Biblias incendiadas, iglesias demolidas, cruces derribadas con grúas y sacerdotes en campos de labor forzada son la consecuencia de vivir bajo un régimen declarado ateo, como es el régimen comunista chino.
Por eso, el cardenal Zen que fue perseguido y exiliado por el régimen comunista chino, respondió enfáticamente “¡Sí!”, cuando le preguntaron si el papa Francisco se vendió a los comunistas.
“Los comunistas no quieren llegar a un consenso, quieren que te rindas”, explicó el obispo en el minidocumental recientemente estrenado “La guerra de China contra los cristianos”.
“Olvidamos que nunca se puede tener realmente un buen acuerdo con un régimen totalitario”, dijo ya en septiembre del 2018 el Obispo Emérito de Hong Kong, el cardenal Zen, cuando el papa Francisco I firmó un Acuerdo Provisional entre el Vaticano y el Gobierno comunista de China para el nombramiento de obispos.
“Los católicos y otros creyentes eran arrestados y enviados a campos de trabajo. Yo volví a China en 1974 durante la Revolución Cultural, y la situación era terrible, peor de lo que puedan imaginar. Era una nación bajo la esclavitud y olvidamos estas cosas fácilmente”, afirmó.
La iglesia clandestina es la iglesia legítima
Desde 1949, cuando se instauró el comunismo en China, el Gobierno ordenó la expulsión de cientos de sacerdotes y obispos, y por décadas la Iglesia funcionó de forma clandestina.
Esto se agravó con la llamada Revolución Cultural que empezó en 1966 cuando iglesias fueron destruidas por soldados de la Guardia Roja y pasaron a ser depósitos de fábricas estatales.
Ahora el papa Francisco busca aliviar esta separación, por medio de un acuerdo con el Gobierno chino que pemitiría a los católicos practicar su fe, a través de las iglesias autorizadas por el Partido Comunista.
Pero los sacerdotes apresados y perseguidos por el régimen insisten que “la iglesia clandestina es la iglesia legítima”.
“No van a elegir buenos obispos para nosotros”, exclama Zen. Insiste que el régimen elige a los obispos que obedecen al partido e incluso llamó a los católicos a volver a las catacumbas, pues quienes viven su fe a la luz del día han sido y son perseguidos.
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Con respecto a los sacerdotes y obispos chinos, el Cardenal Zen insiste que “se verán obligados a unirse a la llamada conferencia de obispos. Se verán obligados a unirse a los demás en esa jaula de pájaros, y se convertirán en una minoría entre ellos. El acuerdo del Vaticano, que buscaba la unificación de la Iglesia en China, significa la aniquilación de la Iglesia verdadera en China”.
Asimismo, asegura que “Francisco puede tener una simpatía natural por los comunistas porque para él ellos son los perseguidos. Él no los conoce como los perseguidores en que se convierten una vez en el poder, como los comunistas de China”.
Y es que Francisco era un joven sacerdote cuando sucedió la última dictadura militar en Argentina que aplastó a las guerrillas marxistas y peronistas en la década de los 70s.
Tanto que un portal italiano alega que ha llegado a romantizar a esta ideología alegando que “son los comunistas los que piensan como los cristianos” (aunque no hay video ni audio que lo confirme).
Ateísmo y comunismo
Por eso el Cardenal Zen no se limita al caso chino, resalta el abandono por parte de Francisco a sus fieles en el país más socialista de América, Cuba.
Inquirió “¿qué dejó para la Iglesia la visita a Cuba de Francisco en 2015? ¿Qué dejó al pueblo cubano? Casi nada. ¿Convirtió a los hermanos Castro?”.
Lo cierto es que cuando Cuba le abrió sus puertas a EE. UU. bajo el Gobierno de Barack Obama, el régimen cubano persiguió con más ferocidad a los practicantes para “limpiar las calles” de su presencia, dado que recibiría a comitivas diplomáticas y a turistas. Y los católicos y cristianos de todas las denominaciones sufrieron arrestos, expropiaciones y torturas a causa de ello.
Uno de los presos liberados, desde el exilio, dio sus declaraciones a PanAm Post.
Mario Felix Lleonart Barroso, pastor bautista, fundador del Instituto Patmos explica que el Estado cubano ha copiado el sistema chino para la represión religiosa. China tiene su Administración del Estado para las Atenciones Religiosas (SARA), Cuba tiene su OAAR; China tiene su Three-Self Patriotic Movement (TSMP), Cuba tiene el Consejo de Iglesias de Cuba (CIC).
Dada su preocupación por el fenómeno del crecimiento cristiano, China está aplicando su “Operación Disuasión” donde intenta “guiar” a los creyentes que asisten a iglesias no autorizadas hacia las que el Estado controla y manipula.
La Seguridad del Estado de Cuba intenta implementar un sistema similar para controlar las denominaciones protestantes con reconocimiento legal en el Registro de Asociaciones del Ministerio de Justicia (MINJUS) para conseguir lo mismo que intenta el Partido Comunista Chino, y así frenar el crecimiento, reprimir, e incluso, si fuese posible, destruir a los movimientos cristianos.
Desde el punto de vista filosófico, sostiene el pastor, que el ateísmo es una religión más: la religión de la “increencia” en un ser divino y en cualquier aspecto que pueda clasificar como meramente subjetivo.
Afirma que el Estado confesional se refleja en términos propagandísticos como “el Partido es eterno”, otorgando valores metafísicos y un credo a la ideología.
Pero esto el papa Francisco I no lo ve. De la misma manera que ignora la persecución de los fieles en regímenes como China, Cuba y Venezuela, donde el régimen ha tomado el Padre Nuestro y lo ha convertido en el “Chávez Nuestro”.
Por ahora queda la esperanza entre los fieles que Francisco aprenda del martirio de los perseguidos y siga el ejemplo de su predecesor, Juan Pablo II, quien logró que la Natividad se vuelva a celebrar -luego de décadas- en Cuba y fue parte activa de la caída del Muro de Berlín y consigo del socialismo del siglo XX.