En Cuba se agrega sangre, vendas y barrotes a la marcha por el orgullo LGBTQIA+ que en el resto del mundo caracteriza por la bandera arco iris. Los activistas que protagonizaron la marcha que exigía libertad de expresión salieron golpeados de las unidades policiales donde fueron detenidos, no por su sexualidad sino porque no tenían permiso del régimen.
Se conoce como “aliados” a los heterosexuales que respaldan a la comunidad LGBT. Varios de ellos fueron los más brutalmente torturados por el régimen comunista, al igual que sus colegas LGBT. De modo que no se trataría de una persecución “homofóbica” y “transfóbica”, sino política.
“Ustedes estaban marcados. La gente del departamento 21 de la seguridad ya les tenían asignado quienes iban a reprimirlos y en qué forma. Ese modo de operar lo conocemos, vi rostros ya identificados. Lo que me llamó la atención es que sólo fueran ustedes los blancos de arrestos (…)”, reclamó a través de redes sociales el activista Antonio Rodiles.
Y es que en Cuba constantemente hay marchas y desfiles LGBT, incluso misas, siempre y cuando sean coordinados por CENESEX, el Centro Nacional de Educación Sexual, la oficina estatal a cargo de la heredera de la dinastía, Mariela Castro.
Cuba tapa represión acusando a EEUU de invadir Venezuela
El problema es que la marcha del sábado 11 de mayo no tenía permiso. Toda manifestación artística y cultural requiere aprobación previa del régimen y esta, al ser independiente, no la obtuvo.
Por ello Mariela Castro acusa que la libertad que piden los activistas LGBT y aliados, según ella convocados desde Miami, busca desestabilizar los gobiernos de izquierda y consigo la intervención militar de EE. UU. en Venezuela.
Cuba es una gran prisión
“¡Libertad!”, gritó despavorido el activista Boris González Arenas, aliado, antes de ser ingresado por la fuerza a un patrullero por exigir la libertad de expresión en Cuba en medio de la comunidad LGBT.
“Amigos, no estamos en libertad. Cuba es una gran prisión. Pero estamos fuera de la celda, frente a la celda de la que aún no ha salido Óscar Casanella en la estación policial de Zanja. Iliana Hernandez, Ariel Ruiz Urquiola y Eleanne, la esposa de Óscar”, dejo una vez liberado, declaró a través de redes sociales.
Casanella, biólogo al igual que Ariel, es aliado también, casado, padre de familia, fue el más golpeado de todos los activistas. Llevaba a sus hijo pequeño sobre sus hombros en medio de la marcha pacífica y tuvo que soltarlo para resguardarlo.
“Amigos, cuando estábamos mi amigo Ariel Ruiz Urquiola y yo en Prado a la altura de San Lázaro, los represores dijeron que no iban a dejar marchar por Malecón PERO que si iban a dejar marchar por San Lázaro. Ariel Ruiz Urquiola, yo y otros entonces intentamos caminar en dirección San Lázaro cuando volvieron a decirnos que no nos iban a dejar tampoco marchar por San Lázaro. Yo entré en una discusión verbal con dichos represores preguntándoles el por qué de ese impedimento pero uno de ellos me agarró, me llamó por mi nombre, me tenían identificado y me dijo que yo no iba a marchar para ningún lado, que yo me tenía que ir con ellos preso”, explica Casanella.
“A partir de allí comenzó la violencia, yo intentando volver a la marcha y safarme (sic) de ellos, y ellos a agarrarme, golpearme, etc. En un momento, me metieron dentro de un edificio que está allí mismo en San Lázaro, casi esquina con Prado, en la acera mas cercana al mar de San Lázaro, me tenían unos 4 represores en sus manos, me golpearon en pecho y abdomen, mientras uno de ellos me estrangulaba por el cuello, casi sin poder respirar, tampoco podía ver bien, porque me caía la sangre en los ojos pues ya me habían partido la frente al yo intentar escapar. Fue uno de los peores momentos”, agrega.
Ahora reclama porque con su sueldo de investigador, que no supera los 20 dólares mensuales, no puede comprar los remedios que necesita para la desinflamación y que además debido el desabastecimiento las farmacias no tienen algunas pastillas.
En Santiago de Cuba, acorralaron a los activistas para que no salgan de sus casas
PanAm Post se comunicó con el activista LGBT Zekie Fuentes, ante todo para constatar su bienestar y confirmó que no pudo salir a marchar. Pues, al igual que incontables manifestantes, la Seguridad del Estado tenía su casa rodeada para evitar que salga.
“Yo convoqué una marcha aquí en Santiago de Cuba, pero la Seguridad del Estado la ha boicoteado, me pusieron agentes y un carro policial frente a mi casa y no me dejaron salir en todo el día”, afirma.
“El gobierno cubano no permite nada que vaya en contra de sus políticas y todo aquello que no tenga una propaganda revolucionaria para ellos es el enemigo”, agrega.
A través de una nota para CubaNet, explica que esa misma suerte corrieron varios LGBT y las amenazas y maltratos no solo aplicaron a ellos sino también a sus familias.
Es decir, en Cuba no se reprime a los LGBT por su elección sexual si obedecen al régimen quedan escudados. Pero si actúan sin permiso, ellos, sus familiares y amigos serán reprimidos.