el socialismo del siglo XXI.
Y ya está en marcha, pues desde 1973, durante al gobierno del socialista Salvador Allende que los chilenos no hacían fila en horario regulado para entrar al supermercado. Así lo advierte Javier Silva Salas, cofundador del centro de estudios chileno Ciudadano Austral, a PanAm Post:
¿Cuál fue el mensaje central de la marcha multitudinaria en Chile?
Mientras todos los sectores políticos indicaron que la marcha era por la causa de ellos, como por ejemplo el mensaje del Presidente Sebastián Piñera en twitter quien señaló que la marcha del viernes 25 “abre caminos de futuro y esperanza”; la verdad es que se trató de una marcha que aglutinó todos aquellos puntos que socavan la institucionalidad chilena, desde eliminar el derecho de propiedad sobre nuestros fondos previsionales y terminar con el sistema de capitalización individual hasta pedir una nueva Constitución. Pasando incluso por terminar con las sociedades anónimas en el fútbol profesional, el aborto y actos de pornoterrorismo que pedían terminar con la “dictadura sexual”.
De esta forma, no se puede hablar un solo gran mensaje, sino que de muchos micro mensajes que se articularon con un objetivo insurreccional manifestado en el deseo de terminar con el modelo socioeconómico que ha tenido Chile en los últimos 45 años y que lo dejaron como el país con mejor calidad de vida de Latinoamérica.
¿Cuál es el saldo de daños hasta el momento?
Según informó la Cámara de Comercio de Santiago, a través el portal chileno de noticias emol.com, perteneciente a uno de los grandes grupos periodísticos de Chile, las pérdidas por cierres tempranos -porque el comercio no funciona en horario normal- saqueos e incedios, la cifra se eleva a 1 400 millones dólares (solo en la capital).
¿Qué implicaciones tienen las marchas para la política y economía de Chile?
La clase política ha dicho que ha escuchado la voz de lo manifestantes, se ha anunciado desde el ejecutivo una denominada agenda social, que no es más que un conjunto de políticas de corte keynesianas enfocadas en pagar paz social, lo que significa que Chile está transitando de manera abrupta de pasar de ser un país con una economía medianamente liberal a otra donde la norma será con aún más intervencionismo, lo que nos llevará en el mediano plazo a ser un típico país latinoamericano sumido en el populismo, el keynesianismo capturado por los denominados “movimientos sociales”, que siempre están bajo el control de la izquierda radical.
¿Qué mensaje le darías a los manifestantes?
Los manifestantes son personas irresponsables, denuncian que los políticos no los escucharon por treinta años y para ello están pidiendo más estado. No se han dado cuenta que los problemas que teníamos como chilenos no eran por culpa del mercado, sino por la falta de éste, que aún teníamos muchos aspectos en que se podía perfeccionar nuestro sistema económico pero se podía hacer con más libertad y no con más Estado.
El Chile que llegó a ser la séptima economía más libre del mundo en la década de los ’90, el que pasó de tener un 50% de pobreza a solo un 7,8%, el que fue el país con mejor calidad de vida, ese Chile dejó de existir hace una semana atrás, hoy solo vemos los espejismos que quedan de eso. Hoy volvimos a nuestra realidad, a ser un país mediocre como habíamos sido durante gran parte del siglo XX y siglo XIX. El sueño de ser un país desarrollado, el haber estado tan cerca de serlo, solo fue eso, un sueño.
La gente que protesta no se da cuenta que está matando la posibilidad que sus hijos y nietos puedan vivir en un país libre, próspero y en paz. El futuro de Chile comienza a escribirse sobre un camino de servidumbre.