La policía inglesa arribó a El Cuba Libre, un restaurante ubicado en Inglaterra, donde ondea la bandera cubana fusionada con el rostro de Ernesto “El Che” Guevara. Luego de cinco años ahí, recibieron el aviso de retirar la imagen, puesto que hubo denuncias porque resulta ofensiva y podría ser tipificado como delito.
En el hemisferio norte los “crímenes de odio” están a la orden del día y el negacionismo de eventos históricos que resultaron en la muerte masiva de civiles se paga con multa y cárcel. Pese a la popularidad del Che Guevara, impreso en camisetas, este incidente podría dejar un precedente para la expansión del fenómeno.
Polonia, por ejemplo, prohibió el uso de imágenes alusivas al socialismo en sus variantes nacionalistas e internacionales. Es decir, fascismo, nazismo y comunismo. Ucrania, de plano, prohibió partidos comunistas. Pues ambos países sufrieron hambrunas masivas, campos de concentración y fusilamientos a manos de políticas socialistas, resultando en millones de muertos.
Sin embargo, dichas prohibiciones se enfrentan a la libertad de expresión, que se elimina en las dictaduras que instauran la misma ideología que buscan suprimir.
Bajo esta premisa, el dueño del restaurante, Geoff, reclama que es una “censura política” que se le solicite retirar un símbolo de su local. Ya que insiste en que su esposa es cubana y en su tierra natal El Che es un héroe nacional.
Resulta irónico que se hable de censura cuando se invoca la memoria del Che Guevara, quien dijo en vida que “Los jóvenes deben abstenerse de cuestionamientos ingratos de los mandatos gubernamentales. En su lugar, tienen que dedicarse a estudiar, trabajar y al servicio militar.”
De acuerdo con el Che Guevara, Geoff Oliver y su esposa cubana, María, conocida como Cangui, deberían acatar el mandato gubernamental, impartido por la policía inglesa, sin cuestionamiento alguno.
Asimismo, el médico argentino, devenido en guerrillero cubano, insistía en que “hay que acabar con todos los periódicos. Una revolución no se puede lograr con la libertad de prensa”. Por lo tanto, que la libertad de expresión estaba ausente en sus premisas, mientras que la censura estaba a la orden del día.
Guevara consideraba que “¡Los jóvenes deben aprender a pensar y actuar como una masa. Es criminal pensar como individuos!”. De modo que alegar que su voluntad individual debe ser respetada por encima de las molestias que pueda ocasionar a los que piensan distinto, tampoco es compatible con su admirado Che.
Tanto que en 1964, ante la ONU, pronunció un discurso, como representante de Cuba, donde anunciaba: “Fusilamientos, sí. Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario”.
Aunque una fuente vinculada a la fuerza policial dijo ante la prensa local de Manchester que los Oliver no fueron amenazados, sino que simplemente les sugirieron que retiren el retrato, Geoff afirma que le advirtieron que podía calificar como delito si permanecía ahí al rostro de Guevara.
“Cangui”, la copropietaria del local, tiene 54 años. Esto significa que nació cuando la revolución ya estaba en marcha. No conoce otra realidad que no sea esa y aun así decidió exiliarse, como dos millones cubanos más.
Al igual que Cangui, todo niño cubano debe jurar en voz alta “seremos como el Che”. Tanto que la artista y activista Ana Olema presentó una demanda ante la Fiscalía General de la República por la expropiación de su cuerpo, ya que desde la temprana edad de cinco años su suerte fue la misma de cada cubano nacido después de la revolución socialista, debía dejar de ser individuo para ser un engranaje de la revolución.
Lo sucedido con la pareja despierta la inquietud respecto a las libertades civiles, si la libertad de expresión está condicionada cuando enaltece la imagen de quien declaró “tengo que confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar” o si está por encima de cualquier molestia que pueda generar.
Al Che Guevara se le adjudica haber ejecutado y ordenado la ejecución de miles de cubanos, así como la fundación de las UMAP, las Unidades Militares de Ayuda a la Producción. Bajo su frase “el trabajo os hará hombres” enviaba ahí a los hombres considerados no aptos para la guerra, mayormente homosexuales y religiosos (católicos y testigos de Jehová), ya que los segundos no juraban lealtad a un Dios humanado como pretendían los revolucionarios volver a su partido.
Por último, los Oliver tienen la oportunidad de quejarse en Inglaterra ante la prensa independiente, que en Cuba, gracia, en buena medida, al Che Guevara, no existe, solo impera la oficial.
También cuentan con la oportunidad de apelar, de exigir ejercer su libertad de consciencia, algo que no podrían hacer donde imperan las ideas sembradas por quien aparece en su ventana: el Carnicero de La Cabaña, llamado así por todos los muertos que dejó.