Después de más de medio siglo, quien lleva el título de presidente en Cuba no tendrá el apellido Castro. Durante el traspaso de poder, el ahora mandatario, Miguel Díaz-Canel, dijo que Raúl Castro “encabezará las decisiones de mayor trascendencia para el presente y el futuro de la nación” y que la asamblea era representativa de su pueblo.
Consultamos entonces con Andrés Alburquerque, exiliado y activista del Foro Afro Cubano para que nos diga si considera que en efecto así es y será.
¿Cuál es la función del traspaso del poder, tanto a nivel nacional como internacional?
A mi juicio no existe por el momento traspaso de poder alguno; la Junta comprende a regañadientes lo inexorable del reloj biológico y ha esperado hasta el último momento posible para evitar que Raúl se muera en ejercicio de sus funciones; para eso se supone que han escogido un anónimo burócrata con suficiente juventud para cubrir el periodo inmediatamente después de la salida del hermano de Fidel del Estado.
Es necesario tener presente que, en el sistema comunista, el partido único es el organismo rector de la sociedad y todas las demás entidades se supeditan al mismo. En su calidad de primer secretario del Partido Comunista de Cuba, Raúl Castro continuará siendo la figura clave en la estrecha y breve estructura de poder en la isla.
Diaz-Canel, al menos por ahora, será solo un pasapapeles, muy parecido a lo que era Nicolai Podgorny (presidente de 1965-1977) en los tiempos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
¿Qué reformas se puede esperar por parte del nuevo gobierno?
En Cuba no se dan reformas por ahora; sino tímidos pasos hacia delante que van inexorablemente seguidos por célebres pasos hacia atrás; abriendo temerosamente y cerrando con más temor aún la Junta ha sobrevivido los últimos 50 años.
¿Qué consideras que seguirá igual?
Una vez fijada la situación real en la isla, es necesario precisar que el uno nunca será idéntico al otro por más que el primero sea un hombre de confianza del segundo. Por el momento preveo tenues variaciones en la envoltura de un mismo caramelo ácido y duro de masticar.
Si Diaz Canel logra sobrevivir unos años y los miembros de la Junta fallecen en cadena como ocurrió en la ex URSS entonces podría surgir el “verdadero” Diaz Canel, pero para entonces su grado de compromiso pudiera ser tan alto que se vería obligado a acuartelarse para evadir el peso de la justicia.
¿El cambio de poder le dará tiempo y espacio al régimen para reestructurarse, o verdaderamente vendrán tiempos de cambio?
Tenemos un sabio refrán que dice que una cosa piensa el borrachín y otra el bodeguero; el propósito de la familia mafiosa y sus sicarios es asegurar el futuro de sus vástagos y morir tranquilamente; es como en jugador de baloncesto cuyo equipo gana por cinco puntos faltando un minuto para terminar el partido; mira solo el reloj y trata de hacer pasar la mayor cantidad de tiempo posible.
Pero la precaria situación económica que reina y la desaparición de los “históricos” pudiera abrir diminutos resquicios en la porosa y endeble estructura del anciano régimen.
Tomando en cuenta cómo la persecución política se agravó con la visita de Obama y la apertura de las relaciones con EEUU, ¿un cambio en el poder exigirá mayor represión contra la oposición o abrirá un espacio para la pluralidad?
Mientras “mejor” viva el ciudadano promedio y más posibilidad de comer tenga más difícil le resultara poder expresarse y disentir de la narrativa oficial.
No obstante, tengo la impresión de que en la medida que la dictadura implemente cambios más osados obligado por la coyuntura actual más férrea deberá ser la represión en lo político para evitar la pérdida del control; en eso si será parecida a la China de finales de los 80.