El 8 de marzo conmemora el día de la mujer trabajadora. Se llenan plazas en diversas ciudades, lideradas por agrupaciones de izquierda, sindicalistas, exigiendo reformas laborales y las mujeres afines a estas ideas van a la vanguardia. Pero crece el escepticismo respecto de si se trata efectivamente de la libertad de las mujeres o de ahondar su dependencia al Estado.
En España, por ejemplo, las asociaciones feministas han recibido más de 150 millones de euros del Gobierno.
De acuerdo con la investigación de El Club de Los Viernes, las comunidades autónomas han gastado un total de 103,9 millones de euros en mantener las dádivas feministas, siendo Castilla-La Mancha, con 35,3 millones, Andalucía, con 27,6 millones y Madrid, con 20,1, las comunidades que más han gastado. Esto ha provocado que mujeres no afines a políticas generen campañas como “No en mi nombre”.
No hables en mi nombre, yo también soy mujer y ya soy libre.
Celebramos ser mujer 364 días al año y el 8M trabajaremos más que nunca para reafirmarnos en el poder de nuestra libertad.#NoHablesEnMiNombre pic.twitter.com/fGVYiFIngM— VOX Valdemorillo (@voxValdemorillo) March 7, 2019
Pues lejos de “empoderar” a la mujer y “luchar por su autonomía”, el feminismo hegemónico exige, con cada vez mayor vehemencia, no tratar a la mujer como igual al hombre ante la ley, sino como una suerte de discapacidad por la cual necesita cuotas asignadas y leyes diferenciadas.
Por ello, la portavoz electoral del partido de derecha Vox, Rocío Monasterio, exclama que “La huelga del 8M es un entramado más de la izquierda para promover el marxismo cultural”.
En contraste, pide no privilegios para la mujer sino trato igualitario. Lo opuesto al pedido feminista, que fiel a la doctrina socialista, divide a la sociedad entre oprimidos y opresores. Entonces quiebra el principio de justicia ciega, donde todos somos inocentes hasta demostrar lo contrario y lo suplanta por la “justicia social” que propone no solo la redistribución de la riqueza, postulado socialista, sino también la repartición de dádivas y privilegios.
Recuerde; No se pierda la marcha comunista…bah perdón es "Feminista" ¿Verdad?.
Posted by Ruben Antonio Martinez on Thursday, March 7, 2019
Pero no se limita al viejo continente. En Chile, por ejemplo, referentes de la convocatoria anuncian que el principal foco de las protestas es enfrentar al capitalismo, Pues consideran que este sistema económico limita a la mujer al ámbito privado.
Mientras que el feminismo hegemónico trabaja en función del sector público, es decir, lo proveniente del Estado. Y sostiene que el capitalismo no facilita sus reclamos, como: “vivienda digna”, “derecho a la salud”, “no a las políticas extractivistas”.
Es decir, lejos de ser “empoderadas” como alegan, lo que quieren es que el Estado, a través de los impuestos de los demás, que en su mayoría son varones, asuma sus pedidos.
En el Reino Unido anualmente los varones producen hasta 75 millones de libras más en impuestos que las mujeres.
Y lejos de querer achicar esta “brecha de género”, existen múltiples iniciativas para exigir que las mujeres paguen menos impuestos e incluso lo justifican.
Los economistas Alberto Alesina de la Universidad de Harvard y Andrea Ichino de la Universidad de Bolonia en Italia creen que las mujeres deben pagar impuestos a no más del 80 % de las tasas masculinas en los EE. UU., no más del 68 por ciento en Italia y no más del 91 por ciento en Noruega.
Por un lado está la lógica de “los hombres hicieron este lío, no tenemos por qué pagarlo nosotras”, y por otro el planteo que la contextura física, al igual que las capacidades cognitivas inherentes al sexo, generan distintos modos de producción y, por tanto, recaudación, para justificar esta reducción de impuestos.
Lo segundo va en contraposición a la tercera ola del feminismo, la de género, que plantea que el “género es una construcción social”, consigna que surge a raíz de Simone de Beauvoir, autora de El segundo sexo, donde plantea que “no se nace mujer, se llega a serlo”.
? A partir de las 9:00@monasterioR participará en @EspejoPublico de @antena3com.
Este #8M las mujeres de la #EspañaViva dicen #NoHablesEnMiNombre «La igualdad entre personas, hombre y mujer se defiende a diario, no queremos cuotas, ni criminalizar al hombre. No a la huelga» pic.twitter.com/CIqj9834xF
— VOX Madrid (@madrid_vox) March 8, 2019
Es decir, para el feminismo moderno la mujer no existe, salvo que se quiera que exista. Sin embargo, cuando conviene, es algo que no se elige y por tanto debe haber asignaciones y concesiones especiales, puestos laborales por un lado y excepciones tributarias por el otro.
Desde América, existe la posibilidad de observar lo que sucede en España como lección y cómo países tan endeudados como los nuestros podrían evitar agrandar el gasto estatal al evitar sucumbir ante el lobby feminista.
Además de las subvenciones que se regalan desde 2014, el Estado español cuenta con:
Institutos de la mujer, Institutos de igualdad, direcciones generales de igualdad y mujer, direcciones generales de participación y equidad, direcciones generales de economía social, consejerías de igualdad, consejerías de libertades públicas, consejerías de participación ciudadana, agencias de la igualdad, secretarías autonómicas de inclusión, entro otros.
En varios países de América Latina existe el Ministerio de la Mujer. Por ejemplo, en Venezuela, ante la escasez generada por el modelo económico instaurado por la dictadura, se dictan talleres para hacer toallas higiénicas para el ciclo menstrual de manera artesanal.
O sea, en lugar de potenciar la posibilidad de una economía próspera, donde la mujer puede acceder a recursos, el Estado le vuelve dependiente hasta en el ámbito más privado, como es su intimidad.
A esto hay que sumarle las “comisarías de la mujer”, donde pueden presentar reclamos de abuso, sin que exista una contraparte masculina.
Apenas la semana pasada en Argentina se publicó el cruento caso de una madre que asesinó a golpes a su hija y le prendió fuego, amenazando a sus hijos varones con hacerles lo mismo si no compraban el queroseno, pero la justicia ignoró el reclamo del padre cuando este presentó una denuncia.
No trascendió, no hubo marchas. Porque el feminismo logró que la “violencia de género” solo sea denominado cuando un hombre maltrata a una mujer, no así cuando una maltrata a otra.
De modo que lejos de haber igualdad, lo que el feminismo ha propugnado es el privilegio. Y en lugar de “empoderar” y fomentar la autonomía, ha convertido a su lucha en una adhesión al financiamiento estatal que no trata al ciudadano por igual, sino según su sexo.