Las lágrimas de una niña de dos años separada de su madre frente a la sombra de Trump adornó tapas de revistas como muestra de la crisis migratoria en la frontera con México. Pero el padre de la niña hondureña desmiente la separación y aclara que la madre se llevó a su hija sin su autorización.
Denis Javier Varela Hernández reveló que su esposa, Sandra, se fue a EE.UU. contra la voluntad del padre. No solo se llevó a la hija de ambos, sino que abandonó a sus otros tres hijos.
Varela afirma que su hija nunca se separó de su madre en la frontera y que todavía están juntas.
Dijo que se enteró por amigos en común que su esposa le pagó USD $ 6,000 a un coyote -como son llamados los que tramitan ilegalmente el paso de migrantes hacia los EE. UU.-, pues quería encontrar mayor prosperidad en el país del norte.
“No la apoyé”, dijo Hernández a The Daily Mail. “Le pregunté por qué. ¿Por qué quería que nuestra nuestra pequeña niña pasara por eso? Pero al final fue su decisión “.
“No tengo ningún resentimiento contra mi esposa, pero creo que fue irresponsable de su parte llevarla en brazos porque no sabemos qué podría pasar”, agregó Hernández.
“Los niños ven lo que está sucediendo. Están un poco preocupados, pero trato de no mencionarlo demasiado. Ellos saben que su madre y su hermana están a salvo ahora”, indicó.
Las declaraciones de este padre surgieron a raíz de la viralización de la imagen de su hija que sirvieron como propaganda para criticar la gestión del presidente Trump.
Por su parte, el mandatario, incluso desde antes de asumir el mando usa el lema “fake news” que alude a las noticias falsas en su contra.
El hecho que una revista de la talla de Time haya usado en su portada a una menor sin corroborar la historia detrás, refuerza la posición de Trump de que los medios manipulan la información en su contra.
Ahora que se desmintió la noticia, incluso portales progresistas como Vox, critican su uso explotador de los niños.
“Bienvenido a los EE.UU.”, indica el video con el cual la plataforma difunde la noticia, seguido por el subtítulo “¿Qué tipo de país somos?”.
Por lo que indican sus publicaciones, es un tipo de país donde los periodistas gozan de su libertad de expresión, incluso de injuriar a su mandatario y reportar noticias falsas con impunidad.
Un lujo del que no gozan los vecinos del otro lado de la frontera.
TIME’s new cover: A reckoning after Trump's border separation policy: What kind of country are we? https://t.co/U4Uf8bffoR pic.twitter.com/sBCMdHuPGc
— TIME (@TIME) June 21, 2018
Según el informe anual de Reporteros Sin Fonteras, junto a Siria que está en medio de una guerra, México es el país más peligroso para ejercer el periodismo.
De los 66 reporteros asesinados en el 2017, 12 fueron en México; más el último que murió cuando el informe ya fue elaborado.
Y la violencia no se limita al rubro periodístico, también es el país más peligroso para ser político. En promedio, un político ha sido asesinado por semana desde que empezó el 2018.
En medio de la violencia que se vive en México, los migrantes -mayormente centroamericanos- deben atravesar ese país -a merced de la manipulación de los coyotes y los múltiples carteles de narcotráfico que aprovechan su vulnerabilidad- para llegar a su destino final: EE.UU.
De acuerdo al Departamento de Seguridad Nacional, las medidas de la era de Obama “incitaron a los contrabandistas a poner a los niños en manos de adultos extraños para que se hagan pasar por familias y sean liberados de la custodia de inmigración después de cruzar la frontera, creando otro problema de seguridad para estos niños”.
El mismo departamento indica que miles de los menores no acompañados, especialmente las adolescentes, son víctimas de abusos sexuales por contrabandistas, delincuentes e incluso funcionarios del gobierno durante su viaje a los Estados Unidos.
Y explica que muchos ni siquiera llegan a los Estados Unidos, sino que entran en servicio en burdeles y bares de México y Guatemala.
Sostiene que la afluencia de menores extranjeros no acompañados también crea oportunidades de reclutamiento de bandas criminales como la MS-13, mejor conocida como la Mara Salvatrucha.
La Oficina de Reubicación de Refugiados del Departamento de Salud y Servicios Humanos descubrió el 28% estaban involucrados con pandillas.
En la jerga de las pandillas, la mara es la familia. Por ello, frente al abandono de sus familias sanguíneas, la mayoría de los menores involucrados participaba voluntariamente o bien por la presión de las circunstancias.
Y no se limita a la zona fronteriza. Durante la Operación Matador del Servicio de Inmigración y Aduanas se produjeron 39 arrestos de miembros del MS-13 en 30 días en el área de la ciudad de Nueva York, 12 ingresaron al país como menores no acompañados.
Pero esto no es difundido por la prensa que adjudica el problema a la administración de Trump que propuso una política de “tolerancia cero” para detener a quienes cruzan ilegalmente, lo cual lleva a separarlos de los menores que les acompañan durante el proceso de verificación.
Para los medios masivos resultó más fácil transmitir como un problema aislado una tragedia cuádruple que lleva años sin resolver, y que de la que son responsables el país de origen, el de tránsito, el de destino final y, por supuesto, los padres.